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Estaba en el punto límite de mi cabreo

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Estaba en el punto límite de mi cabreo. Esos dos me tendrán que dar muchas explicaciones. Conforme iba avanzando el coche me iba poniendo cada vez más nerviosa y más enfadada a la vez.

Fui todo el viaje pensando en mil cosas, absorta y sin prestar atención a lo que hablaban los demás en el coche, hasta que dos manos pasan frente a mi cara y dan una palmada. Me sobresalto por el susto que me ha metido y me pongo una mano en el pecho.

—Wayde —lo nombro —, me has dado un susto de muerte —intento tranquilizarme mi respiración.

—Estabas en la inopia Rox —me dice —. ¡Vamos! Tenemos que ir junto a los demás, ya hemos llegado al lugar, espero que no se hayan alejado demasiado, porque con tanta gente que hay no los encontraríamos en un rato, yo por estos sitios me pierdo —habla preocupado.

Me dispongo a salir de la parte trasera del coche con un poco de dificultad. Cuando creo que no me va a pasar nada y no me voy a tropezar, me pasa siempre lo contrario. Me caigo. ¿Cómo? Pues tropezándome con el pie derecho. Wayne que lo estaba viendo todo viene hacia donde estoy yo y me ayuda a levantarme del suelo. Me pongo de pie con la ayuda de él y noto que tengo algunos rasguños en las piernas y en los brazos, pero no es nada que se pueda curar fácilmente.

—¿Estas bien Roxy? —Me pregunta preocupado.

—Si tranquilo, solo son rasguños, casi no duelen —mentía. En verdad si dolían y escocían, pero hay cosas más importantes que hacer ahora mismo, que detenernos en curarme las heridas —. Vamos con los demás.

—Vamos entonces.

Nos dirigimos hacia donde estaban los demás, que se estaban adentrando hacia un mar de gente que estaban rodeando algo, no sé el que, no llegaba a verlo.

Nos dirigimos hacia allí a paso ligero. Conforme nos íbamos acercando al bullicio se iba escuchando como coreaban un nombre, pero desde aquí no podía escucharlo bien, pero me hacia una idea de quién podría ser esa persona.

Kilian.

Nos metimos entre la gente, iba empujando a todas las personas para poder pasar, algunas gruñían en mi dirección pero las ignoraba olímpicamente y seguía mi recorrido. Una mano agarrando mi muñeca me detuvo y me gire hacia la persona que lo hacía.

—Por aquí Rox —me señalo con la mano que tenía libre —, sígueme y no me sueltes la mano, en este lugar no hay mucha gente buena, que podamos decir —asentí de acuerdo con lo que decía y avanzamos.

A unos metros tenía a Kilian y a Jerome con todos los chicos al lado suyo. Estaban muy concentrados en la conversación que tenían. Seguramente les estarán diciendo que yo también estaba aquí y estaba muy cabreada con ellos. Los dos nombrados no se habían percatado de que yo estaba detrás de ellos pero los chicos si y pusieron los ojos en blanco y miraron en mi dirección para luego ponerla en ellos y viceversa.

Roxanne AikenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora