Capítulo 35

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—Hola chicas— salude a Lodo y Mer. Quienes me estaban esperando afuera de mi departamento. Las había citado porque quería tener una noche de chicas con ellas por última vez.
Mer entra arrastrando su maleta. Parece que se muda un año entero. Yo me rio de ella y esta parece darse cuenta porque me responde —¿Qué? Son todos los suministros que necesito para dos noches.— Se ríe
¿Dos noches? Yo solo les dije que una.
—Ay Martina, pues ya nos vamos a quedar contigo hasta tu boda, será una pijamada de dos días. Tómalo como una despedida de soltera— me guiña el ojo.
Mierda. Esto si que no lo había pensado.
¿Y que se supone que haga con mi perfecto plan?
Bueno, ya tendré tiempo para pensarlo.
—Y que inicie la fiesta— dice Lodo prendiendo la bocina y sacando su celular para poner nuestra música favorita a todo volumen.
—Me van a echar del edificio si no le bajas— me río. Mierda, las voy a extrañar.

Es como que si yo fuera una presa esperando su sentencia de muerte. Y lo peor es que ya se cuando voy a morir: mañana.

Intento no recordar muchas veces el hecho de que mañana me entregaré a las manos de los enemigos de la familia de mi prometido. Y me la paso lo más feliz que puedo con mis amigas.
Nos ponemos mascarillas, contamos anécdotas de toda nuestra vida juntas y reímos como focas rosa la noche. En serio, toda la noche.

—Hasta mañana— dice Mer a las seis de la mañana. Reímos por última vez y nos quedamos dormidas.

-¡mamá!- se ríe mi hija mientras Jorge la alza en brazos. Yo le sonrió lo más grande que puedo para que me vea, y ella parece notarlo porque se ríe aún más fuerte.
Jorge la baja y le agarra una de sus pequeñas manitas mientras camina en donde estamos Andrea y yo... la mantengo en mis brazos. Es tan pequeñita y débil que me causa miedo el hecho de hacerle daño.
-Hey cariño, ¿me has escuchado? - dice Jorge llamando mi atención. Le niego con la cabeza y el vuelve a hablar.
-¿que has dicho?- repito. No le alcanzó a oír en lo absoluto. El vuelve a articular pero es nulo el intento. No escucho.
En eso me doy cuenta, algo nos separa y de un momento a otro ya no tengo a mi hija en brazos.
-Bienvenida- dicen varios hombres al unísono mientras me arrastran a lo profundo.
-¡Jorge!- gritó pero es imposible.
Ya es todo imposible.

—¡Martina!— dice alguien sacudiéndome para que yo me levante. Al final reconozco la voz: es Mer.
Logro levantarme como puedo y ellas me quedan viendo atónitas
—Si que te trae loca el Blanco— dice asustada Lodo.
—Martina por Dios, son las 12 de la tarde y tú has armado tremendo alboroto como si tuvieras pesadillas. ¿Estás bien?— me abraza.
Oh no, Mer. No fue como si tuviera pesadillas, en realidad las tuve. Y fueron las peores de mi vida.
—¿12:00 pm dijiste?— le mencioné
Ella asiente mientras se para para irse a cambiar.
Hoy es el día. Suspire.
Lodo enarca una ceja. Y por su cara se que ya sospecha algo.
—A ver con qué nuevas aventuras nos sales, Tinita— dice algo sería mientras se para y baja las escaleras.

Oh, no se imaginan amigas.

La tarde se me hace muy rápida. Todo lo contrario a los días anteriores que las horas se me hacían lentas. Hoy todo parece ir más rápido.

4:30 pm.

Ya es momento de que empiece a arreglarme para el sendero de mi muerte.
Me meto a bañar y de verdad, que lo disfruto.
Tal vez sea la ultima ducha que me de en un largo tiempo.

5:30 pm

—Oigan chicas, iré a comprar algo al 7-Eleven — les sonrió lo más normal posible para que ninguna de las dos sospeche.
Ambas me miran como cachorros confundidos.
—Bueno adiós— me les adelanto para que ninguna se me pegue y bajo las escaleras del edificio a rastras.

De veras que no quiero hacerlo. Pero debo.

5:45

Parece que ya he llegado al Jardín Dorado. Sonrió con cierto pesar y me autofelicito por lo próximo que haré.
Al llegar muestro mi identificación para que vean que soy la misma Martina Stoessel que les marco hace días. Ellos me dejan pasar al salón que me he rentado.

Todos los empleados del lugar parecen mirarme raro, claro, díganme, ¿quien se renta un salón para ella sola?
La única Tini Stoessel.
Me rio en mis adentros. Me alegra saber que jamás perderé mi esencia.

5:58
Ya es hora que le mande un mensaje a Mi Jorge. Recordándole que mi amor por el será eterno.

"Jorge, eres el amor de mi vida. Espero que lo sepas. Desde que llegaste a mi vida hace muuuuchos años, la mejoraste para bien. Me enseñaste tantas cosas, algunas buenas y algunas no tanto. Pero de verdad, me has marcado.
Jamás olvides que mi amor por ti es verdadero.
Te ama, por siempre, y de verdad que por siempre, Martina.

You and me against all."

Enviado con éxito.

6:00 pm.
—Vaya, vaya, vaya...— esa voz tan conocida hace que despegue mi vista de mi celular.
—¿T-tú?— titubeo.
—Si querida, de algo tenía que vivir— responde cínicamente.
—Creí que estabas muerta. Toda tu familia te lloro, toda tu familia sufrió por ti. ¡Y tu nunca te dignaste a aparecer!— estallo en lágrimas.
Mi prima.
Jamás creí que ella me haría esto.
Jamás creí que iba a tener que verla arrebatándome lo que más quiero. —¡Mentirosa, traidora!— no se me vienen mas palabras a la cabeza para insultarla. —¡Llore por ti!— Caigo de rodillas. Ya no puedo más.
¿Por qué toda la gente que un día amé me traiciona?
—Nunca cambiarás. Te quieres hacer la puta victima en todo, y eso...— chasquea la lengua —No está para nada bien, pequeña— se ríe malvadamente.
—Los Blanco van a perder a su pequeña. Los Stoessel perderán a su tesoro. Que tristeza— dice llevándose las manos a la cara en forma de burla.
Juro que la mato en este preciso momento.
Sino fuera porque di mi palabra.

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