Sol

2K 179 33
                                    

DOCE AÑOS ATRÁS 

Solo tenía 8 años cuando las campañas de protección infantil visitaron su pueblo obligando a todas las familias a realizar las pruebas genéticas a sus hijos.

Arthit no sabía nada al respecto, en realidad nadie en su pequeño pueblo sabía nada; en esos lugares tan escondidos en las montañas solo tenías dos opciones, eres hombre o mujer, no hay más.

Para la familia Rojnapat su orgullo era su único hijo, un varón de piel clara, valiente y trabajador, a sus 8 años, ayudaba a sus vecinos por las tardes para conseguir algunas monedas extra y comprarse caramelos o postres para su madre. No había en toda la villa un niño más feliz que el, hasta que llegaron los médicos y sus pruebas.

Arthit fue uno de los primeros en someterse a las pruebas clínicas, como ejemplo de que no tenían nada que temer, un niño tan varonil como Arthit no podría resultar una aberración de la naturaleza.

Solo unos días más tarde, los Srs. Rojnapat lloraban frustrados buscando alternativas, quizás nadie en el pueblo se enteraría, su hijo seguiría creciendo como un niño normal, ellos le dirían nada a nadie, y menos al pequeño. Y hubiera funcionado el plan si los médicos no hubieran  publicado los resultados en el tablón de anuncios de la comunidad. Ahí con enormes letras de color rosa ponía un cartel: Relación de donceles con derecho al programa de protección, y en primer lugar estuviera su nombre.

La lista no era grande, solo tenía dos nombres, pero de Tai ya lo suponían, desde su nacimiento su abuela lo había vestido de niña, y le obligaba a actuar como una.

¿Pero un varón como Arthit? Aunque sus padres lo negaron mil veces antes sus amigos y vecinos, los otros chicos empezaron a molestarlo, lo agredían en las calles y nadie en el colegio quería juntarse con el, ni siquiera Tai. No había día, desde el grave anuncio, que el pequeño no llegara a casa con el labio partido o un ojo morado, los adultos mayores del pueblo le llamaban niñita, una ocasión, le habían lanzado ropa de niña mientras caminaba por la calle.

El pequeño sol, tenía el corazón herido, y no soportaría más; al menos eso es lo que creyó. Una tarde llegó a casa herido, le dolían las costillas, un chico mayor había intentado quitarle la ropa y comprobar si Arthit era un varón o una niña, por supuesto se defendió, dio la mejor batalla de su vida, aunque terminó con un gran moretón en el costado izquierdo y un corte sangrante en la mejilla derecha, creyó estar a salvó en su casa, pero no fue así.

Sus padres lo esperaban en el patio, el coche encendido y su maleta de viaje estaba lista. Sus padres le llevaron de viaje a la ciudad, le compraron dulces y golosinas, todo los que el pequeño quiso, incluso le compraron un robot como el que veía en televisión, el quería ser un gran ingeniero para construir robots. Después lo llevaron al cine, comió palomitas y helado, su corazón herido casi había olvidado la miserable vida que estaba teniendo, hasta que se detuvieron frente a una enorme estructura moderna que ponía al frente: Albergue.

Esa fue la última vez que vio a sus padres, esa fue la primera vez que sintió que moriría, y fue también cuando decidió que no quería ser tratado como una niña.

En el albergue conoció a su primer amigo, Tum; perdió a sus padres cuando intentaban defender a su hermano, apenas dos años mayor que Arthit, Tum, pudo huir con su pequeño hermano y llegar hasta la ciudad, donde recibieron ayuda y cariño de los cuidadores, ahora su hermano Lai de 7 años, estaba con la terapeuta, como aporte del programa Arthit también tendría que asistir a terapia. Y le daba pánico pensar que la Dra lo obligará a vestir como niña.

Arthit descubrió que ser un doncel traía consigo muchas responsabilidades y algunos beneficios, como una beca universitaria, con eso el podría llegar a ser un gran ingeniero, pero a cambio tendría las molestias físicas que tiene una chica, el era muy joven para saber cuáles eran esas molestias; tendría servicio médico gratuito y control familiar... Familia... El no quería saber nada de familias, la suya lo había abandonado.

SoleilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora