Joel va a tocar la puerta de su mamá porque está llorando, pero se detiene cuando Erick lo empuja con cuidado hacia la pared, colocando una mano en su boca.
—Shh —susurra limpiando sus lágrimas— quiero hablarte.
—¿D-De qué? —pregunta con su labio inferior temblando.
—Quiero disculparme, mi amor.
El rizado mira inseguro como agarra su mano y lo jala a su habitación.
Se concentra en como entrelaza sus dedos y su barriguita le hace cosquillas.
Le gusta lo que causa Erick en él, pero ahora le ha gritado y se siente mal por eso.
Baja la mirada cuando le pone el seguro a la puerta, pero el ojiverde levanta su rostro con una mano para que lo mire a los ojos.
—Joey.
—¿S-Sí?
—No quería gritarte —susurra besando sus labios— perdóname, no me gusta que llores.
—No quieres mi corazón —responde desviando la mirada y Erick sabe que necesita algo bueno para que olvide lo que pasó.
—Voy a quedarme a dormir contigo hoy, ¿es una buena disculpa?
Joel lo mira con atención, porque suena a algo que él desea mucho.
—¿En mi camita?
—Sí —responde bajando las manos por su abdomen— voy a estar contigo toda la noche, ¿suena bien?
—Pero no me quieres —insiste con un puchero.
—Claro que te quiero, Joey, lo que dije fue estúpido, por eso te pido perdón, ¿acaso no te demuestro todos los días lo mucho que me importas?
—Sí —dice convenciéndose, con los ojos entrecerrados.
Erick se aleja de él y se apoya en la puerta, para desnudarse.
Las mejillas de Joel, como siempre, se ponen rojas e intenta no mirarlo.
—Oye.
—Mande —responde con la voz suave.
El ojiverde suspira caminando hasta su lado, y lo lleva a la cama.
—Joel, mírame, ¿por qué aún no te acostumbras? —pregunta sin obtener una respuesta— ¿No te gusta mi cuerpo?
—Es bonito —suelta bajito.
—Mi cuerpo es para ti —le dice mordiendo su labio inferior— a veces creo que no funciona porque no te gusta tocarme, pero podrías pasarla muy bien si te atrevieras.
—Erick —lo interrumpe negando con la cabeza.
—¿Sí?
—Me haces sentir cosas raras —afirma cerca de su oído porque es un secreto para él.
—¿Raras cómo?
—No sé —dice riendo avergonzado y Erick sonríe automáticamente porque es dulce.
—Ojalá entendieras lo mucho que puedes hacer conmigo...
—A mí me gusta hacer cosas contigo.
—En la cama, Joey.
—A mí me gusta mi cama.
—A mí me gusta que te metas en mí, ¿entiendes de qué hablo?
—Sí —responde avergonzado de nuevo.
—¿Quieres cogerme ahora? —pregunta acercándose a sus labios— no tienes idea de lo bien que te funciona, y me has metido en un problema por eso.
—¿Te causé un problema, Erick?
—Me puso de mal humor hoy, pero no tiene sentido ya, está hecho, prefiero disfrutarte a seguir lamentándome.
—No entiendo.
—No tienes que entenderlo todo —dice soltando un suspiro— pero es necesario que si sepas esto: tu mamá no nos permitirá vernos si le cuentas lo que sucede.
—¿No te veré?
—No, nunca más.
—No voy a decirle —afirma asustado— verte me hace feliz.
Erick sonríe atrapando sus labios y respira más tranquilo después de oírlo, sabe que ha sido un error dejarse llevar por la presión que siente ahora, y no va a pasarle más, porque le gusta lo que hace con Joel.