Demonios

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Ríe para no llorar. Para no dar ninguna explicación porque con el pasar del tiempo se vuelve agotador. Es esa persona que finge ser feliz todo el tiempo, como si su mundo no se estuviera cayendo a pedazos.  
Es una de esas veces donde ya no puede más, donde la colina está tan empinada y el final se ve más lejano de lo normal que lo único que quiere es mandar todo al carajo y llorar. Porque es humana y está bien querer darse por vencido, porque sangra a pesar de ser una caída pequeña. Tantos problemas y pocas soluciones, al menos eso parece, porque ella misma es su propio tormento.  Después de darse cuenta que dejó de ser una persona para convertirse en un problema, en su propio problema.  Pierde tanto por miedo, sí. Es increíble que una palabra de cinco letras, pueda hacerle tanto daño, es algo que no puede controlar, un espacio completamente negro, donde no entra ni el más mínimo rayo de sol. ¿Jodido? si. Mucho, pero es como esas veces que se acostumbró al dolor, lo aprendió a querer, porque simplemente no tenía más opción. Y sabe que todo está mal, cuando empezó a extrañarse, extrañar lo que era, lo que fue, esas sonrisas que le llegaban a los ojos, ahora simplemente son un recuerdo agridulce. 

Sin darse cuenta, logró crear una máscara, ocultando sus secretos y sus dolores de cabeza, porque es así, cuando está acompañada, extrañamente el dolor es soportable, pero, cuando llega la noche, en su habitación, sola, esa voz, esa pequeña voz que constantemente la atormenta y no la deja ser. Trayendo con ella cadenas que pesan tanto, que le es imposible ignorarla. Queriendo dar gritos  y pedir ayuda, pero nunca pasa. Por miedo.  ¿Cuándo podrá ser realmente feliz y libre? porque ya está cansada, y es normal, nadie debería de cargar con tantas cosas al mismo tiempo, porque llaga a un punto donde la mejor solución es tirar todo por la borda y con ello se fueron las esperanzas de vida.  

Una tormenta constante, que nadie logra ver,  por dentro está en guerra con ella misma, debatiéndose si rendirse o no. Porque a veces, se ahoga en un vaso de agua que  tal vez ni esté lleno. Viéndose en aquel espejo de su casa, derramando lagrimas por montón, haciéndose preguntas que nadie más podría responderlas. Y entonces sucedió... 

Se abrazó. En esa soledad, se tenía a ella misma y a nadie mas. Comprendió, que aunque ese nudo en su garganta no le permitiera hablar, saldría de ahí, fue una promesa... 

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Si alguna vez te sientes así, sin salida, recuerda que hasta el cielo más gris se pinta de colores después de la tormenta.  



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