Jorge*
Tini subió hace un rato a bañarse, yo me quede en el living checando el celular, algunos mensajes de mis amigos, otros de mi trabajo, mujeres que están extremadamente mal de la cabeza para creer que echaré a perder la hermosa relación que tengo con mi princesa solo por una noche de "pasión" la verdad, esas mujeres no le llegan ni a los talones a Tini, y hablo de todo. A todos les contesto, menos a ellas, solo les planto el visto y contesto que no, que tengo una hermosa mujer en mi casa que cumple con todas y cada una de mis necesidades como hombre y no hablo de sexo, para mí eso es lo que menos importa en la relación, el sexo es una manera de desahogarse, lo sé, pero también es dañino, algunas relaciones solo se basan en ello y es por eso que caen.
Guardo el celular y me quedo pensando un poco, en la reacción que tuvo Tini hoy cuando me fui por su collar. La verdad la había visto mal en situaciones anteriores pero nunca la había visto tan enojada y triste. Claro, ella se puso mal, al igual que yo si hubiera estado en su caso, nos hemos vuelto una parte muy importante del otro, nos necesitamos y eso me encanta.
Escucho un ruido, como si algo se hubiese caído, me paro y voy donde Tini. Al llegar espero afuera del baño, no escucho nada así que pienso en regresarme.
-Jo-Jorge- chilla Martina -¡Jorge!- grita esta vez más fuerte, sin pensarlo entro al baño y veo que está en la regadera hecha bolita en un rincón, me acerco a ella, cuando notó algo más... -Perderé al bebé- solloza, me adentro en la ducha, en este momento lo que menos me importa es mojarme.
Ya es tarde, ya no puedo hacer nada así que me limito a agacharme y abrazarla mientras llora.
Han pasado ya más de diez minutos y Tini sigue llorando, no sé qué hacer.
-Hermosa- le hablo, ella alza su vista hacia mi -No te diré nada, porque sé que no quieres escuchar nada de lo que diga, pero solo quiero que sepas que estaré aquí siempre- la abrazo con más ganas y ella vuelve a llorar.
-Te amo- dice y por fin alza la vista, puedo ver esos ojos que reflejan tristeza -Gracias- dice y se acurruca en mi pecho, y ahí nos quedamos, tristes y mojados... Los dos.
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Editado.