Noche 34.

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¿Recuerdas aquella presión? ¿Aquel sudor frío? ¿Recuerdas cuándo tus manos temblaban como maracas esperando tu orden para caer sobre el botón de "enviar" y que así pudieras ganarme?

Creo que eran, fueron y serán las mejores noches de la vida. Podíamos estar hablando sobre millones de cosas al mismo tiempo, o ni siquiera estar hablando. No importaba si estábamos peleados o no. Había una hora del día en la que no importaba nada que no fuera pulsar el botón "enviar."

Lo recuerdas, ¿no?

Tú y yo teníamos una cita todos los días a las 11:59 pm.

Siempre fuimos muy competitivos y es gracias a eso que nunca podíamos terminar con ese juego. Nuestro orgullo siempre ha sido enorme y no podíamos permitirnos perder más veces que el otro.

¿Y sabes?

Fuera de la competencia y el juego; yo lo disfrutaba. Todas las mañanas despertaba con ansias de que volvieran a ser las 11:59 de la noche. Y esperaba toda la tarde pacientemente. Y era mi hora favorita del día. Y me gustaba ganarte, porque ganaba más veces que tú. Y me gustaba leerte enojado por haber perdido.

Era la hora en la que, sin importar si estábamos o no peleados, si estábamos enojados, si estábamos dormidos o en una taquería, sin importar si estabas viendo porno, si estaba leyendo, si estábamos con nuestras familias, si estábamos en el cine; sin importar nada, tú y yo nos hablábamos.

Y era el momento donde pensábamos en lo mismo.

Y con una sola frase.

Y con dos palabras.

Y con 10 letras.

Y con un Buenos días.

Me hacías sonreír.

A mi mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora