Las heridas se curaron, el sol apareció brillando más fuerte que nunca, se respiraba aire libre y se oía a los pajaritos cantar. Había sido una gran victoria, una de muchas que estarían por venir. La vida te da momentos duros, peleas que hay que vencer y habían descubierto que unidos podían vencer cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. A pesar de las pesadillas recurrentes y los sudores fríos, todo parecía haber vuelto a la normalidad. La universidad abrió de nuevo sus puertas y la rutina los envolvió de nuevo.
- Odio estudiar. - Se quejó la informática dejando su libro en la hierba para desbloquear su teléfono. Sonrió ampliamente al leer el mensaje. - Chicos,una que se va. - Habló levantándose rápidamente.
Después de clases decidieron disfrutar un poco el buen día que hacía y se quedaron junto al "Gran Árbol".
- ¡Ee ee! - Exclamó la pequeña. - ¿A dónde vas?
- Mark acaba de salir del trabajo y puesto que he sido toda una heroína, voy a recoger mi premio. - Dijo coqueta. - Y vosotros. - Los señaló. - Deberías hacer lo mismo.
Meghan se sonrojó y Nathan negó con su cabeza divertido, viendo a la rubia marcharse.
- Tiene razón. - Dijo el chico hacia su amiga.
- ¿Tú también te vas? - Preguntó indignada al ver que sus amigos la dejaban sola. - Además, yo no estoy preparada. - Habló nerviosa.
- Meghan, un consejo, deja el miedo atrás, vive el presente por una vez en tu vida. - Dijo su amigo recogiendo sus apuntes.
- ¿Y si...? - Comenzó a decir.
- Nada, Derek claramente te ama y tu a él. - Recalcó antes de dirigirse al Palace. Ian se sorprendió gratamente y le preparó un delicioso cappucinno. Nathan lo observaba embobado.
- ¿Qué? - Preguntó el chico con brillo en sus ojos.
- Estaba pensando en tú, yo, una cena y un postre que dure hasta el amanecer. - Dijo mordiéndose el labio inferior.
El joven tragó saliva y sonrió pícaro antes de decir: - ¿A qué estamos esperando?
***
Meghan suspiró mientras meditaba la corta conversación que acababa de tener. Si había aprendido algo de todo el infierno que tuvo que vivir, era a amar la vida, sentía que Derek era el hombre indicado, su alma gemela, con un corazón tan grande como él mismo. Cogió su coche y se dirigió al apartamento de su amado. Una vez allí, apretó el botón, llamando así al timbre.
- Soy yo. - Dijo para segundos después abrirse la puerta.
- Que agradable sorpresa. - Saludó el muchacho.
Pero la sorpresa se la llevó ella al darse cuenta que estaba sin camiseta, la sensación de un deja vu viajó por su mente, recordándole la primera vez que estuvo en aquel apartamento. Su corazón se aceleró, tanto que pensaba que se le iba a salir del pecho. Tragó saliva y sin decir nada entró al piso.
El chico cerró la puerta detrás de ella y la envolvió entre sus grandes brazos.
- ¿Estás bien enana? - Le susurró.
La pelinegra se puso seria y se giró para estar frente a frente sin poner fin al cálido abrazo. - No vuelvas a llamarme así en tu vida. - Amenazó la joven.
Él apretó ligeramente su agarre totalmente divertido, ella se puso de puntillas con los labios apretados. Derek sonrió de lado.
- Siempre serás mi enana, te guste o no. - Dijo para después besarla con ganas.
Los dos se separaron al unísono, con los labios hinchados y con dificultad para respirar.
- ¿Quieres que te prepare algo de comer? - Preguntó él rascándose la nuca, tenía que controlarse aunque se muriera de ganas por estar con ella.
- En realidad vine a estudiar, mis amigos me han abandonado, mi madre está trabajando desde mi casa y se me ocurrió que aquí sería un buen sitio. - Dijo tímidamente.
- Yo ya acabé el trabajo de criminología, si quieres te ayudo con el tuyo. - Se ofreció.
Meghan sacó su portátil y mientras lo encendía, se sentaron en el sofá.
- ¿Cómo está tu hermana? - Preguntó sacando varios libros de la mochila.
- Cada día mejor, han vuelto a casa y por fin se ha quitado ese color de pelo. - Dijo riendo.
- ¿Y el detective Dixon? Traté de llamarlo a su oficina pero nadie contestó.
- Lo último que sé, es que se fue de vacaciones con su mujer. - Le explicó el chico, que aunque lo había perdonado, le seguía resultando difícil olvidar lo sucedido, ya que, la herida aún era reciente. - Mejor enséñame el trabajo, a ver si te puedo ayudar. - Carraspeó un poco incómodo.
- Aquí está. - Dijo ella mostrándole la pantalla.
Frunció el ceño confundido. - Pero si lo tienes acabado.
- Tal vez lo de estudiar era un pretexto.
La miró sin entender.
- Te necesito y quiero estar contigo. - Dijo mordiéndose las uñas, nerviosa.
Sus pupilas se dilataron y esas palabras le sobraron para cogerla en brazos y llevarla a la cama. La tumbó suavemente sobre la colcha gris. Besó su cuello aceleradamente. Ella gimió ante sus caricias.
- ¿Estás segura de esto? - Preguntó antes de que fuera demasiado tarde.
- Completamente. - Dijo en voz baja.
Le quitó el suéter, besó su desnudo vientre y subió poco a poco hasta llegar a sus pechos, los acarició con deseo. La observó por un instante, era perfecta.
Se desnudaron por completo sin dejar de besarse, la joven se colocó encima de él, éste se puso el preservativo y cuando estuvo preparada, lo sintió dentro de ella. Un placer que jamás había experimentado, inundó todo su cuerpo. Ambos fueron envueltos por el placer, él agarró sus pequeñas caderas entre sus manos y la embistió más fuerte, con lujuria, gimiendo de placer. La fricción de sus cuerpos se aceleraba cada vez más y con un grito de placer, la joven llegó al clímax, el grandullón sonrió victorioso para después también acabar.
Se abrazaron por un largo tiempo, exhaustos.
- ¿Te he hecho daño? - Le preguntó preocupado al ver que su pequeña comenzó a llorar en silencio. - Si es así, lo siento mucho, yo no quería... - Dijo rápidamente.
La joven levantó la cabeza y se limpió las lágrimas de los ojos. - No, ha sido maravilloso, tú eres maravilloso. - Dijo dándole un casto beso en los labios. - Es que me he dado cuenta de lo que realmente se siente. - Le dijo, recordando su única experiencia sexual pasada.
- Lo único de lo que me arrepiento, es de no haber sido el primero en tu vida. - Habló acariciando su cabello alborotado.
- Lo importante es que serás el último, porque yo no voy a amar a nadie más que no seas tú. - Confesó abrazándolo más fuerte.
- Voy a cuidarte y protegerte hasta mi último día de vida. - Prometió cerrando sus ojos cayendo en los brazos de Morfeo.
Tiempo después, un delicioso olor, proveniente de la cocina, lo despertó. Abrió los ojos y lo primero que hizo fue buscarla entre las sábanas. Al no obtener ningún resultado, se guió por el atrayente olor a comida casera. Meghan estaba de espaldas, probando su creación, con los pies descalzos, su pelo recogido y vestida tan solo con una camiseta suya, la cual le llegaba más allá de las rodillas.
- Te queda mejor que a mí. - Dijo mirándola de arriba a abajo.
Ella pegó un pequeño sobresalto, se giró hacia él con la mano en el pecho. - Casi me matas del susto. - Le dijo con los ojos bien abiertos.
- Y tú casi me matas de amor. - Contestó acercándose a ella para volver a besarla.
***
¡Gracias por llegar hasta aquí! Espero que os haya gustado este capítulo tan esperado. Un saludo enorme. ❤️❤️❤️
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Lo mejor de mí
RomantikMeghan y Derek tienen muchas cosas en común. Los dos tienen un pasado que quieren olvidar. Los dos tienen al enemigo muy cerca. Los dos pelearán por volver a tener una vida normal y ser felices. Los dos darán su vida si es necesario para proteger al...