Capítulo 13

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Varias horas después estaba en el hospital. Se sentía bien ver que Don Fer había despertado de su operación y dentro de su estado era el mismo curioso impertinente de siempre; ese viejo era un hueso duro de roer.

Tan solo verme entrar por la puerta preguntó con un poco de dificultad. - ¿Me trajiste mis "hotwings‟?

No pude más que sonreír. - Si las traje, pero cuando me revisaron en la entrada y me pasaron por el detector de comidas no autorizadas se las quedaron, apuesto que las enfermeras se las están saboreando ahora mismo.

- Por un demonio, vampiras descaradas y rateras. - dijo frunciendo el entrecejo.

Caminé hasta el, besé su mejilla y le dije al oído. - Prometo que cuando salgas de aquí y estés recuperado tendrás tus "hotwings".

Me sonrió cuando me alejé de su rostro y dijo. - Aun así, vigilaré a las vampiras nocturnas.

- Hey, guapa. - escuché decir tras de mí.

- Hola, extraña. – le respondí sintiendo que se me erizó la piel tan solo por escuchar su voz.

Kat se acercó, besó mi mejilla, me abrazó y susurró muy cerca de mi oído. - Te extrañé. - si no fuese porque estaba en un hospital y su familia estaba con los ojos puestos en nosotras la hubiese besado apasionadamente para demostrarle que también la había extrañado.

Ya lo dijo quien lo dijo, aunque no sé quién lo dijo, pero lo dijo, "lo que se ve no se pregunta‟, porque su familia se nos quedó observando con unas sonrisitas divertidas y en aprobación hacia nosotras. Kat se percató rápidamente, se separó del abrazo que me ofrecía y con una de esas sonrisas pícaras que embrutecen a cualquiera preguntó. - ¿Qué?, es mi mejor empleada.

Don Fer no se hizo esperar y respondió. - Sí que lo es, la mía también. - y casi inaudible. - pero no la miro así.

Kat me miró alzando sus hombros y me tomó de la mano dirigiéndome hasta un sofá que estaba en una esquina de la habitación. - Llegaste al fin - sin apartar su mirada de mi ojos. - Lo que dije antes de extrañarte es totalmente cierto.

- Lo sé, me quedó bastante claro. - le dije mirando en dirección a su familia.

- Te sentiste incomoda.

- No, como crees, muy al contrario, se sintió muy bien solo, quizás, fue un poco extraño porque sé muchas cosas que siento, pero no sé lo que somos.

Tomó mis manos para luego mirar mis ojos y decir. - Tienes razón, no hemos hablado sobre todo esto que nos ha pasado, ha sido muy rápido, ¿no?, además está el hecho de que tú nunca has tenido una relación con una mujer, obviamente, es algo nuevo para ti y para todos los que te rodean...

- ¿Crees que estoy confundida?

- La verdad no podría decir eso después que fuiste tú la que se me lanzó encima y me desea y me ha hecho el amor miles de veces en sus sueños más pervertidos y la que me mira con esas miradas llenas de deseo y lujuria...

- Shhhhhh. –la interrumpí mirando a todos lados. - Te van a escuchar, Katherina. – le pegué en el hombro. - Creo que este asuntito lo debemos hablar cuando estemos las dos solitas en la intimidad, ¿sí?

- Ya, pero tú y yo solitas en la intimidad, ¿estás segura que hablaremos? – preguntó con su ceja arriba.

- Oh vamos, Kat, ya es suficiente. – comenté visiblemente sonrojada.

- Bien cariño, lo hablamos luego, pero quiero que sepas que lo único que quiero eres tú.

Una sonrisa mordiendo mi labio inferior fue la respuesta a su comentario...todo lo que yo quería era ella...

- Oye amor, me olvidé decirte antes que los Royers quieren que viajemos a Florida en los próximos días para su presentación.

- Oh. - respondió sorprendida. - ¿qué les dijiste?

- Tuve que decir que si, aunque sé que tu no podrás estar, pero...

- Está bien, hiciste bien, podremos.

- Hola Kathia. - una voz interrumpió sus palabras desde la puerta.

Alcé mi vista para ver la silueta de una mujer esbozando una sonrisa y observando a Kat. Era una mujer muy bella, era alta, con un cabello largo rubio y unos rayitos castaños o ¿era castaño con rayitos rubios?, no lo sé, pero tenía unos ojos verdes muy expresivos que solo se dirigían a la mujer que tenía a mi lado.

Kat quedó rápidamente de pie como si tuviese un resorte que la llevó de prisa arriba, miró la mujer que estaba frente a ella para luego bajar la mirada y observarme con una mirada llena de algo que no alcancé a reconocer, pero pareció estar espantada. Apartó su mirada de mí para llevarla nuevamente hasta ella, la mujer caminó unos pasos, abrazó a Kat fuertemente, luego la apartó y besó sus labios.

En ese preciso momento sentí un golpe en el corazón y se me heló la sangre, bajé mi rostro, recogí un mechón de mi cabello para ponerlo detrás de mi oreja y puse mi mano en mi frente sosteniendo mi cabeza.

- Te he extrañado. - dijo la mujer.

- ¿Qué haces aquí? - le cuestionó Kat casi como un susurro.

- Solo estando contigo.

Alcé mi vista para mirar que a mí alrededor todos se miraban unos a otros sin alcanzar a mediar palabra. Me tropecé con la mirada de Amanda, la hermana de Kat; fija, profunda y llena de empatía. En un gesto casi imperceptible movió su cabeza en señal de la puerta y salió por ella. De alguna manera desconocida me levanté del sofá, miré a todos a mí alrededor, le regalé una sonrisa fingida y caminé hasta la puerta.

- Gabi, aguarda. - salió de la boca de Kat.

Me giré desde la puerta para observarla y luego mirar a la mujer a su lado que aún permanecía parada frente a ella esta vez con sus ojos puestos en mí.

- No, Katherina, ya es muy tarde, además ya sabes que tengo que organizar un viaje a Florida en los próximos días. - me sorprendí de lo dicho sobre el viaje, no estaba siendo sensata en ese momento. Miré a Kat, luego a ella, devolví mi mirada a Kat, le sonreí y salí de la habitación. Caminé como por inercia hasta toparme con Amanda en el pasillo.

- ¿Estás bien? - preguntó tomando una de mis manos.

- Sí.

Me miró entrecerrando sus ojos y dijo. - No tienes que ocultar con palabras lo que se grita con el rostro.

Bajé mi rostro y pregunté. - ¿Quién es ella?

- Es Laura, su expareja.

- ¿Ex? - la miré al rostro.

- No lo sé Gabriela, es un asunto que debes tratar con ella, ¿sí?

Asentí con la cabeza. - Me voy ya, si pasa algo con el viejo me dejas saber, por favor. - besé su mejilla y comencé a caminar hacia el ascensor. Una vez en el me giré a mirarle. - Amanda, ¿crees que si te envío unos documentos podrías aprobarlos?

- Claro, lo que necesites.

- Gracias.

Se cerró la puerta del ascensor y ya no la vi más. La tristeza me golpeó, esta vez más fuerte; esta vez cargada de muchos sentimientos, confusión, enojo, dolor...celos. Nunca había sentido algo así, pero era evidente que eran celos de esa mujer que besó sus labios frente de mí y no cualquier mujer, sino precisamente esa mujer, que de muchas maneras ha compartido más que simples besos y caricias con ella; que sin duda ha compartido parte de su vida. Y mis lágrimas no se hicieron esperar...


No todo lo que se ve es realidad (Sankh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora