Capítulo 8

2.9K 158 17
                                    

Abrí mis ojos para encontrarme en una habitación extraña y un segundo después sentí un dolor de cabeza insoportable que me hizo permanecer más tiempo en la cama en donde tuve algunos "flashbacks‟ que me hicieron sentar de repente y poner mi manos en mi rostro. Esto debió ser un sueño, Gabriela Anderson, respira...respira, eso es, tranquila no pasó nada, giré mi rostro a mi costado para ver una camisa de Kathy sobre la cama, la tomé entre mis manos y la llevé hasta mi nariz donde respiré todo ese aroma que me enloqueció y trajo más recuerdos a mi mente...-Prometo solemnemente sobre esta camisa y recostada en esta cama no consumir más alcohol en todo lo que reste de mi pervertida y descarada vida...- recité como una oración en voz baja y... ¿ahora?...muchos sentimientos, muchos pensamientos. Bueno resolvería que la ebriedad haría su trabajo, muy cobarde de mi parte, pero más seguro... ya que estaba caminando sobre arena movediza y si me descuidaba me succionaría sin piedad.

Caminé hasta la cocina donde la encontré en la preparación del desayuno, ohhh Dios es tan bella, es irreal, es tan...

- Hey, cunetera, ¿cómo te sientes? - con una sonrisa de oreja a oreja.

La miré entrecerrando mis ojos. - Ehhhh, cunetera nada, terminé ebria en tu casa no borracha en una cuneta...y bueno me siento como si hubiese boxeado 15 rounds. - puse mis manos en la barra de la cocina y bajé mi cabeza sobre ellas.

- 12 - le escuché decir.

- ¿Qué?

- Cariño, son 12 rounds no 15 – inevitablemente bajé la mirada un poco sonrojada percatándome que me había llamado cariño, mientras me daba la espalda para continuar con su faena y a mi esa palabra me hizo estremecer todo el cuerpo.

- Por eso, así me siento como que fueron 15 y lo peor es que perdí, rayos - traté de reír, pero se me partió la cabeza en dos con tan solo intentarlo. ¿Que estaba pensando ella? Acaso diría algo como "Gabriela lo de anoche fue un error y espero que ahí se quede todo este asunto así que no tenemos por qué hablar sobre ello" y yo solo pensando en lo delicioso que sería sentir sus labios sobre los míos, una vez más. Maldita cobarde porque no vas y la tomas en tus brazos y le dices que sientes lo mismo por ella ebria, sobria, de día, de noche, en el trabajo, en la casa, despierta y dormida...

- ¿Café?

- Por favor.

- ¿Dormiste bien?

- Como nunca.

- Si lo sé, roncaste toda la noche. – dijo mientras se asomaba en su rostro una sonrisita divertida.

La observé con la ceja arriba. - No ronqué.

- Si lo hiciste.

- Oh, vamos, no lo hice o ¿sí? – completé con cara de genuina preocupación.

Con una carcajada sonora Katherina dijo. - Tu cara es de total espanto, la verdad es que fuiste buena compañera de cama.

- Cuando quieras. – dejé salir rápidamente sosteniendo mi cara con mi mano sobre la barra de la cocina. Le sonreí sin dejar de mirar toda la piel que se escapaba de la poca ropa que llevaba, muy poca ropa diría yo, debería ser un delito andar en esos paños...

Se hizo un silencio eterno entre nosotras como quienes quieren decir tanto y no se atreven a decir nada. Yo hacía como que no recordaba nada y ella pensaba lo mismo y así quedamos con nuestras miradas diciéndolo todo y con toda una gama de sentimientos guardados. Me quedé callada, pero estaba segura de algo, estaba...enamorada de esa mujer y por más que luchara en contra de ese pensamiento, más acrecentaba el sentimiento, el deseo y la necesidad de ella. Y aunque estaba siendo cobarde con ella

tenía que ser valiente en aceptar que ella era el centro de mi vida y era momento de completar lo inconcluso en mi vida.

Quedé con Jorge de encontrarnos en mi casa horas más tarde ese mismo día. Había llegado la hora de dar respuesta a la propuesta que tanto había evitado. Y por primera vez estaba segura de hacer lo correcto para todos. Era el momento de hacer las cosas a tiempo, sin lastimar a nadie, aunque la única que saliera dañada fuera yo.

- Jorge, yo...necesitamos hablar - dije con la mirada perdida.

- Hace mucho Gabriela, hace mucho tiempo que debimos hacer esto.

- Lo sé, créeme que lo he intentado con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mí ser.

- ¿El qué?

- El tomar un decisión y que mi respuesta fuese un sí. Eres un gran hombre, eres extraordinario y...

- Y si soy todo eso que dices porque tu respuesta es no, ¿por qué no quieres casarte conmigo Gabriela?

- ¿Por qué no puedo casarme contigo Jorge?, porque junto a mí, serías el hombre más infeliz del mundo, no podría hacerte feliz como mereces, yo te quiero muchísimo, pero...

Me interrumpió con una mirada llena de gran tristeza - Pero no me amas, ¿cierto? - se acercó hacia mí y me miró esta vez a los ojos - siempre lo he sabido, pero juré que haría lo posible porque llegaras a amarme, que podría luchar en contra de miles de demonios que no reconozco, pero que estoy seguro llevas dentro...he vivido esperanzado tanto tiempo de ver en tus ojos la llama del amor, que me vieras como el todo de tu vida, que te derritieras por mí, que me desearas - sonrió con algo que pareció más una mueca - pero no lo logré.

Unas lágrimas se apresuraron a recorrer mis mejillas. - Lo siento Jorge, todo esto es mi culpa, quizás debí luchar más.

- No, solo debiste hablar antes y expresar tus sentimientos, aun así, debo reconocer que estamos a tiempo de ser sinceros y poder ser felices, aunque no sea juntos - tomó mis manos con un gesto dulce -te amo Gabi, pero no puedo obligarte a que tú hagas lo mismo, entonces estaría siendo egoísta porque no eres feliz a mi lado y muy idiota mintiéndome a mí mismo...y me duele, claro que me duele, pero el amor es de dos y en esta situación lamentablemente siempre he sido yo.

A esta altura no podía contener mis lágrimas porque el dolor que sentía dentro era muy punzante, no me había equivocado, Jorge era un hombre extraordinario. Aun así, no le amaba, no ahora, ni al comienzo, sino nunca, de alguna manera lo engañé todo este tiempo, o al parecer no...pero a quien he engañado por mucho es a mí, no sabiendo o no queriendo reconocer mi esencia...

- Jorge, perdóname, tú no tienes por qué pagar por mis indecisiones y mi cobardía, yo no quería...

Y me abracé a él como nunca lo había hecho, con la seguridad de que por primera vez en mi vida estaba haciendo lo correcto, por mucho que nos doliera esa era la verdad, Jorge no es y nunca fue el hombre de mi vida y muchos dirán entonces, ¿por qué estabas con él?... ¿porque era mi mejor opción para no reconocer mi realidad?,¿por qué tenía miedo de ver esa realidad?, ¿por qué no había encontrado el amor?, ¿por qué pensé que podría luchar mucho y rendirme al amor que él me entregaba? No lo sé, tantas razones lógicas o ilógicas que llegan a una sola conclusión...no le amaba. Y quizás yo no tenga futuro con ella porque no sé cómo lidiar y como continuar con este sentimiento, pero tampoco tengo futuro con Jorge y ahora que estoy segura de lo que quiero, aunque no lo alcance, debía solucionar toda una vida de preguntas, inseguridades y miedos.

Y ¿ahora qué? ... honestamente no sabía cómo proseguir, pero estaba segura de que no lucharía más contra mis sentimientos, no estaba lista para nuevas batallas, en esta ocasión me rendiría si era necesario.

Los días continuaban, Kat y yo no habíamos cambiado nuestro trato una con la otra después de aquella noche, pero ahí estaban los sentimientos en silencio, las miradas, los roces, los comentarios pícaros subidos de tono y la necesidad...esa necesidad de tenernos cerca era lo único que nos confirmaba lo que nuestras voces callaban. Aunque me moría por gritarle lo que me enloquecía y esta vez totalmente sobria, pensaba idiotamente que aquella noche ella solo se dejó llevar, que ni siquiera le había gustado nuestro beso o simplemente no tenía sentimientos hacia mi...me pude equivocar en eso...


No todo lo que se ve es realidad (Sankh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora