10. Black Sabbath

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El helicoptero aterrizó sobre el buque de Oarai pasadas unas cuantas horas desde la mañana. Abrí la compuerta y Laika fue la primera en bajar del vehículo áereo hacia el exterior.

Los tanques de la escuela estaban apenas saliendo hacia su práctica matutina, posiblemente era algo propio de todas las escuelas tener este tipo de rutinas. Antes de que sucediese lo de Mara era usual tenerlas.

Ahí estaban los tanques que recordaba de la batalla de Magdalena: el M3 Lee, con sus dos cañones al frente y el símbolo de un conejo rosa con cuchillos, a este le seguía el cazacarros StuG III con el hipopotamo y atrás de él se hallaba saliendo el Char B1 bis, tan grande como la última vez que lo ví.

Bajé la mirada hacia la perra y ella batía su cola alegremente, casi como estuviera esperando ordenes de mi parte. Luego volví a alzarla, notando como un Chi-nu abandonaba el garaje junto al amarillo Hetzer y el Tipo 89 que mi equipo derribó en la selva cuando fuimos al rescate de nuestos aliados.

Por último, pero no menos importante, el Panzer IV de Miho salía de la compuerta principal. Asomó primero el cañón hasta que apareció por completo, dejando ver su blindaje lateral con el dibujo comico del pez rape sobre su pintura. La cabeza y el torso de la hermana de Maho sobresalía de la escotilla principal de la torreta con su uniforme usual de la academia, a diferencia de Kuromorimine que se debía usar el uniforme de Panzerfahren incluso durante las practicas.

Ella volteó su mirada hacia los laterales hasta dar conmigo. No pude escucharla debido a la lejanía, pero puedo decir con certeza que lanzó una exclamación al verme. Bajó su cabeza hacia los adentros del blindado y dio unas ordenes, las cuales dirigieron el tanque hacia donde yo me encontraba con la perra.

El Panzer IV llegó frente a mí en cuestión de segundos. Laika fue hacia el frente del mismo y saltó hacia el chasis, incursionando a los interiores del vehículo de combate, golpeando el rostro de Miho con su trasero en el proceso, causando un revuelo en la tripulación.

Silbé y ella salió del tanque luego de que la artillera abriera su escotilla y volviese a caer sobre la tierra del campo. La comandante de Oarai sacó su cuerpo del tanque y dio un pequeño salto al chasis y luego aterrizó en el suelo. Se estremeció un poco y posó su mirada sobre mi rostro.

Mis manos estaban intranquilas y la derecha sostenía el tarro que Kikuyo me había dado antes de partir, se estremecía y toqueteaba el metal de la misma; le abría y le destapaba, y sentía como la boca se me secaba pidiendo que bebiera.

Miho observó las cicatrices sobre mi rostro. La evidencia de que Mara me había pisoteado con toda la fuerza que tenía ese día; se mostró sorprendida, pero al mismo tiempo parecía aliviada, como si hallarme fuera una señal de que su hermana se encontraba a salvo.

—Lamento llegar de esta manera —dije, empezando la conversación.

—No, no —respondió negando con su cabeza —. Me alegra que estés bien, si tu estás aquí quiere decir que Onee-chan también lo está. Pero, tu...

—Ah... sí —toqué la cicatriz más notable, la cual estaba sobre mi nariz —. Fue un regalo de despedida de Kuromorimine.

—Ya veo... ¿Cuál es la razón de que te encuentres en Oarai? ¿Tiene que ver con Onee-chan?

Bajé el rostro, posiblemente ella sabía de la situación en la que se encontraba su madre en ese momento. No sabía lo que tramaba Mara con seguridad, posiblemente solo deseaba quedarse con Kuromorimine y evitar que Maho y yo nos metiesemos en sus asuntos al secuestrar a mi maestra. Sin embargo, algo dentro de mis interiores me decía que esto no podía ser así; conocía bien su deseo por conseguir lo que quería y su gusto por someter a quienes anhelaba.

Serie Fanfic Girls Und Panzer #2: Los Dos SablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora