15:00 pm.

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-¡CARAJO!

Richard Tweak logró agarrarse del pasamanos y evitar la caída.

-¿Estás bien, querido?

Con la adrenalina todavía corriendo por su cuerpo, logró estabilizar sus piernas y apoyarse en la pared.

-¡Siii! ¡Pero las escaleras tienen una madera floja!

Escuchó los pasos y acto seguido pudo ver la figura de su esposa asomándose por el hueco de la puerta.

-Por dios, Richard, ten más cuidado -la preocupación nublaba sus ojos.

-Estoy bien -cuando dejó de sentir las rodillas como gelatina, retomó su camino hasta el sótano- cuando Tweek vuelva, le pediré que me ayude a arreglarlo.

La mujer se quedó hasta asegurarse que su marido llegaba hasta abajo con vida y luego se giró para volver a la tienda.

-¡Ten cuidado al subir!

-¡Sí, cariño!

La despensa se encontraba limpia y pulcra.

El hombre sonrió al recordar la misión titánica de su hijo al reacomodar todo el lugar y tirar toda la basura.

-¡Gah! ¡Esta habitación parece antro de venta de droga, papá! ¡No se puede caminar sin el riesgo de que una rata te salte al cuello!

-Bueno hijo, sabes que hubo una época en tu infancia que experimentamos con "ciertas" sustancias...

-Olvida lo que dije, es más, olvida toda esa época también y vete, ngh, voy a limpiar este lugar.

-Ohhh buen chico, las acrobacias esas te hacen bien.

-Es yoga, papá.

-Si, si, si, como digas...si encuentras algo de las "sustancias" quieres guard-

-Fuera.

Mientras se divertía con el recuerdo de su hijo, el hombre pasó directamente a la habitación del fondo donde se guardaban todos los granos.

Al prender la luz, se encontró con todas las bolsas desgarradas, volcando su contenido al suelo, logrando que el aire se cargara con el pesado olor a café. Frascos de vidrio completamente astillados estaban esparcidos por todos los rincones. Huellas de garras  marcaban todo el piso de madera.

Garras enormes.

Demasiado para un animal.

24 HORAS DE MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora