Capítulo 10

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Ya nada fue igual, ni después de esa noche, ni nunca, no tenía dudas que era ella...era ella por quien había esperado sin saberlo, sin esperarlo. Era ilógico y estúpido resistirme a ese sentimiento, era absurdo luchar en contra de mi verdad. Aunque, para ser honesta sentía miedo; no duda, pero si mucho temor no solo de lo que sentía sino de mi familia, Lo que pensarían, lo que dirían, lo que harían, no me importaba lo que el mundo pensara; si me juzgaban o despreciaban, pero sería insoportable que las personas que más amaba me rechazaran. Ese sin duda era mi temor más profundo y desconcertante. Aun así, estaba segura de que lucharía por el amor que llegó a mi vida, que ya no sería la misma estúpida cobarde de años atrás.

- Hey, cariño llegas temprano. – Katherina me ofreció una hermosa sonrisa y besó mi mejilla.

- Sí, es que no pude dormir bien.

- Estoy aquí, así que no pases las noches soñándome. - comentó pícaramente apartando de mi rostro un mechón de mi cabello y aprovechando para acariciar mi mejilla.

Con una sonrisa en mi rostro le digo. – Presumida.

- Ufff jamás... pero anda niégalo.

- ¿El qué? Que te sueño en la noche y te pienso todo el día, que te extraño y añoro cuando no estoy junto a ti y que te deseo como una demente... - Cristo, trágame tierraaaaaaa, me sorprendí del comentario tan explícito, XXX para ser específica.

- Ohh, ¿me deseas como una demente? – preguntó totalmente sorprendida tomando mi mano, enlazándola a la mía y posando su lengua en la comisura de su labio; la sola acción me hizo hervir la sangre.

- Bueno yo...no quise decir...es que...

- Uyy se me sonrojó la Señorita Anderson, me encanta cuando tartamudeas, pero solo por mera sádica y mórbida curiosidad, ¿tanto así me deseas?

Inhalé cerrando mis ojos y al abrirlos ella estaba más cerca de mí con su mirada atenta a los míos. - Nunca he deseado nada más en mi vida con una pasión tan desenfrenada como ahora. - dije aceptando mi realidad.

- Mmm, ufff, demonios parece que el aire acondicionando no está funcionando bien. - realizó una acción de estar acalorada. - ¿No sientes el calor que emana de alguna parte? - se detuvo a observarme con una mirada inquisidora. - ¿Que sucede cariño?

- Es solo que...no se Kat, igual me da un poco de miedo... - dije mirando nuestras manos entrelazadas.

- ¿Desearme?

- No es eso, es que...bueno, si me da miedo este deseo tan ardiente que nace dentro de mí porque nunca me había sentido con una necesidad tan incontrolable, pero yo...nunca...

- ¿Tú nunca? - tomó su mano y alzó mi barbilla para así encontrarme con esos hermosos ojos que me enloquecían.

- Ohh, demonios Kat, nunca he estado con una mujer, tú sabes el...

- Vaya - fue lo único que alcanzó a salir de su boca acompañada de una risa descontrolada.

- ¿Estoy hablando algo serio y tu solo te ríes?, te veo muy divertida con el asunto. – fruncí el entrecejo.

- Cariño, no es que no lo tome en serio, es sólo que... ¿qué piensas?, que cuando hagamos el amor serás un asco, yo me desilusionaré y saldré corriendo en busca de quien satisfaga mis más íntimos y pecaminosos deseos y necesidades sexuales.

- Algo así.

- Gabi, ¿sabes? –comenzó a decir con gran seriedad - cuando dos personas hacen el amor es eso, hacer el amor, donde se involucra sentimientos, donde la necesidad del cuerpo es la necesidad del corazón, la misma necesidad del alma, donde esperas ser amada en cada fibra de tu ser, en el todo no solo en una necesidad carnal. Es un acto sublime donde, quizás, necesitas saciar un deseo, una llama que te quema, también, es un acto donde dos personas que se aman se entregan sin inhibiciones. Yo te deseo, Dios, no sabes cuánto, pero no tan solo deseo poseer ese cuerpo que me paraliza, me enloquece, me calienta; más que eso deseo poseer tu corazón y tu alma, deseo tenerte completa y eso no tiene nada que ver con tu desempeño en la cama, aunque sé que será genial. - afirmó esto último mordiendo su labio inferior. - Cariño yo no quiero que duermas conmigo, yo tan solo quiero amanecer contigo.

Sus palabras me derritieron, me hicieron vibrar, me hicieron sentir ganas de llorar y pensé, Cristo, es tan hermosa, brillante, sensual...y cada día que pasa siento que la amo más... ¿qué la amo más? Sí, que la amo...la amo...- yo te...- la miré profundamente perdiendo el aliento y sintiendo que mi cuerpo desfallecía.

Kat se acercó y me besó dulcemente en los labios - Esto es paso a paso, juntas de la mano, amor.

- Sabes, de la manera en que describes lo que es hacer el amor, llego a la conclusión de que yo nunca lo he hecho. No sé lo que es entregarme, no sé lo que es involucrar el cuerpo, el corazón y el alma, no sé lo que es amanecer con alguien, no logro reconocer esos sentimientos en ninguna parte de mis recuerdos y experiencias.

- Cariño, aprenderemos juntas, ¿te parece?, pero si no quieres...

- Ohno, como crees, yo la verdad he pensado en hacerte el amor millones de veces y ha sido exquisito, mágico, increíblemente fantástico, jodidamente perfecto. - dije como una confesión que alivió todo mi ser.

- Uh, soy materia dispuesta entonces – terminó con una mirada que me pareció muy sensual.

- Rayos, no sabía que fueses tan fácil. – le dije pretendiendo estar molesta y atrayéndola por la cintura hacia mí.

Kat sonrió y se dedicó a besarme profundamente, intensamente, húmedamente, solo despegó sus labios de los míos para susurrar. - Solo contigo, mi amor. - luego pasó su lengua por mi labio, regresó a besarlos con la misma intensidad y ser interrumpidas por el sonido de su celular, maldito, infeliz e inoportuno celular.

- Mierda. - dijo Kat visiblemente molesta. - ¿Qué?, no por Dios, no puede ser, ya salgo para allá inmediatamente - puso sus manos en el rostro, respiró y me miró con una cara de angustia que jamás le había visto. - Es papá, está en el hospital.

- Oh, santo cielos. - la tomé de las manos y le miré a los ojos. - Tranquila amor, respira, todo va a salir bien... ¿quieres que te acompañe? - le pregunté algo insegura.

- ¿Lo quieres?, eso me haría muy bien.

- Por supuesto. - tomé su rostro en mis manos, lo acerqué a mí y besé su frente. Posé mi vista en sus ojos, esos ojos que solo dejaban ver mucho temor y dije. - Vamos, ¿sí? - tomé su mano y salimos caminando de prisa por el pasillo con dirección al hospital.


No todo lo que se ve es realidad (Sankh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora