Capítulo 12

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La semana fue terrible, la operación se había pautado para el mismo día de la entrega del proyecto. Los días me consumían en la oficina y lo único que deseaba era estar con ella. Me entristecía sentir que de alguna manera la dejaba abandonaba en estos momentos tan difíciles, pero también tenía la satisfacción de que de alguna manera estaba completando sus deseos y planes para la empresa.

Llegó el día de la entrega del proyecto y me estaba muriendo de nervios, primero porque era el día de la operación de Don Fer y segundo porque tendría que estar sola en la reunión con los clientes; en cualquiera de los casos deseaba que ella estuviese a mi lado.

Llegaron los clientes, disculpé a Kat por no estar presente en la misma y comencé por exponer todo el arduo trabajo de estos pasados dos meses. La reunión fue una victoria, aunque las piernas me temblaban y sentía que mi corazón estallaría de nervios, me enfoqué en pensar que si llevábamos dos meses sin vida trabajando en este proyecto no era posible que fuera tan morupida en estropearlo justamente el último día.

Su única exigencia fue que viajáramos hasta Florida y estar en la presentación del trabajo en unos tres días, fue una petición sutil que sonó más a una obligación laboral. Obviamente acepté con una sonrisa fingida mordiendo mis dientes pensando, carajo yo estaba segura de que teníamos suficiente de ustedes. Estaba segura de que Kat no podría viajar y que tal vez y solo tal vez otra persona podría representarnos en Florida; no quería pasar más tiempo lejos de la situación por la que estaba atravesando. El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos.

- Hola, cariño. - escuché a Kat decir del otro lado.

- Hey, ¿cómo está todo por allá?

- A Dios gracias mejorando. Ya está en recuperación y la operación fue un éxito. - dijo con gran entusiasmo.

- Eso es increíble Kat, estoy muy feliz, estaba segura que sería así.

- Y, ¿cómo fue la reunión Señorita Anderson?

- Bueno debo darte la mala noticia que los clientes quedaron encantados conmigo, así que tomé todo el crédito, además que me invitaron a cenar y luego a tener sexo desenfrenado en una orgía llena de alcohol y drogas alucinógenas. - sonreí descaradamente.

- Hjum, y tú ¿aceptaste?

- Bueno...

- Si, sobre mi cadáver.

- ¿Tener sexo desenfrenado en una orgia?

- No cariño, el que te llevaras todo el crédito. - escuché una carcajada del otro lado del teléfono.

- Vaya, eso es bueno saberlo. – respondí completamente decepcionada.

- Gabriela Anderson el único sexo desenfrenado que tendrás en tu vida será conmigo y a la única droga a la que te harás adicta es a mi sensual y escultural cuerpo. – completó Katherina en un tono amenazante, pero obviamente fingido.

- Pretenciosa.

- Bueno fuiste tú la que dijiste que me has hecho el amor miles de veces en tu mente y que me deseas... ¿cómo fue?... ahh si, ¿cómo demente?

- Si como demente. – no pude evitar morder mi labio inferior.

- ¿Y aun lo haces? - la pregunta no se hizo esperar.

- Por Dios...

- Lo sabía, es que soy.... mmmm...a ver, ¿irresistible?

- Sin duda lo eres.

- No más que tu cariño. A ver cuéntame en serio que pasó con los pervertidos de la orgía.

- Un éxito, quedaron más que satisfechos, encantados, así que los tenemos como nuestros fieles clientes.

- Eso es fantástico, felicidades, Señorita Anderson.

- No, felicidades a ti Señorita Ferré.

- Gracias.

- ¿Por qué?

- ¿Cómo que por qué?, por todo, por aceptar el proyecto, por trabajarlo junto a mí, por presentarlo mientras yo tengo mi situación, por no tomar todo el crédito obviamente, por estar junto a mí en este momento...

- Me hubiese gustado estar más presente a tu lado. - dije con sentida tristeza.

- ¿Bromeas?, has estado presente todos los días cariño y te has echado todo este proyectazo encima tu sola, si eso no es estar presente no sé lo que es entonces. Eres mi apoyo, mi sostén, mi hombro en que llorar, eres mi amor hace ta.......- y guardó silencio.

Ese silencio que guardábamos cuando por alguna razón no nos sincerábamos completamente, cuando queríamos decirlo todo, pero las palabras eran silenciadas por el eco de algo desconocido; ese algo que nos impedía desnudar el alma completamente una frente a la otra.

- De eso se trata ¿no?, de estar junto a la persona que amas cuando lo necesite y cuando no también y tú eres esa persona para mí. - moví mi móvil de mi oreja, lo puse en mi frente y comencé a darme golpes en la frente con el...idiota, idiota, Gabriela eres una idiota, llevé mi móvil nuevamente a mi oído. - Amor, dentro de unas horas salgo de acá y te veo en el hospital, ¿sí? – traté de desviar la atención de lo que había dicho antes.

- Perfecto, cariño. - hizo un silencio y luego dijo. - Gabriela.

- ¿Sí?

- Ehhh...no, nada importante, te veo más tarde, cariño, espero que no se te ocurra estar haciendo orgías con los clientes.

- Ni pensarlo, ya me quedó muy claro a que me estoy haciendo adicta.

– sonreí.

- Que mal te va, mira que no hay rehabilitación para esa adicción.

- No importa seré una adicta feliz.

- Eso me gusta...entonces adicta, ¿te veo más tarde?

- Dalo por hecho.

Ya no había duda, esa mujer me hacía sentir las cosas más increíbles, maravillosas, fantásticas, pero aun así me preguntaba porque el temor me acobardaba cuando pensaba decirle todo lo que me hacía sentir... ya lo había decidido la próxima vez que la viera no me cohibiría de decirle que la amo y...demonios, me olvidé informarle del viaje a Florida, bueno le diría en un rato cuando hablara con ella.


No todo lo que se ve es realidad (Sankh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora