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Gruñendo me muevo de un lado a otro con nerviosismo, como no si Arthit ha organizado una fiesta para no se que cosa

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Gruñendo me muevo de un lado a otro con nerviosismo, como no si Arthit ha organizado una fiesta para no se que cosa.

Solo estoy esperando a que venga por mi, el simple hecho de imaginarme alrededor de muchos vampiros me hace sentir asco y una gran protección hacia mi vientre.

Unas inmensas ganas de tirar toda su ropa en el suelo junto con las mantas para hacer un bonito nido me estremece, un nido del que ni loco saldría hasta que la fiesta terminará.

Cuando la puerta se abre, cierro rápidamente el suéter de lana negra, intento cubrir lo más posible mi vientre.

-Mi cachorro está nervioso ¿Porque? Para ellos eres su r-e-i-n-a-Me volteo y ronroneo por lo apuesto que esta con su traje impecable.

-No quiero ir, ¡Pueden hacernos daños!-Se pone atrás de mi y lentamente me empuja a la puerta.

-Nadie puede hacerlo, ya no, está fiesta es para ti, para que todos sepan que eres mío, que llevas a mi hijo, solo es está única vez-Hace aún lado mi cabello para besar mi cuello y después morder, reabriendo su marca, obviamente para dejar su olor fuertemente impregnado en mi.

Una vez satisfecho lame y acomoda mi cabello, de nuevo comienza a movernos.

Aprieto mi puño cuando salimos de nuestra habitación, su habitación, intentó regresar pero sus manos en lo bajo de mis muslos me levantan para seguir caminando.

Escondo mi rostro en su cuello queriendo que la tierra me trague, cuando comienzo a escuchar murmullos.

-¿Debo decir algo?-

-Nada, ya les he dicho lo que tienen que saber, de hecho hay un banquete solo para ti, puedes estar sentado o bebiendo jugo de manzana, mientras no te acerques a nadie o les hables, nadie lo hará-Ya puedo sentir la presencia de muchas personas, Arthit con mucha delicadeza me deja en el suelo.

Todos me recorren con la mirada, algunos deteniéndose en mi vientre, como es costumbre las mujeres tienen ropa provocativa, sus opacos y fríos ojos me hacen sentir muy pequeño.

-Ve pequeño, tengo que hablar con unos amigos-Con la mirada en el suelo camino lentamente hasta la gran mesa de comida, si tuviera mi cola seguramente estaría enterrada entre mis piernas y mis orejas pegadas a la cabeza.

Agarro un plato y me doy cuenta de lo nervioso que estoy ya que se mueve como loco.

-Huele tan bien-Me hago de oídos sordos e intento disfrutar la deliciosa comida.

Plato por plato me los voy acabando.

-Come como un cerdo, a ese paso engordará y lo dejarán botado como un vil perro-El plato cae de mi mano, intento reprimir las lágrimas, no queriendo darles el lujo de verme llorar.

Unas desconocidas manos agarran mi cuerpo, una en mi muñeca y otra en mi cadera.

-Son unas envidiosas, no les hagas caso, par de zorras metiches...-Las mujeres parecen escuchar ya que se dan la vuelta y se alejan.

Su tacto no me causa repulsión.

Me hace caminar hasta el lugar más alejado para hacerme sentar en un sillón individual, el se sienta con las piernas cruzadas en el sillón de enfrente.

Su cabello es rojizo perfectamente bien peinado hacia atrás, su piel cual muñeco de porcelana, sus ojos son igual de extraños pero atrayentes, color blancos, perfectos.

-Pequeño, tu mirada me sonrojaria si pudiera hacerlo-Ya puedo sentir mis mejillas rojas, el calor comienza a crecer dentro de mi cuerpo.

-Gra....Gracias-Recarga su rostro en el dorso de su mano, su lengua lame sensualmente sus labios, aprieto mis piernas intentando reprimir un gemido, hay muchos vampiros.

-Eres tan tierno, me dan ganas de comerte entero-Pongo mi mano en mi cuello sintiendo arder la marca, sus hermosos ojos blancos siguen mis movimientos pareciendo buscar algo dentro de mi.

-Yo.....-

-¿Te gustaría ir a un lugar más privado cachorro?-Trago saliva sintiendo mi garganta muy seca, mi piel está ardiendo, como si quemara.

Quiero decir que si, gritarlo, pero algo me lo impide.

Hace un movimiento, queriendo que me siente a su lado, mi cuerpo se mueve como si fuera un robot, estoy apunto de levantarme pero una mano en mi hombro me lo impide.

¿Quien es? Su mirada es seria, su toque me estremece, mi vientre hormiguea, siento que lo conozco pero no se de donde.

-Te estás divirtiendo por lo que veo-Se miran el uno al otro.

-No me invitaste, que cruel de tu parte, ¿Tienes miedo de que te lo quite? ¿De nuevo?-

-No tengo miedo de nada, ahora...Deja de seducir a mi cachorro o juro que olvidaré nuestra amistad-Todo el calor y atracción hacia el se acaba, dejando solo asco, aún más cuando tengo su olor en mi.

-Arthit ¿Que pasa?-Un pequeño mareo me hace cerrar los ojos.

-Jamás has aprendido a respetar, mucho menos detenerte, por eso necesitas de tu seducción, para tener a alguien, ya que todos se alejan-

-Tienes envidia de que yo tengo a quien quiera-Arthit se da la vuelta y me besa con fuerza, sus manos acarician mi trasero, da unos pequeños pellizcos con sus dientes en mi cuello que me hacen ver las estrellas.

Sonriendo se separa.

-Envidia, nunca....Yo tengo un hermoso cachorro que carga con mi hijo, tan tierno, hermoso y delicioso...Ve a la habitación-Con las piernas temblando me levanto no sin antes darle una ultima mirada a su amigo, quien se ve realmente enojado.

-Es un perro-Arthit hace negras sus manos, sus uñas han comenzado a crecer.

-Nadie tiene derecho de decirle eso, solo yo-De un parpadeo su cabeza sale volando.

-Art...Arthit-Todos comienzan a gritar.

-Pueden dar un paso al frente las personas que piensan lo mismo, los que crean poca cosa a mi pareja, vamos, prometo que su muerte será indolora-No queriendo escuchar más, corro a la habitación.

Una vez dentro tiro toda la ropa de Arthit en la cama, acomodado como un lindo nido, la camisa que huele al vampiro la tiró por la ventana.

Ronroneo, disfrutando del concentrado olor, no me puedo sentir más seguro.



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