Capítulo 36

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—Trato es trato— dije con las últimas fuerzas que me quedaban. —Me entrego a cambio de Tobías y Cande—
—Respetaré la palabra de honor— habla Iliana. Le odio con todas mis fuerzas.
Me rompe el corazón que ella este separándome de lo que más amo en este mundo.
Y me lo rompe aún más que yo esté cayendo en su estupido juego.
—Suéltenlos— ordena y de un momento a otro dos sujetos traen a Cande y Tobías. Pero ellos no me ven, están vendados.
—Ha sido muy valiente de tu parte, te admiro. Siempre tuviste esa fuerza que a mi me faltó, vámonos, Martina—
—¡¿Martina?!— grita Tobías. —¡Sal de aquí, babosa! ¡Corre! ¡Vete!—
—Oh, Tini. No tenías porque haber hecho eso...— Llora cande.
—Díganle a Jorge que lo amo— fue lo ultimo que dije antes de que me llevaran a una camioneta negra y me sedaran.

Jorge POV:

Mañana es el gran día. Mañana por fin podré compartir mi vida con Martina para siempre.
Es verdad que hemos estado juntos desde que tengo memoria, pero ahora será mi esposa y eso nada ni nadie lo podrá cambiar.

Martina Blanco.

Se escucha hasta perfecto. Y es que, a ella todo le queda bien. Esa mujer es la perfección viviente.
Sonrió al recordarla.
Amo como hace sus pucheros de niña pequeña. Y tal parece que eso jamás va a cambiar. Ella siempre ha sido mi niña y siempre lo será.

El sonido de mi celular hace que me desvíe de mis pensamientos sobre la mujer perfecta.
—Y es de Tini— sonrío.
Abro el mensaje.
Vaya, de no saber qué estamos apunto de casarnos diría que está rompiendo conmigo. O incluso apuntó de matarse.
Me rio.
—Ay, Tini— vuelvo a decir mientras releo el mensaje. ¿Y ahora que irá a hacer?

Se supone que ahorita está con Lambre y Lodo, tal vez es una broma de esas que siempre me hacen.
"Te amo princesa. Eres lo mejor que me pasó en la vida. Dime por favor que estás a salvo y segura, te conozco y esto no pinta nada bien."
Enviado con éxito.

Es raro, porque no le llega ningún mensaje.
Decido esperar unos minutos; ella siempre esta pegada al celular y me incomoda que no me conteste.
Le marco.

Uno
Dos
Tres
Manda a buzón.

Le vuelvo a marcar y se repite; buzón de voz.

—Ya basta Martina— digo enojado y le marco a Mechi.
Ella rápidamente contesta y entonces me aseguro de que esto es una broma.
—Terminen con las bromas, por favor— pido de mala manera. —Me estaba empezando a asustar.
Silencio. Se escucha un suspiro
—Jorge te juro que no decimos nada a los padres de Tini, pero necesitamos saber si esta contigo— dice la rubia por el teléfono.
Mierda. Tini no está con ellas, lo sé por el tono de voz de Mer. No está jugando.
—Voy para allá. No está conmigo— digo tomando las llaves del carro.
¿Y ahora a donde iría? Esto me da muy mala espina.

(...)
Al llegar al departamento de Tini el guardia ya me conoce.
—Señor Blanco— sonríe. —Pensamos que vendría con la Señorita Tini— dice pensativo.
Ellos saben que salió de su apartamento.
Le pregunto si vieron con quien se fue. El niega. —Iba sola caminando— responde.

Mierda. Mierda. Y Mierda otra vez.
—Estoy abajo. Dense prisa— digo al teléfono hablando con la mejor amiga de mi ahora fugitiva prometida.
En un par de minutos ellas llegan corriendo. Agradecemos al guardia y nos vamos lo más rápido posible de ahí.
¿Y ahora en donde podrá estar?
—Estaba muy nerviosa desde que llegamos. Incluso se despertó hoy muy rara, tuvo pesadillas y gritó tu nombre en medio de ellas. La tuvimos que levantar rápidamente. Estaba llorando.— comenta Lodo.
¿Martina teniendo pesadillas? Ella jamás las tiene. A menos que algo la atormente.
Tal vez huyo porque la atormenta pensar en compartir una vida conmigo.
"No Jorge porque de ser así no te hubiera mandado ese mensaje" me regaño a mi mismo.
—El mensaje— digo. Por fin se me alumbró el cerebro. Le doy mi celular a Mechi y le pido que llame un número que tengo. —Hola buenas tardes Rica— saludo a mi amigo. —¿Puedes ayudarme rastreando desde donde enviaron un mensaje?— le pregunto y el rápido accede.

Agradezco que mi mamá me haya enviado a ese campamento de nerds hackers.
—Tal parece que fue enviado desde El jardín Dorado— dice mi amigo. Le agradezco y cortamos comunicación.
¿Martina en un salón para fiestas? Mi cabeza no puede pensar una sola idea racional acerca de eso.
—Tal vez nos quiere dar una sorpresa— dice Lodo comiéndose las uñas.
Les sonrió a ambas para calmarlas. Pero yo conozco a Tini, y se que esa idea no figura en este caso.
Al llegar pregunto con una recepcionista que da información sobre cada salón.
—Solo necesito saber si Martina Stoessel rentó o estuvo aquí hace una hora, o menos— le digo por enésima vez a la ahora no tan amable señorita.
—Como le he repetido, señor Blanco. No podemos dar información acerca de nuestros clientes—
La voy a matar.
Control Jorge control.
—A ver vieja chocha, si de dinero se trata...— grita Mer sacando dinero de su bolso. Y lo pone en la mesa—Toma tu puto dinero, pero me dices si mi amiga estuvo o no aquí hace treinta minutos— parece que su cabeza explotará.
La señorita solo la mira. Asiente y nos da la información que necesitábamos.
—Stoessel Martina...— busca en su computadora —Rento el salón pearl ayer, para hoy a las seis de la tarde...—

Pearl.
El más pequeño.

Stoessel no entiendo nada de lo que estás haciendo.
La señorita nos acompaña hasta el salón, y mi corazón se rompe en pedazos al ver lo que Tini hizo.
—¡Cande, Tobías!— gritan las chicas y corren a ayudarles. Están tirados vendados de los ojos.

Maldita sea Martina Alejandra.
Te has entregado.

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