- ¡Hace un día increíble! -Dijo Marina desde su tumbona.
-Ya ves, pensé que haría peor tiempo al estar a finales de septiembre.
Vi como una figura se acercaba por detrás de Marina.
Era Lucas.
Le dio un fuerte abrazo desde atrás.
- ¡Oh, Lucas! ¡Estas empapado, suéltame!
Lucas dejó escapar una risa y cargó a Marina en su hombro como un saco de patatas.
-No. Tienes que bañarte un poco.
Marina gritaba y pataleaba mientras la gente de alrededor, incluida yo, reíamos.
Finalmente, ambos acabaron en el agua.
A lo lejos pude ver a Mark saliendo del agua y acercándose lentamente hacia mí. Llevaba un bañador negro y dejaba ver por completo su torso perfectamente trabajado.
El cabrón estaba bueno.
Una de sus manos se alzó para peinar hacia atrás su pelo empapado.
- ¿Te vas a quedar ahí todo el día?
- ¿Qué?
-El agua te está esperando... -Canturreó Mark.
-Ah, sí, sí, ahora voy, no te preocupes.
-Va venga a ti te gusta el agua.
Fruncí el ceño. Nunca le he dicho eso sobre mí, pero no se equivoca.
-E-es decir, que el agua está muy buena y te va a gustar... Ya me entiendes. -Dijo nerviosamente mientras se acercaba a mí.
-No irás a llevarme como Lucas ha llevado a Marina.
Dejó de andar y esbozó una sonrisa.
-No lo descartaría como opción si no te levantas ya de ahí.
Juraría que pude notar como sus mejillas alcanzaban un tono rojizo-
Inmediatamente me levanté de la tumbona y le pasé por delante dirigiéndome a la orilla.
Metí un pie en el agua y estaba tremendamente fría.
- ¡Está congelada! -Exclamé mientras me giraba para volver.
Choqué con Mark y él me cogió por los antebrazos impidiendome volver a la tumbona.
-No exageres, está perfecta.
Comenzó a ejercer presión en mis muñecas para que entrase en el agua, mientras yo intentaba retroceder negándome a entrar en el agua.
-No, no, no, no, Mark, no, Mark, no, por favor.
Hizo un poco más de fuerza y me empujó hacia el agua.
Volé.
Literalmente.
Dejé escapar un chillido mientras caía en el agua.
- ¡Mark!
Le salpiqué mientras él tenía una sonrisa tonta en sus labios y unos tiernos hoyuelos se formaban en sus mejillas.
-Ves cómo está buena.
Me acerqué a él y lo empujé hacia el agua conmigo.
Y así estuvimos un rato, jugando y salpicándonos en la orilla del mar.
Anthony vino y nos sugirió jugar con paletas junto a los chicos, aceptamos y fuimos con él.
Mark se había encargado de presentarme a los chicos días atrás.
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Hasta que te encontré
Novela Juvenil¿Hasta qué punto puedes pensar que sabes todo sobre ti? ¿Hasta que punto puedes imaginar que tu vida está perfectamente ordenada? ¿Y hasta que punto puede llegar a desordenarse esa perfección? Mark llegó a la vida de Iris en su momento más monótono...