Salmón

1.1K 120 10
                                    


-Kongphob- respiro profundo antes de continuar – déjame tener de nuevo, aunque sea una solo una vez más...


Aquel sueño lo mantuvo despierto durante varios días después de la fiesta de agradecimiento. Fiesta en la cual Arthit había perdido virginidad, o al menos una parte de ella. Recordaba cada detalle de aquella noche en su dormitorio, tenía grabados en su memoria aquellos sonidos tan eróticos que Kongphob emitía mientras lo hacían.

Para el resto de los estudiantes de la facultad su relación había sido revelada apenas unas semanas atrás, pero Kong y Arthit llevaban meses juntos, meses en los que la tensión sexual se había estado acumulando en sus pantalones, provocando en él sueños húmedos que no tenía desde hacía años. Y, aunque en su primera relación sexual Arthit había tomado el rol activo, en sus sueños el siempre era el de abajo; tantos años en el programa de protección a niños, niñas, adolescentes, mujeres y donceles le habían clavado la idea de que él debía ser siempre el uke. Arthit rio bajito mientras se duchaba con agua fría. Mientras creció, en el orfanato se rodeó de chicos y sobre todo de chicas a las que les gustaba ver esas cosas, por lo que había terminado por adoptar aquel vocabulario. Que Arthit fuese un doncel no lo hacía gay, ¿o sí? Después de todo, a él solo le gusta Kongphob, y tiene fantasías sexual solo con Kongphob, y siempre que se descubre a si mismo viendo pornografía, la imagen en su mente es por supuesto, KONGPHOB.

Su debate mental prosiguió mientras se alistaba para salir. Si bien Arthit tenía una idea clara de que quería ser un uke solo para Kong, su carácter orgulloso le impedía disfrutar su fantasía, por lo que prefería tomar el rol del seme. Seme, al ahora ex líder del equipo de novatadas esa palabra siempre le había sonado graciosa, seme, una letra más y diría se...

Llamaron a la puerta con insistencia, esperaba que su terco, cursi y romántico novio no se le hubiese ocurrido traerle un enorme ramo de flores, de nuevo.

-P'Arthit- al abrir la puerta Arthit se encontró la encantadora sonrisa de Kongphob, el joven llevaba unos jeans oscuros y ajustados, una sudadera ligera ceñida al cuerpo, y unos zapatos deportivos limpios; se mordió los labios, ¿por qué Kongphob se veía tan malditamente sexy un sábado por la mañana?

-P'Arthit ¿estás listo para salir? ¿O vamos a quedarnos aquí?- la incomodidad en el trasero del joven había desaparecido ya, y después de su primera vez, Arthit no lo había dejado acercarse, el semestre llego a su fin junto con sus clases por lo que sus encuentros en los armarios también cesaron, claro que, el que los profesores supieran de su relación na había tenido nada que ver, salvo que todos les recordaban que debían centrarse primero en sus estudios.

-¡Kongphob!- levantó la voz lo suficiente para hacer que el más joven retrocediera un poco, dándole espacio de respirar, tomo sus llaves, su cartera y el teléfono celular. –vamos.

Tendrían una cita, aunque no una normal. Arthit había prometido a Kongphob que saldrían como pareja cuando el semestre terminara, siempre y cuando Kong no descuidara sus calificaciones. Y aunque le había encantado pasar sus dos semanas de descanso acurrucado junto a él, sus suegros lo estaban invitando a pasar el receso escolar en su casa de campo. Al mayor le habría encantado negarse y esconderse debajo de una piedra, pero solo podía elegir entre pasar dos semanas con su familia política en medio de la nada, o ir de compras con la madre de Kong a Japón. Él no estaba listo para eso, una cosa era pasar los fines de semana en su casa y disfrutar del ambiente familiar, y otra muy diferente era aprovecharse de la bondad de la familia Suthiluck.

¿Qué tiene que ver sus vacaciones escolares con sus fantasías sexuales? Pues que Arthit no cree que pueda resistir semejante tentación.

Se sorprendió caminando de la mano del menor, estaban en un centro comercial, uno bastante popular no eran la única pareja en el lugar, pero el mayor aún no se adaptaba a la idea. Se sentía fuera de lugar, el chico a su lado, el que lo arrastraba por cada tienda, se veía tan guapo y brillante, en cambio el, miro atentamente su reflejo en el escaparate mientras el menor entraba a la tienda. Arthit vestía unos jeans deslavados, sus zapatos deportivos sucios pero cómodos, y una camiseta negra; la ropa de Kong era de marca, su ropa era de una tienda de descuentos.

Sacudió las ideas de su cabeza, no le gustaba Kong por su posición económica, es más, no tenía ni la más remota idea del por qué le gustaba el menor. Sonrió cuando vio a su novio escoger algunos muñecos de peluche; debía dejar de pensar tanto y disfrutar de su cita.

-¿qué tal esté?- Kong levanto en el aire un enorme conejo de peluche –es lindo- el más joven había tenido cuidado de no escoger un muñeco femenino, no quería hacer enojar a su novio.

-¿Por qué un conejo?- no solía entrar en estas tiendas, todo para él era demasiado caro, y nunca había tenido necesidad de comprar un peluche. Pero si Kongphob quería un perro enorme de peluche, Arthit gastaría hasta el último centavo de sus ahorros.

-ah creo que es lindo,- miro al muñeco comparándolo con su novio, era lindo pero no se parecía al mayor. Dejo al conejo en el estante y siguió mirando hasta que levanto uno; no era muy grande, pero ya que Arthit había insistido en comprarlo para el, Kongphob hizo una elección de un precio accesible.

-quiero este P'Arthit- el aludido se giró para enfrentarse con el muñeco más bizarro que había visto en su vida. La pieza que sostenía Kong era un gato, si, un gato bigotón de ojos vidriosos que además de tener el ceño fruncido parecía ser una pieza de sushi.

-¿es un sushi?

-sí, es un delicioso sushi de gato, -Kong miro el muñeco en sus manos y después miro al mayor quien lo miraba con una mueca de molestia en el rostro, –se parece a ti, Phi.

-¿a mí?- el mayor no lograba entender cuál era su parecido con aquel muñeco, aunque agradecía que la pieza de peluche fuese barata, el habría elegido un clásico oso.

-Salmón, es lindo como tú, y frunce el ceño como tú, y aunque este enojado se ve tierno, como tú, y es delicioso como tu

-Kongphob! –la chica del mostrador los miraba tratando de esconder una risita. No era la comparación lo que lo molestaba, ni que la gente lo escuchara, era el mensaje oculto lo que lo había puesto nervioso.

-antes de comer necesito que me acompañes a otro lugar.- sus mejillas se pudieron coloradas casi al instante, aunque no revelo el lugar al que debían ir, Kongphob siguió a su novio en silencio mientras sostenía a "Salmón" entre sus brazos.

-¿vas a sostener esa cosa todo el tiempo?- la presencia del gato lo ponía nervioso, -¿y por qué lo llamaste Salmón?

-si, por que es nuestro hijo y lo llame salmón porque esto que tiene es salmón. – Kongphob podía tener 18 años y ser casi un adulto, pero definitivamente justo ahora era como un niño.

No caminaron mucho, el lugar al que Arthit llevaba a Kong estaba enfrente del centro comercial, era una clínica nueva, nunca había venido aquí antes, aunque esta clínica pertenecía a la fundación Suthiluck. Se había decidió por fin a disfrutar su sexualidad, y para ello necesitaba algo de información, y quizás algunos condones y más lubricante. Arthit los podía conseguir gratuitamente en su clínica de siempre, pero allí trabajaba P'Jay y no quería que ella se enterara de los detalles íntimos de su relación. Kongphob podría comprar los suministros sin problemas, pero eso no sería cómodo para él, además había contemplado que se quedaría sin fondos después de su cita, y el próximo depósito de su beca llagaría dentro de una semana, cuando estaría en medio de la nada y no podría obtener ni dinero ni suministros. Además, después de lo atento que había sido Kongphob con él durante su periodo, creyó justo que ambos compartieran la responsabilidad de empezar una vida sexual activa.

-Esta es la clínica donde trabaja Pete- Kongphob comentó con emoción al recordar que su cuñado era uno de los médicos de la fundación, y este había elegido trabajar en una clínica en lugar de en un hospital.

-creo que es mejor que nos vayamos... -Toda la valentía que Arthit había acumulado en las últimas horas, lo abandono en cuestión de segundos.

SoleilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora