《Cap.3》

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   Despierto un tanto confundida, miro mi alrededor y recuerdo que me encuentro en la cabaña de los señores

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   Despierto un tanto confundida, miro mi alrededor y recuerdo que me encuentro en la cabaña de los señores. Me levanto de la alfombra y me estiro, ya que me duele la espalda por no dormir de la mejor manera.

—¡Buenos días, linda! —comenta la señora amablemente, yo le respondo con una sonrisa y ella alegremente se aleja de mi para poder ir a la cocina y al volver trae con ella una taza de té y unas deliciosas galletitas, ella me las brinda y nos quedamos conversando por algunas cuantas horas.

—Molly, si necesitas nuestra ayuda, no dudes en decirnos —me dice Antonie antes de salir de la cabaña. Me costó bastante convencerlos sobre la idea de irme, ellos me agradan mucho, pero no voy a permitir que ellos me mantengan, necesito demostrarme a mí misma de lo que soy capaz.

—Desearía poder pagarles —digo frustrada.

—No digas tonterías —responde Amelie. Con un fuerte abrazo me despido de ellos y me alejo de aquella acogedora cabaña.

Una vez en el pueblo, puedo observar cada detalle de este, pequeñas tiendas abiertas, personas que pasean por el pueblo e incluso algunas hojas que vuelan por el aire, recordándonos que el otoño es algo maravilloso.

Al fondo del pueblo, se puede observar a la perfección el castillo de Ussé, es algo majestuoso. Rigny- Ussé es un pequeño pueblo campestre, por lo tanto, este está rodeado de varios pequeños bosques, así que decido elegir uno de estos para poder montar mi propio campamento, ya que mi dinero no alcanza para un departamento y mucho menos para una habitación en uno de los hoteles del pueblo.

Me armo de valor y me encamino al bosque.

Después de llevar unos dos minutos caminando, logro ver al fondo un lugar bastante bonito, así que decido comenzar a instalarme.

Coloco con ayuda del manual de instrucciones, mi tienda de campaña. Seguidamente, coloco en ella mi nueva manta, mi ukelele y mi pequeña maleta de ropa. Luego, recolecto varias ramas para poder hacer más tarde una fogata y así no congelarme.

Miro mi pequeño nuevo hogar y la verdad no está tan mal, me gusta.

Este lugar es impresionante. El poder estar en contacto tan cercano con la naturaleza me encanta. El poder escuchar los muchos ruiditos que emiten las aves, el poder observar un cielo azul rodeado de grandes árboles, me hace sentir como la persona más dichosa de todo el mundo, pero en ese mismo momento un pensamiento se hizo presente en mí.

—¡Jamás te olvidaría! —digo buscando la cajita en la cual guardo cada una de las cartas de mi madre. Recuerdo haber leído en un momento en una de las cartas el título «Cuando salgas del orfanato». Así que con ansias comienzo a buscar con desesperación esa carta. Y cuando finalmente la tengo en mis manos, la abro con delicadeza y comienzo a leer cada una de sus sentimentales palabras.

«Hijita, hoy llegó tu gran día. Por fin, saldrás de ese feo lugar. Por cierto, perdón por no haber elegido un mejor lugar para ti, no sabes lo mal que me sentía por dejarte sola en este mundo que se basa en la destrucción y la humillación entre los mismos seres humanos, pero desde que supe que tendría una linda niña, sentí el amor de madre. Sentí por primera vez lo que es querer dar tu vida por alguien.

Alma de Guerrera | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora