Capítulo 14

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Desperté temprano en la mañana para dirigirme a la oficina con varios pensamientos en mente. Solo pensaba si fue buena idea salir huyendo anoche de esa habitación, si debí quedarme y decirle a esa "chica‟ que Kat era mía ahora, si debí pedir alguna explicación, si debí tomar a la tal Laura y ahorcarla con las cortinas de las ventanas...estaba segura que había tomado la mejor decisión. ¿Qué éramos?, esa pregunta aun no fue respondida en nuestras conversaciones, así que de alguna manera yo entendía que no era nadie para exigir explicaciones, nuestra relación; si existía alguna, no había pasado de miradas indiscretas, sensuales y lujuriosas, ricos y apasionados besos, caricias intensas, intimas... Ohh por Dios me estaba muriendo, el recuerdo de ese momento me aniquilaba cada minuto que pasaba, quería hablarle y preguntar quién era ella, que hacía ahí, que derecho tenía para besarla cuando yo solo quería ser la única que disfrutara de su sabor y delicadeza. Observé mi celular y había varias llamadas perdidas de Kat y un mensaje que decía, "debemos hablar, K‟.

Tomé valor y me dirigí al hospital, no solo para ver a Don Fer sino también para encontrarme con ella, porque ir a su casa era muy arriesgado, no sabía lo que encontraría allí. Llegué a la habitación con el corazón en la mano, si ella estaba ahí no sabía que decir, como dirigirme, como reaccionar...pero no estaba, suspiré no sé si en señal de alivio o desilusión.

- ¿Y cómo está el paciente más guapo de todo este hospital?

- Uyy, Gabriela, que alegría verte, ahora que mis ojos alcanzan a verte, estoy mejor.

- Ohh vamos Don Fer - le regalé una gran sonrisa por su comentario.

- ¿Y para mí no hay nada como, que enorme alegría ver al cuidador más guapo y rico de todo los hospitales del mundo? - escuché decir al hermano de Kat que estaba acurrucado en el sofá de la esquina.

- Buenos días al cuidador más engreído de todo el mundo. – dije con una de mis cejas alzada.

- Bah, yo pensé que quedarías derretida por este Adonis. - se sonrió y dijo suavemente. - pero ya veo que fue por Afrodita.

Abrí mis ojos hacia él, crucé mi brazo derecho sobre mi vientre y coloqué el otro sobre él para apoyar mi barbilla sobre mi mano y no poder contener la sonrisa que se asomó en mi rostro luego de tal comentario.

Cuando iba abrir mi boca para decir algo recordé las palabras de su hermana la noche anterior, "no ocultes con palabras lo que se grita con el rostro‟. Don Fer y él me miraban como esperando que respuesta estúpida saliera de mi boca. - ¿Y qué tal pasamos la noche? – dirigí mi pregunta a Don Fer.

- Yo muy bien, hija, ¿y qué me dices de ti?, no parece que pasaste la mejor de las noches.

Maldición, que bendita manía tenían en esta familia de saber lo que me costaba tanto esconder. - Muchas cosas que resolver en la empresa, así que mire a ver si se repone para que regrese porque me estoy volviendo loca con los proyectos, los empleados, la publicidad, el arte, las plantitas...

- Mi hija. - interrumpió el viejo tomando mi mano.

No pude más que suspirar y ofrecerle una media sonrisa, bajé mi rostro cerca de su oído y le susurré unas palabras que solo quedaron entre él y yo. Luego me aparté, le miré a los ojos y le besé en la frente.

- Bien Gabriela, has lo que debas hacer, pero no olvides que uno no escoge el amor, el amor nos escoge a nosotros. - fue su respuesta a las palabras que le susurré.

- Es hora de irme, solo quería estar segura de que estabas bien, ¿sí?

- Gracias.

Le ofrecí una gran sonrisa y comencé a caminar fuera de la habitación y sin girarme dije. - Te veo luego Adonis.

- Cuídate Calisto.

Desgraciado dije en mi mente, sino conociera a sus padres juraría que había nacido de una planta de plátanos y continúe mi camino por el pasillo hasta que me tropecé con ella. Si ella, la culpable de todas mis angustias, ¿cómo era que se llamaba? Laura, si esa era ella.

- Disculpa. - dije por haberla casi atropellado con mi cuerpo, pero no sintiendo la disculpa para nada.

- No hay problema. - dijo, para luego pasar su mirada por todo mi cuerpo y terminar nuevamente en mi rostro. - ¿Así que eres tú?

- ¿Perdón? - pregunté con mi entrecejo fruncido.

- Que eres tú la famosa Gabriela. Sabes, pensé que eras poca cosa, pero me equivoqué eres bonita. Ya puedo ver porque le llevó tan largo viaje un simple capricho a Kathia.

- No la estoy entendiendo, además no la conozco y usted a mí tampoco, así que no me hable como si me conociera. - dije fuertemente, pero sin perder la calma.

- Eres un capricho Gabriela, algo que Kathia deseaba poseer, ya sabes como una camisa nueva, un auto, un viaje de lujo. Una vez que te tuviese, que te hiciera caer; regresaría, estaba segura de ello.

Sus palabras me estaban taladrando el corazón y me lo estaba destrozando, sentía que se desangraba, la respiración me faltaba y no podía procesar toda la información que esa mujer me estaba ofreciendo. Ella tenía el conocimiento que esto me estaba doliendo, que me estaba afectando, pero no se lo dejaría ver, no le daría el gusto de verme en pedazos.

- ¿Qué te hace pensar que solo soy un capricho? - le pregunté encarándola.

Laura se quedó pensando para luego decir. - Mírate, sí, eres linda y todo eso, pero nunca le darás lo que yo le he dado todo este tiempo.

- Y si es tanto lo que le has dado, ¿por qué vino tras de un capricho tan insignificante como yo?

El silencio se hizo presente, su cara estaba desencajada y llena de enojo, hizo una mueca con su cara y dijo - Lo único que te pido es que te apartes, vine por ella y no voy a regresar dejándola aquí, soy todo lo que necesita y ¿tu?... eres un buen experimento de ciencias, así que estás advertida. - finalizó con sus manos en la cintura y con postura arrogante.

La miré con ganas de llorar, de gritar, de trapear el pasillo con su cabello y averiguar si era rubia de farmacia, pero...respiré, traté de que mi corazón no latiera más fuerte delatando mi dolor, debía mantener la compostura. Esta mujer a quien ni conocía no merecía verme quebrar, no aquí, no ahora...

Le sonreí con la sonrisa más hipócrita que pudo salir de mis labios y le dije con un cinismo descarado. - ¿No crees que la que debe decidir eso es ella?, me parece que es Katherina quien debe decidir quién es el capricho y quien es... ¿el amor? Además, recuerda que tan solo soy un capricho, ¿cuál es el escándalo entonces, porque la duda? - retomé mi camino hacia el ascensor porque si me quedaba un segundo más alguien moriría, ella, algún paciente en el hospital...yo, sobre todo yo que me estaba haciendo pedazos.


No todo lo que se ve es realidad (Sankh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora