Capítulo 11

20 2 6
                                    

Estaba repiqueteando los dedos contra la mesa cuando alcé la cabeza al escuchar la puerta abrirse. Armand se asomó, y al verme, sonrió y se acercó a mí.

Me levanté para saludarlo y me devolvió el saludo.

- ¿Qué tal Iris? -Preguntó, sonriente.

-Hola, muy bien, ¿y tú?

-Por fin he terminado lo exámenes, así que bien.

Reí junto a él porqué era cierto. La última semana habíamos estado teniendo un montón de exámenes. Costaba tener que acostumbrarse a ello, después de haber pasado todo el verano sin hacer trabajar las neuronas.

Pobre de mis neuronas, se habían quemado con el examen de historia...

Nos sentamos uno frente al otro y cogimos las cartas del menú. Habíamos quedado en una cafetería para tomar algo y conocernos más, ya que me pareció interesante y un buen chico. Era muy divertido, además.

- ¿Qué tienes pensado hacer estos días? -Dije mientras ojeaba la carta.

- A parte de respirar, existir y vivir, supongo que entrenar y... No tengo nada interesante pensado. -Contestó.

- ¿Entrenar?

-Balonmano. -Añadió. – Lo practico desde que soy pequeño. ¿Tú haces algún deporte?

-Lo cierto es que no, pero en su momento me gustaba bailar. Al final lo aborrecí y lo dejé. -Expliqué.

-Seguro que se te daba genial.

-Practiqué varias danzas, pero me quedé con contemporáneo, es donde más podía expresarme a mi manera y supongo que por eso se me daba mejor. Me cuesta trabajar bajo presión y teniendo que seguir siempre los mismos pasos, más si son estrictos.

-No sigues las reglas de la monotonía, parece.

-Las odio.

El camarero llegó y sacó una libreta mientras nos saludaba.

-Yo querré un croissant y un zumo. De piña, por favor. -Sonreí.

Armand me lanzó una mirada extraña y después pidió él.

-Para mí un café latte con magdalenas, gracias.

El camarero terminó de apuntarlo todo y se fue rápidamente hacia la barra.

-No me malinterpretes, pero es la primera vez que quedo con alguien y pide un zumo.

- ¿Tienes algún problema con mi zumo? -Levanté una ceja.

-No, no, el zumo está buenísimo. -Dijo levantando ambos brazos.

Negué con la cabeza y justo en ese momento a Armand le sonó el móvil.

-Perdón, pero tengo que cogerlo.

Yo asentí y descolgó el teléfono. Empezó a decir ''sí'' varias veces y poca cosa más, hasta que colgó.

-Era mi tío, me ha pedido que le ayude en su librería. -Informó.

- ¿Tu tío tiene una librería? -Abrí la boca en un ''o'' cuando él asintió. -Que suerte, tiene que ser todo un sueño.

-Bueno, si te gusta leer supongo, pero no es mi caso. -Se pasó la mano por el pelo.

-Oh, claro. -Reí tímidamente.

-Si quieres, podríamos ir un día, tiene montones de libros. -Paró y pensó en algo. -Lo siento, soy idiota, claro que tiene montones de libros, es una Liberia, no va a tener helados.

Hasta que te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora