Erick mira nervioso a Joel que se ha sentado en el borde de la cama y toma la leche que le ha preparado como todas las noches que puede quedarse.
—Tardaste —dice haciendo un puchero y el ojiverde siente un ligero dolor en el corazón, mientras se acerca.
—Tengo que irme.
—No —le pide haciendo un puchero— faltan muchas horas hasta mañana.
—Joel —responde agachándose frente a él y agarra sus manos un momento— no creo que puede regresar mañana.
—¿Por qué? —pregunta empezando a alarmarse.
—T-Tengo cosas que hacer.
—¿Qué cosas?
—Seguir mi vida —susurra sin mirarlo— c-creo que estar acá me consume mucho tiempo, y necesito hacer... lo que los adultos hacemos.
—Yo soy adulto —dice cruzando los brazos.
—Pero eres diferente y yo tengo un novio... y planes.
—Erick —insiste empezando a confundirse— no entiendo.
—Ya no voy a venir a verte, Joey.
El rizado frunce el ceño lentamente, con un nudo en la garganta.
—¿Por qué?
—Joel...
—¿Ya no me amas?
—E-Eso es algo que no debí decir, y espero que respetes esta decisión, hemos aprendido mucho y sabes que debes comportante bien.
—¡No quiero!
—Joel —dice agarrando su brazo— tu mamá va a molestarse si haces un berrinche, y tienes que demostrarle que eres grande, ¿o acaso sigues siendo un bebé?
—¡Tú me mientes!
—No me grites.
—¡Erick, me haces sentir feo acá! —grita agarrando su corazón.
—Acuéstate, es hora dormir —susurra levantándose y limpia disimuladamente sus lágrimas.
—Pero tú duermes conmigo o no quiero dormir.
—Me tengo que ir —responde intentando alejarse, pero la mano de Joel lo sostiene fuerte de la muñeca.
—Erick, a mí no me gusta sin ti.
—No es tan importante —miente para que ya no insista— por favor entiende que estaré ocupado.
—Puedo ayudarte —ofrece con su labio inferior temblando.
—No, tú no puedes, yo voy a casarme con mi príncipe, ¿lo olvidas?
—T-Tú dijiste...
—Olvida lo que dije, amo a mi novio, me harta este lugar, y cuidarte todo el tiempo —suelta sintiendo sus lágrimas saliendo más deprisa y ahora no las puede disimular— no puedo quedarme contigo y esperar a que en algún momento logres actuar como un adulto, somos diferentes, tú también tienes una vida a la que yo no pertenezco.
Joel suspira levantándose y mira sus ojos unos segundos.
—Entiendo —responde estirando con miedo una mano— n-no llores, Erick.
—T-Tú...
—No quiero hacerte llorar —dice bajando la mirada— voy a comportarme bien, ¿sí?
—Joel —balbucea controlando sus ganas de abrazarlo.
—A mí me gusta pensar que puedo ser tu príncipe —afirma regresando a la cama— y si no quieres me pone triste, pero no quiero que estés triste tú.
Erick suspira alejándose porque es mejor así.
—No estés triste, o estaré triste también.
—¿Ya te vas?
—Es tarde —finaliza saliendo al pasillo— eres un buen niño, y encontrarás a alguien que te cuide mejor que yo, así que descansa, por favor.