Asientos vacíos

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Hay veces, donde esa cosa llamada corazón la traicionaba, llevándose  con esos recuerdos, todas aquellas promesas hechas, y que juró encerrarlos en un cofre. Otras veces, su mente jugaba  sucio, y traía devuelta esos sentimientos, aquellas sensaciones de vacío, porque simplemente no hubo nadie, nunca hay nadie... 

Esa ilusión de que la vieran, de que la quisieran por una vez, una única vez en la vida, pero nada pasó y a este paso, ya no creía en cuentos de hadas y príncipes azules. Aquel abrazo, que se congeló con el paso de los años con una esperanza de encontrar un refugio, su refugio, pero no la dejan,  nunca le otorgaron ese deseo. Tiene tanto para dar, para demostrar, pero nada pasa. Sigue en aquel tren calentando ese asiento que desde hace años, está vacío. Esa estación que para ella ya es tan familiar y cada vez que está ahí, ya lo siente como un hogar, porque con el tiempo, se acostumbró a la nada. Y la hizo su amiga, se convenció, con puros golpes, que ese era su lugar, ese lugar a donde ella pertenecía, porque simplemente no la vieron, nunca la veían... nunca le dieron una oportunidad.

Cuando por fin algún desconocido tomó asiento a la par suya, fue como un rayo de esperanza, esa luz tan pequeña pero que traía consigo una pequeña ilusión... se fue, se fue  llevándose  una pequeña parte de ella, destrozándola por dentro, con miedo y sin saber a donde ir, sin saber, si alguien más tomaría ese lugar, deseando tanto un abrazo, uno real, uno que no se esfumara con el viento. Veía a través de esa ventana como eran afortunados los demás, como tenían ese refugio especial, aquel lugar donde ir para no sentirse tan perdidos. ¿Y ella? ¿Tendría un lugar así? ¿Encontraría una vez  cosa parecida? la ausencia de algo desconocido la envolvía día tras día.

Y es que es curioso. Ella está ahí para escucharte, puede ser una desconocida con poesía pura, esa lucesita que necesitas para continuar, con esa sonrisa cansada, pero que nunca faltará. Ella puede ser tantas cosas, incluso hacer tantas cosas, pero... ¿Harían por ella lo mismo? Se ha preguntado tantas veces lo mismo, que ya aburre. Incluso apostaría cualquier cosa por saber si alguien lo haría. 

Aquellas ventanas empañadas, que suele disimular muy seguido con esas gafas suyas, ocultando ese hueco de sentimientos que se confunden con magia y soledad... El viaje termina, el golpe de la realidad la hiere, interrogantes caen más ninguna tiene respuesta, porque nada existió y fue solo eso,  una fantasía. Caminaba sin rumbo, en aquella calle desconocida, y en medio de ese caos  bailaba, la luna era testigo de aquella locura envolvente, con una melodía extraña pero llamativa,  convirtiéndose, en una criatura extraordinaria.  

Mas nunca se dieron cuenta, no llegó nadie, y su recuerdo se esfumó... 

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