Erick está nervioso.
Han pasado un par de meses desde la última vez que lo vio y había decidido mantenerlo así, pero una orden del presidente no es algo que puede desobedecer.
—Buenas tardes —dice sentándose frente a su escritorio y él lo mira con una ligera sonrisa, notando ya su pancita grande.
—Hola, Erick.
—¿Algo pasó, señor?
—No entendí que sucedió realmente contigo, y quizás lo dejé pasar porque me parecía innecesario incomodarte; sin embargo, el tiempo ha pasado y aún escucho a mi hijo llorando por las noches.
—Señor...
—Solo quiero que lo reconsideres, ¿es el dinero?
—No —responde moviendo los pies contra el suelo.
—Esperas un bebé, es lo que veo —menciona tranquilamente— quieres tiempo para él, lo comprendo, pero una hora al día no va a costarte, prometo tomar las medidas necesarias para que sea sencillo.
—Su esposa no le ha contado, ¿verdad?
—Ella no suele contarme mucho, es una mujer difícil.
—Yo no cumplí mi trabajo como debí hacerlo, fue una decisión acertada despedirme, y creo que lo mejor para todos es mantenerlo así.
—Nunca te vi hacer algo malo.
—¿Disculpe?
—Eres bueno, en tu trabajo, no hay que ser un genio para darse cuenta, y tampoco fue difícil notar que Joel conectó contigo como nunca le ha pasado con nadie.
—Joel es un buen niño.
—Él te ama.
El ojiverde carraspea acomodándose en su lugar y sonríe inconscientemente.
—¿S-Se lo dijo?
—Joel no es un niño, Erick.
—E-Es que...
—Supongo que se confundió, y lo ha pasado muy mal sin ti, le haces falta.
—Él me hace falta a mí —responde con un nudo en la garganta.
—Cree que te cansaste.
—Cuidar a Joel nunca fue complicado para mí, y-yo no sé cómo sentirme ahora.
—¿Quieres verlo?
—Le hará daño —susurra negando con la cabeza— él... él debe entender que yo no puedo estar más.
—¿Tienes algún problema con tu pareja?
—No tengo pareja —responde negando con la cabeza— eso se terminó.
—Entiendo.
—Me gustaría ver a Joel, no quiero que lo interprete mal, pero crearle una ilusión de algo que no volverá a pasar, no estaría bien.
—¿Por qué no quieres trabajar con él, Erick?
—Estoy despedido, no fue mi decisión.
—Te contraté yo.
—Es más complicado que eso —responde levantándose— lo siento, debo irme.
Erick gira y ve a Joel, pegado a la puerta, mirándolo con atención.
Su corazón se acelera cuando ve que se acerca y justo en ese momento su mente no tiene en cuenta el espacio donde está.
Le ha hecho falta.
Demasiado.
—Erick —balbucea ya a su lado y se estira a sus labios.
Es tan rápido que no puede detenerlo.
Siente que chocan con los suyos y aunque se aleja, lo que ha ocurrido parece ser algo habitual en Joel.
Su papá lo tiene que haber notado.
—Joel —dice carraspeando y el rizado lo mira— creo que Erick necesita hablar contigo, deberías llevarlo a tu habitación.
—Señor —susurra volteando hacia él, preocupado.
—Solo quiero que sea feliz —responde agarrando su agenda— nada que lo haga sonreír me molesta.