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-¡Pueden irse por donde vinieron!-Empujo con muchísimo trabajo el mueble que está al lado de mi puerta para trabarla

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-¡Pueden irse por donde vinieron!-Empujo con muchísimo trabajo el mueble que está al lado de mi puerta para trabarla.

-Abra la puerta, no me obligue a hacerlo-

-¡No iré con ese maldito!-Puedo escuchar un gran suspiro cansado.

Empuja la puerta, el mueble se mueve con facilidad, ¡Casi muero por moverlo!.

-Respeta al Alpha niño-Niego mirando al beta que está acompañado de otros lobos.

-¡Ya no más!-Se acerca amenazante, me siento en peligro y por naturaleza necesito llamar a mi Alpha para que me proteja, pero me muerdo mi lengua impidiendo gemir o chillar.

Mis padres no pueden hacer nada cuando el Alpha manda algo, mucho menos cuando se trata de su pareja.

Gruño cuando intenta tocarme, los otros sacan la ropa de mi ropero para meterlas en bolsas, malditos.

-Lo estás haciendo muy difícil-Ya puedo sentir las lágrimas de impotencia, al saber que no puedo hacer nada contra esos mastodontes.

No soy agresivo, al ser omega lo único que quiero y necesito es protección.

-No te me acerques-Su mano en mi antebrazo, me hace sentir un gran asco.

Mi respiración se vuelve muy rápida, como si el aire me estuviera faltando.

-Tenemos prohibido tratar de mala manera a los omegas pero tu eres muy necio y nos obligas-Me jala con brusquedad a la puerta.

Con miedo pero sin tener otra alternativa, muerdo su brazo con fuerza, un gran sentimiento de arrepentimiento me recorre.

-¡Ay!-Suelta mi brazo, ahora adolorido.

Me doy la vuelta y corro al baño, cierro la puerta con seguro.

-¡Lo haces aún más difícil!-Abro la ventana del baño y salgo de esta para comenzar a correr.

Sin embargo una fuerte mano en mi hombro me detiene.

-Es hora de ir a nuestro hogar pequeño-Maldita voz llena de burla.

-No quiero ir...por favor-Pareciera que no dije nada ya que Tay me toma de la muñeca para jalarme.

Por lo visto las únicas personas que me entienden son las hembras y omegas ya que me ven con pena.

Cuando estamos enfrente de la casa de Tay intentó soltarme de su agarre pero su gruñido me lo impide, los chicos de antes van saliendo, sin las bolsas con mi ropa.

Abre la puerta y entra conmigo.

Tapo mi nariz y boca cuando el olor a hembra preñada con el inconfundible olor de Tay en su cuerpo se hace presente en mis fosas nasales, el ambiente huele a ella.

EL PEQUEÑO DEL ALPHA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora