Capítulo 1

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—Presente—


El viento golpea su cara y la suave brisa juga con su cabello; toma las solapas de su chaqueta y tira de ellas hacia su cuerpo para resistir el frío repentino que se cuela.

Suspira profundo y sus ojos se llenan de lágrimas involuntariamente, aprieta la mandíbula tratando de detener la sensación que le inunda y sacude la cabeza con desespero.

El olor del mar se cuela en aquel suspiro y el sonido de las olas retumba en un corazón que a veces parece dormido. La arena fría bajo sus pies descalzos sacude sensaciones que parecían adormecidas y la brisa suave le susurra recuerdos de otros tiempos.

Hay lugares que despiertan recuerdos que parecen dormidos; imágenes, olores y sonidos que nos llevan por caminos que parecían olvidados y nos transportan a otros momentos.

Un tiempo donde la vida era más simple y sin preocupaciones, donde todo parecía más fácil, independientemente de si el mundo se estaba desmoronando a nuestro alrededor.

Un tiempo en el que jugar siempre era eterno, donde una historia era suficiente para espantar el miedo, donde los héroes derrotaban a los villanos y el bien triunfaba sobre el mal.

Un tiempo donde la vida se hacía de sueños y esperanzas, de ilusiones y deseos. Una época en la que se podía alcanzar la montaña más alta simplemente cerrando los ojos y un abrazo era suficiente para hacer retroceder la oscuridad.

¿A dónde fueron esos tiempos?

La mujer sonríe al recordar cuando apenas era una niña y como secuencias, los recuerdos, de toda una vida, pasan por su mente.

Frunce el ceño y resopla con cansancio cuando siente las lágrimas acumularse en sus ojos. Aprieta la mandíbula en un intento por detener las emociones, pero todo lo que consigue es ver aún más difuso por la humedad que se acumula en sus ojos.

Coloca las manos en su cintura, inclina su rostro y mira la arena. Sacude la cabeza, no quiere llorar, pero las lágrimas caen por sus mejillas sin poder contenerlas.

Con impotencia y dureza pasa el antebrazo por su rostro y seca sus lágrimas, pero las emociones se apoderan de ella como un vendaval.

Se inclina hacia adelante, apoya las manos sobre las rodillas y rompe a llorar completamente abatida.

Llora por lo que siente, por lo que ha sentido, por las muchas veces que no ha llorado y por todo lo que ha reprimido. Siente la tristeza anclada profundamente en su interior y en medio de la soledad se permite sentir sin restricciones.

No puede controlar los sollozos y su cuerpo tiembla incontrolablemente, sin embargo, no pasa mucho tiempo antes de enderezarse y obligarse a recuperar el control.

Inhala y exhala repetidas veces con la intención de recuperarse de la angustia repentina que se apodera de ella. Levanta la cabeza y mira al cielo, vuelve a respirar profundo, cierra los ojos por un momento y los vuelve a abrir.

Mira hacia arriba y contempla el vasto cielo, que pareciera caer sobre ella en cualquier momento. Se siente pequeña bajo tal inmensidad y por un momento desea poder encontrar allí, las respuestas que tanto necesita.


* * * * * * * * * * *


—Hace algún tiempo atrás—


Nada es lo que parece cuando, en algún momento, nuestros sentidos están distorsionados; el tiempo se vuelve loco, los espacios se transmutan y los pensamientos se confunden.

Un viaje inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora