A la mañana siguiente de volver de la excursión, mi madre me propuso ir a dar un paseo y pasarnos por el centro comercial, y yo no me negué.
Y ahí estaba, caminando por los extensos pasillos del centro comercial, el mismo en el cual había estado días atrás junto a Marina. Raramente, no había mucha gente, para ser un calmado sábado por la mañana.
Estaba esperando a mi madre frente a una tienda que no me interesaba mucho, cuando salió, seguimos andando frente a las decenas de tiendas, una detrás de otra, cada una era como un pequeño mundo con su propio estilo dentro de esa gran inmensidad. Los centros comerciales son como un mundo aparte, siempre que vas a uno, normalmente, te pierdes ahí dentro por horas y olvidas el transcurso del tiempo, quizá entras de día y sales de noche, sin haber sentido que pasase tanto tiempo. Son como una forma de olvidarse de todo lo que hay en el exterior durante un buen rato.
Mi madre comenzó a balbucear sobre que le sonaban las dos siluetas que caminaban en nuestra dirección, y yo intenté fijarme en ellas.
- ¡Paola! -Exclamó mi madre con ilusión.
¿Paola?
-Emma, cuanto tiempo, ¿cómo estás?
Una mujer alta, rubia, y con unos ojos grandes color miel saludó a mi madre con entusiasmo, dándole dos besos, e iba acompañada de, sorpresa, Mark.
No sé quién de los dos se sorprendió más, pero ninguno dijo nada.
-Muy bien, ¿y vosotros? Mark, has crecido muchísimo, la última vez no me llegabas ni al cuello.
Él se limitó a sonreír como respuesta, mientras mi madre le daba dos besos,
-Iris estás preciosa, hacía tantísimo que no te veía, ¿qué tal?
Me encontraba en uno de esos momentos en que tus padres te están presentando a alguien que te conoce, pero tu no recuerdas haber visto en tu vida... Y aún peor si te preguntan si te acuerdas de él; buenas, persona a la cual conozco de toda la vida, un placer encontrarla de nuevo, ah, claro que me acuerdo de aquella vez en la que usted me tenía en brazos cuando yo tenía... No sé... ¿Un año?
-Muy bien. -Asentí tratando de parecer lo más normal posible.
-No creo que me recuerdes, eras muy pequeña la última vez que nos vimos... Y a Mark igual.
-De echo... -Empezó Mark.
-A Mark sí lo conozco más recientemente, estamos juntos en clase. -Terminé por él.
Ambas nos miraron perplejas.
-Mamá, él es quien vino el otro día a casa a hacer el trabajo.
- ¿Por qué no me dijiste que era él?
-No sé, quizá no sabía que le conocías.
Paola y Mark rieron ante mi comentario.
- ¿Tenéis mucha prisa? Podríamos sentarnos en algún lugar y tomar algo. -Sugirió la madre de Mark.
-Que va, sin problema, vamos. -Se adelantó a responder mi madre.
Les hablé del lugar donde estuve con Marina días atrás y tomamos unos batidos riquísimos, y aceptaron ir.
Sentados en una mesa redonda, Mark y su madre frente a mi madre y a mí, ambas hablaban de todo lo que habían vivido estos años, reían las anécdotas que no llagaron a contarse, y parlotearon de miles de temas, mientras Mark y yo, probablemente, estábamos viviendo uno de los momentos más incómodos de nuestra vida, o irónicos, como uno quiera verlo.
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Hasta que te encontré
Teen Fiction¿Hasta qué punto puedes pensar que sabes todo sobre ti? ¿Hasta que punto puedes imaginar que tu vida está perfectamente ordenada? ¿Y hasta que punto puede llegar a desordenarse esa perfección? Mark llegó a la vida de Iris en su momento más monótono...