🌹Beauty and the beast🌹 [Tododeku]

~VIII~

Varios días se pasaron volando y el castillo parecía que cobraba más vida. La llegada de Izuku había provocado que el castillo se sintiera más animado e iluminado. Varios de los sirvientes se encargaron se desenpolvar cada rincón y abrir todas las cortinas para que entrara luz. Ahora ese lugar se veía totalmente diferente a como lucía el día de su llegada. Izuku, a pesar de tener libertad de moverse a donde quisiera en el palacio, optó por ir siempre acompañado de uno de los objetos, así evitaría perderse o volver a entrar a un sitio donde no debía.

Todos lo atendían con dedicación, y el pecoso lo apreciaba demasiado, seguía siendo un poco ajeno para él que lo atendieran como un príncipe. Le daban la mejor ropa sin que se fuera a lo pomposo, quería seguir conservando su estilo simple, y siempre su comida estaba debidamente servida en la mesa a horas. Sin duda lo que más le gustaba era conocer mejor a los objetos y escuchar sobre sus vidas o sus historias.  Resulta que Iida y Ochako estaban casados, Momo también estaba casada con Jirou, el clavicordio. Por otro lado Kirishima y Bakugo ya llevaban un buen rato de relación, pero a ambos les daba algo de pena proponerse. A la pequeña tacita, Eri, la habían acogido entre todos, la primera vez que la conocieron era una infante huérfana y desamparada.

Podía pasarse horas escuchando las historias de las fiestas y banquetes que se hacían en el castillo. Sin embargo, la historia que más le intrigó fue la del encantamiento que hacía caído sobre todos, en realidad ellos no eran objetos sino humanos. ¡Humanos transformados en objetos! La magia existía y eso no podía dejar de asombrarlo. Ese día Izuku insistió en que lo acompañaran a comer, puesto que todos los días siempre tomaba sus comidas solo y lo consideraba bastante aburrido.

-¿Qué sucederá cuando caiga el último pétalo?- preguntó en la mitad de la conversación, ciertamente todo lo que tenía que ver con el hechizo lo llenaba de curiosidad. En su estadía ahí sí había vivido varias veces como el castillo temblaba y todos los objetos a su alrededor mostraban cada vez más dificultad para moverse, luego se le reveló que eso pasaba cada vez que caía un pétalo de la rosa en el ala oeste.

Ahora podia comprender mejor el por qué de la actitud de la bestia cuando lo encontró a punto de tocar la rosa, aunque no justificaba el susto tan tremendo que le había pegado.

-Pues, cuando el último pétalo caiga, el amo será una bestia para siempre y nosotros nos quedaremos como objetos.- le explicó el candelabro.

-Nos quedaremos como simples trastos.- agregó Tenya con cierto pesimismo.

-Quiero hacer algo por ayudarlos ¿No hay alguna manera de romper el hechizo?

-Bueno... pues hay una manera- comenzó por decir el reloj, sin embargo fue rápidamente interrumpido por la tetera.

-No debes preocuparte por eso.- le dijo con una sonrisa reconfortante- Nosostros nos lo buscamos y ahora debemos afrontar las consecuencias.

Izuku no podía enterarse que el hechizo se rompería con el amor verdadero. No podían obligarlo a amar al amo del castillo.