Capítulo 15

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Esta vez al cerrarse las puertas del ascensor, ya era imposible contener mis lágrimas, estaba rota. Mientras miraba los números del ascensor cambiar, mi único pensamiento era en las palabras de esa mujer, "capricho", "experimento de ciencias‟; ¿acaso era cierto que yo era solo un juego?... no podía ser. Esto no estaba pasando, ahora que estaba segura, ahora que encontraba mi felicidad.

Al abrirse las puertas del ascensor alcancé a ver a Amanda y su madre que esperaban para subir. Como pude disimulé mis lágrimas, pero no pude, ya era tarde. Las miré con una mueca que trató de ser una sonrisa. Ellas se miraron una a la otra, la madre de Kat se acercó, besó mi mejilla y en mi oído dijo suavemente. - Gabriela, no todo lo que se ve es realidad, no todo lo que se escucha es la verdad. - y se alejó subiendo al ascensor. Amanda tomó mis manos y luego subió una hasta mi rostro y limpió el rastro de esas lágrimas que había dejado salir sin vergüenza ninguna.

- ¿Has hablado con ella?

Moví mi cabeza de un lado a otro en señal de una respuesta negativa.

Se acercó más, me abrazó y dijo. - Sabes, en ocasiones viajamos el mundo entero buscando algo, ese algo que deseamos, que añoramos, que necesitamos, pero no sabemos qué es y sin embargo cuando encontramos ese algo que no sabíamos que buscábamos, reconocemos de inmediato que nuestra búsqueda ha terminado. El Alquimista hace un viaje en la búsqueda de su tesoro y pasa los años luchando y atravesando difíciles momentos solo para comprobar que su tesoro estaba en casa, justo donde comenzó todo, pero más que eso Gabriela. - se apartó y me miró a los ojos. - El alquimista se hizo sabio en su travesía y cuando regresó era otra persona segura de lo quería en la vida...debes hablar con ella, ¿sí? - besó mi mejilla y me sonrió. La miré y continúe mi camino hacia fuera del hospital.

Hoy era el día en que todo el mundo pretendía hablar en claves y si alguien más me hablaba en clave lo enviaría directo, sin escala y sin boleto de vuelta a las islas del carajo. No tenía las ganas, ni la capacidad de prestar atención y analizar las benditas claves; que si no todo es lo que se ve, que si el alquimista, que mi importa el maldito alquimista ahora, ¿por qué no me hablaban directamente? Al menos un, sabes Gabi eres una tonta, idiota, ilusa pensando que Katherina te tomaría en serio, ella es una mujer que puede tener algo mejor que tú. Sin duda, eso dolería mucho, pero era mejor que Afrodita y el Alquimista, mucho mejor.

Llegué a la oficina y resolví meter todo mi tiempo en la infinidad de cosas que debía resolver, traté de hacerlo, juro que traté, pero mientras trabajaba me asaltaban pensamientos de ella, cada vez que me tocaba, cada vez que me besaba, que me miraba y me hablaba como susurro en mi oído, Dios, ¿cómo pude ser tan tonta? Yo era solo su capricho y me había enamorado de ella, estaba enamorada de ella, seguía enamorada de ella...la amaba. Puse ambas manos en el escritorio y doble un poco mi cuerpo hacia él, descansando parte de mi torso y bajando mi cabeza.

- Cariño, ¿podríamos hablar?

Esa voz tan familiar me hizo girar rápidamente hacia ella, me quedé apoyada en el escritorio porque si daba algún paso, sin duda sentiría desfallecer. - ¿Trabajo o placer? - fue lo único que respondí cruzando mis brazos frente a mi pecho.

Me miró sin ningún tipo de gesto en su rostro. - Ninguna de las dos, sino sobre nosotras.

- ¿Y no es lo mismo, Katherina?

- No te entiendo, Gabi. - dijo esto entrecerrando sus ojos.

Me giré nuevamente hacia el escritorio, dándole la espalda. - Que soy tu caprichito más suculento. - esta vez me giré nuevamente y la miré con mis ojos llenos de esas lágrimas que no quería que salieran. - Sabes, es halagador que hayas venido hasta acá de tan lejos para solo ser tu proyectito de feria científica.

No todo lo que se ve es realidad (Sankh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora