13:00 pm.

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Al salir de la tienda, Pip fue recibido por el frío helado. Sin detenerse, ajustó su bufanda y apuró el paso para llegar lo antes posible a su hogar. Mientras caminaba, se debatía entre empezar a preocuparse por Damien o no.

Ya hacían 5 días desde que el moreno se había ido a visitar a su padre, y aunque otras veces éste tuvo que dejarle solo para ir a atender asuntos en el infierno, siempre procuraba mandarle por lo menos un mensaje para avisar cuando volvería. Es decir, estamos hablando del anticristo, tampoco era como si alguien fuera capaz de hacerle algún daño o lastimarle, pero aún así no podía evitar sentirse inquieto por no saber nada del otro.

Estaba perdido en sus pensamientos cuando alguien lo tomó del hombro y lo acorraló contra la pared.

-Damien tenía razón, eres una cosita muy pequeña.

Frente suyo un hombre pelirrojo de rasgos afilados le impedía el paso.

-Di-disculpe...p-pero c-creo que se equivoca de p-persona -Pip quiso alejarse sutilmente, pero el hombre lo sujetó con mayor fuerza- Aaahh! -una ola caliente de dolor le recorrió por entero. Estaba seguro que si intentaba moverse, un hombro dislocado sería el menor de sus problemas.

-Damien no debería dejar que su corderito ande suelto sin un collar.

-¿Qu-

Antes de que pudiera decir algo, había caído inconsciente en los brazos del desconocido.

24 HORAS DE MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora