Capítulo 7

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La he cagado pero bien.
Me dejo caer en el sofá echando mi cabeza hacia atrás cerrando por unos instantes mis ojos.
Siempre he tratado de llevarme bien con la gente, me considero un tío guay, a pesar de llevar mi vida cómo las profesiones de Semana Santa, en silencio y arrastrando los pies.
En estos momentos siento descender de una montaña sin frenos habiéndome pegado una hostia del quince.
El haber desilusionado a Alysa hace que en mí se prenda un fuego penitente por haber roto una promesa.
Y el resultado está a las vistas.

Llevo tres días sin saber nada de Alysa, no me llama ni siquiera para burlarse de mí.
Le he escrito varios correos pidiéndole perdón, pero no responde. Su rechazo me duele tanto como una patada en los cataplinis.
Ya no sé qué hacer, necesito conseguir de que todo vuelva a ser como antes, no soporto un día más metido en una burbuja silenciosa, me pongo hasta nervioso sin sus malditos comentarios.
La extraño y su rechazo es una flecha atravesando mi conciencia.

Necesito contarle esto alguien. ¿Pero a quién llamo?
A mí hermana Paty. No, descartada. e
Ella está muy ocupada con los preparativos de la boda de un famoso cantante.
Llamaré a Sara. Tampoco es buena idea, si la llamo me veré obligado a ir con ella de compras y de momento me estoy librando.
Llamaré al Richard. Y...¿Qué consejo me da el Richard además de darme la razón? Tampoco es buena idea.
Me doy por vencido, y para curar mi mala conciencia me voy a emborracharme, estoy seguro que el alcohol acabará por desinfectar este mal come que tengo por dentro.

Conduzco dirección hacia la Rosa Azul, pero si lo pienso bien, necesito que alguien me escuche no ordeñarme.
¡Eureka! Luis Mario, estoy seguro que él me escuchará y me dirá que debo hacer.
Cambio el sentido de la marcha y en veinte minutos ya estoy en el garito.

Nada más verme Luis Mario sale detrás de la barra y me abraza como un oso de peluche, y yo que estoy muy sensible acepto su abrazo con tanto cariño, que a poco le rompo dos vértebras.

— Ay fortachón, no me aplastes así que me incendias. Uhm, ¿de verdad eres hetero?

— Sí, lo siento pero me gustan mucho las mujeres. Y de eso quiero hablar contigo.

— Bueno yo de mujeres no sé mucho, pero cuenta, si necesitas mi ayuda te la daré.

— Opinión, algún consejo con eso ya me conformo.

— Ya veo que no tengo posibilidad alguna contigo. Venga soy todo oídos mi cielo.  — Luis Mario se sienta en un taburete enfrente de mí después de haber servido un par de cubatas.

Empiezo hablando primero de Alysa, después le narro mi aventura con Thaisa incluido lo sucedido anoche para finalizar medio triste hablando de Alysa.
Incluso le enseño unas fotos de Alysa y yo que tengo en mi Feisbuk. (Facebook).
Luis Mario mira las fotos sin decirme nada durante un rato.
Acto seguido con cara de querer asesinarme me hace entrega del teléfono.

— Más tontos no lo he visto. Alysa es preciosa, aunque sea minusválida nada le borra su belleza y valentía.
A ver Thaisa se ve que es una cuarentona, que no tiene nada mejor que hacer como por ejemplo buscar yogurines para acostarse con ellos y así se piensa que aún la menopausia no le va llegar.
Pero loca, ¿Qué haces? Mira su cara, hasta yo la he calado, ves que ojos de maléfica tiene, que pose de coquetería pone así como queriendo dar a entender que es la madrastra de Blancanieves. Por favor Evan, deja de follarte a una vieja y céntrate en Alysa. Aunque dices que no la soportas, solo hay que verte la manera de como te expresas de ella.

— Con cariño y respeto. Para mí Alysa es como el hermano que nunca tuve. Me la paso 18 horas al día discutiendo con ella y las otras 6 horas no porque estoy durmiendo si no también. Es agobiante, por culera, entrometida, cotilla ni te cuento.

QUIERO ALGO DE TI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora