El día siguió transcurriendo con normalidad, hasta que llegó a su fin.
Marina abrió su taquilla y comenzó a guardar algunas cosas, al igual que yo. Dejé la libreta y algún que otro libro de lectura que nos habían dado.
- ¿De qué piensas hacer el trabajo? -Preguntó Marina con una mirada interrogativa y con cierto nerviosismo.
-Ni idea, tendré que hablar con Mark.
-Hablando del rey de Roma...- Marina sonrió. -Te espero fuera. -Añadió con un guiño e inmediatamente desapareció entre la multitud. La notaba un poco rara.
-Hola Iris. -Miré hacia arriba y me encontré con la dulce mirada de Mark. Sus ojos azules hipnotizaban a cualquiera, y su altura me hacía sentir diminuta a su lado.
-Hola. -Respondí tímidamente.
-Deberíamos quedar algún día para hacer el trabajo. ¿Estas libre por las tardes?
-Sí, si quieres puedes venir mañana por la tarde a mi casa, mis padres estarán trabajando a partir de las cuatro. -No podía invitarlo hoy. Ya había quedado con Marina y tampoco quería que pensase que soy una impaciente.
-Te paso mi número así me das tu dirección. –Acto seguido sacó un papel y un boli de su mochila y se apoyó sobre una taquilla para escribir. No podía ser verdad, me encontraba mirándolo descaradamente sin ningún tipo de discreción. En mi defensa, he de decir que era bastante atractivo. Un mechón de pelo negro caía despreocupadamente sobre su cara, sus intensos ojos azules mostraban timidez y seguridad a la vez. Su camisa blanca se tensaba en los músculos de sus hombros y de sus brazos. De repente su voz me sacó de mis pensamientos. -Aquí tienes, cuando puedas pásame tu dirección, por favor. -Extendió su brazo hacia mí para darme el papel.
-En cuanto llegue a casa te escribo.
-Ok, nos vemos. – Añadió con un gesto de despedida.
-Hasta mañana.
Me dirigí a la parada de autobús para encontrarme con Marina. El viaje a casa fue corto, me interesé sobre el trabajo de Marina con su compañera para evitar sus preguntas acerca de mi pequeña conversación con Mark. Era la primera vez que hablaba con Mark y Marina llevaba obsesionada con eso todo el día.
Al llegar a nuestra parada me despedí rápidamente de Marina para volver a casa.
Abrí la puerta de entrada y encontré a mi madre poniendo la mesa y a mi padre sacando un pollo acompañado de patatas del horno con una pinta deliciosa.
-Hoy te has lucido papá. -Dije mientras dejaba mi mochila al lado de las escaleras.
- ¡Y eso que aún no lo has probado! -Gritó desde la cocina con una sonrisa mientras yo iba a lavarme las manos.
Me senté en la mesa quedando en frente de mis padres.
-Hola cielo. -Dijo mamá con una cálida sonrisa.
- ¿Que tal tu primer día? -Preguntaba mi padre mientras me ponía una ración de ese delicioso pollo con patatas en mi plato.
-Bien, no hemos hecho nada especial... Esto... ¿Podría venir mañana un amigo a casa?
Ambos pusieron cara de sorpresa. -Tenemos que hacer un trabajo que nos ha enviado nuestra nueva tutora y ya sabéis que aquí estamos mejor que en una biblioteca, ya que no hay nadie que nos haga bajar la voz y eso. -Añadí rápidamente. Mis padres eran un poco estrictos con el tema chicos y no quería que pensaran que Mark venía a hacer otra cosa.
Mamá se adelantó a responder. -Bueno, si es para hacer un trabajo está bien, ¿pero seguro que es un trabajo no? Tenemos mucha confianza en ti, Iris.
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Hasta que te encontré
Teen Fiction¿Hasta qué punto puedes pensar que sabes todo sobre ti? ¿Hasta que punto puedes imaginar que tu vida está perfectamente ordenada? ¿Y hasta que punto puede llegar a desordenarse esa perfección? Mark llegó a la vida de Iris en su momento más monótono...