Esta noche te hablaré de las cartas que más me han dolido escribir, al menos hasta ahora. Me han dolido de tal manera que ni siquiera podría explicarte; es de esos dolores que traspasan tu piel y golpean justo en lo más débil de tu alma. De esos que uno desearía no sentir. ¿Recuerdas mi carta 24? ¿O la carta 13? Esas fueron esas las que más me han dolido, y hoy te contaré el por qué.
En mi carta número 13 te confesé que no solo te quería, sino que te amaba.
No te amaba de la manera en la que los adultos aman, o dicen que debes de amar. No, yo te amaba con un amor un poco más puro, más inocente, más loco, más incoherente. Yo te amaba como solo una chica de 16 años podía amar. Te amaba como solo yo sabía hacerlo, y todo eso te lo dije con un sencillo número que jamás lograste comprender. Mi amor era así, incomprendido. Por eso me ha dolido. Es increíblemente reconfortante y doloroso saber que nunca use ese número con nadie más, y que no pienso usarlo con otra persona que no seas tú. Porque ese amor que te tenía, solo te lo tenía a ti. Y después de tanto tiempo, logré decírtelo.
En mi carta número 24 te conté que luchaste contra la chica de mi espejo. Luchaste de la manera en la que nunca nadie había luchado. Luchaste contra mis inseguridades, mis recuerdos y mi propio dolor.
¿Luchaste de la misma manera contra tus demonios? No lo creo.
Esa carta me duele, porque la escribí leyendo aquella conversación que tuvimos una madrugada. Aquella madrugada fue la última vez que me llamaste perfecta, y mira que no teníamos planeado que fuera a resultar de esa manera; me dijiste que aún con todos mis defectos yo era una persona perfecta y yo te llamé mentiroso. Nunca te diste cuenta que la chica de mi espejo creía en tus palabras más de lo que lo hacía yo; tú lo eras todo para la chica del viejo espejo.
Y duele.
Y me gusta.
No me creas masoquista, por favor. Me gusta que duelan, porque eso significa que tus palabras entraron en lo más profundo de mi alma, entraron de la manera en la que tú sabías hacerlo. Y ahora siento que te sigo amando, y que 520 te va a pertenecer para siempre. Y ahora siento que la chica de mi espejo ya no es la misma, y que se ha creído tus palabras.
Ahora la chica de mi espejo sabe que es perfecta, y te ama de la manera en la que solo un número sabe amar.

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A mi mejor amigo.
ПоэзияA mi mejor amigo: A veces, la vida no es como uno se la plantea. A veces, tienes que aprender a estar cerca mientras te alejas. Por lo mismo es que hoy quiero hablarte sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que nunca seremos. Sí, has leído bien. Qui...