Yo era feliz, vaya que lo era, lo tenía todo. Ese todo por lo que debes luchar en la vida y te dicen de pequeña que es lo que debes alcanzar y si lo obtienes, entonces estarás...completa, una mujer entera. Había estudiado muchos años para adquirir un título y luché algunos otros para obtener un puesto en una compañía reconocida, sólida y profesional. Tenía una casa, un auto y un perro, no solo un perro sino el mejor perro del mundo; suena ilógico, pero el sí sabía escuchar, claro sin olvidar el hecho de que no habla ese es un punto importante.
A través de mi vida había formado buenas relaciones con los demás, ya saben amigos, compañeros; algunos van y vienen y otros permanecen, sin embargo, en general ese círculo de personas a mi alrededor siempre estaba ocupado. Mi familia era un tesoro, mis hermanos y mi mamá, mi padrastro, éramos una familia real a pesar de que mi padre nos había abandonado ya hacía mucho tiempo, cuando tenía dos años para ser exacta y mi mamá se había vuelto a casar. Ya ni recordaba que había tenido un padre que se había ido y la verdad no hacía falta, porque teniendo tres hermanos mayores y un hombre que mi mamá había escogido más como padre que como esposo, aunque era perfecto en ambos roles, no necesitaba de nada más. Ese hombre sin duda era mi padre, había pasado los últimos 25 años junto a él y no necesitaba en pensar en un padre ausente que no recuerdo. La ironía de la vida es que me parezco más a mi padrastro que a mi mamá y es en todo el sentido de la palabra, físicamente somos muy parecidos, nuestras actitudes son exactas y compartimos pensamientos y sentimientos bastante afines...y yo, aunque ya soy toda una mujer soy su pequeña princesa. Pocas personas saben que él es mi padrastro y no mi padre y los que lo saben comentan que tanto parecido debe ser señal de que, aunque no llevo su sangre, ni uno de sus espermatozoides luchó por llegar primero, él me procreó con el corazón y la verdad...a mí me funciona esa explicación.
Y para completar mi felicidad tenía un novio de esos de portada de revista, era un buen hombre, tenía todo lo que una mujer desearía para ser feliz. Jorge me amaba, de eso no cabía duda, me había propuesto matrimonio ya hacía algún tiempo y no había respondido afirmativamente, le expliqué que no estaba preparada, que no era el momento. Y ¿cuál era el momento?, comentó él en esa ocasión, si ya estaba realizada como mujer profesional. Había logrado mucho más de lo que esperaba y lo tenía todo, ¿qué más esperaba?, era el momento de poder realizarme como esposa, madre, compañera y tener una familia...y él tenía razón...si lo tenía todo, ¿por qué no podía disfrutar del todo?, todos podían soñar con lo que yo poseía porque esa era la felicidad que otros añoraban y ¿porque yo no me sentía plena?, ¿por qué no podía tomar decisiones que me llevaran a comprometerme para siempre en el amor?
El hecho que me hablaran de matrimonio e hijos hacía que me diera jaqueca por dos semanas y tres días; suena algo extraño ya que soy una persona comprometida, ahogada en miles de compromisos, pero en mi vida no había espacio para entregarme en cuerpo y alma...al menos no por ahora. Era obvio que algo le quería, ya estaba junto a él casi por dos años y me sentía bien a su lado, pero debo confesar que no era feliz, honestamente no lo era. Lo sabía, estaba segura de ello, pero lo ignoraba, ignoraba ese sentimiento a diario ocupando mi vida con las miles de cosas que tenía que realizar y si no, buscaba miles más para no tener tiempo para analizar mi situación. Mi vida era normal, así que... ¿por qué no disfrutar de mi normalidad?...
Mi trabajo siempre ha sido mi pasión más desenfrenada y en eso volcaba mi interés, mis pensamientos y mis días, no solo porque me deleitaba sino también porque era una forma de escape segura y menos dolorosa. Era el mejor lugar del mundo hasta...hasta que llegó ella. Si ella, la persona más grosera y egoísta que pude conocer sobre toda las faz de la tierra y si se puede de las constelaciones también. Era prepotente, arrogante, orgullosa, tenía un genio de los mil demonios y era...hermosa, demasiado hermosa para ser real, pero toda esa belleza era opacada por ese compendio de cualidades inaceptables para mí.
Su nombre era Katherina y era mi nueva jefa. Esa joven de tan malos hábitos y de pesadas actitudes era la hija del dueño de la compañía, había pasado sus últimos años en España dirigiendo las oficinas sedes en ese país. Ahora que su padre estaba deteriorado de salud ella tomaba las riendas de la empresa. Había escuchado tanto de ella durante estos años, su padre nunca cesaba de hablar de lo orgulloso que lo hacía sentir que ella se haya interesado por el negocio y continuara con los ideales de la familia.
La había visto varias veces antes en actividades de la empresa, cuando venía a visitar a su familia o en las decenas de fotos que decoraban la oficina de mi jefe, pero no había pasado de ser más que encuentros casuales. Ya me había hecho una imagen completamente opuesta de la mujer que se encontraba ocupando la oficina de su padre. La pensaba idéntica a él, sensible, honesta, humilde, sensata y con un carácter llevadero y dócil, sin embargo, eso no fue lo que encontré en ella, ¿la habrían cambiado en España todos estos años?, bueno no lo sé, lo que si sabía es que se me estaba haciendo difícil trabajar con aquella mujer, hermosa e insoportable mujercita...
ESTÁS LEYENDO
No todo lo que se ve es realidad (Sankh)
RomanceGabriela lucha en contra los sentimientos que crecen por su molesta jefa Katherina, en el camino se da cuenta de que no todo lo que se ve es la realidad...