Capítulo 26

7K 586 37
                                    

Han pasado cerca de siete meses desde que vine a Japón para trabajar. Las cosas me van de maravilla, mi proyecto ya ha salido al mercado y no paran de lloverme más ofertas. Incluso hace un par de semanas me reuní con mi socio el señor Konin proponiéndome de hacer otro proyecto de seguridad parecido a este. Acepté encantado, pero con una condición. Debía de volver a Luxemburgo y traer conmigo a mi adorable secretaria. Sin ella este proyecto no hubiera tenido tanto éxito, y también porque quiero tenerla cerca.
El señor Konin acepta gustoso quedando en vernos en cuestión de un mes.
Más feliz que una codorniz empiezo a empacar mis cosas escuchando a Kenji como le van las cosas con Umi. Me alegro mucho por los dos, hacen tan buena pareja.

Como siempre mi asistento me lleva hacia el aeropuerto donde nos despedimos agradeciéndome todo lo que he hecho por él. Le quito importancia y le doy un abrazo como Dios quiere y manda. Así como los hombres chocando la chepa a la misma vez que estrechamos las manos.

—Pórtate bien, y no hagas cochinadas en mi cama. Sabes que volveré en un mes por lo cual no llores que volveremos a vernos. —Sonreimos mientras Kenji me desea lo mejor con Alysa.

Una vez que me subo al avión en lo primero que pienso es como lo haré para convencer Alysa de que estoy perdidamente enamorado de ella. Miro la pulsera que me regaló y pienso de nuevo en las palabras de la abuela.
¿Será verdad que Alysa es mi alma gemela? Con ese pensamiento me quedo dormido, el viaje es muy largo y me dará tiempo de pensar en muchas cosas.
Una de ellas es que nadie sabe que voy a llegar mañana a Luxemburgo, quiero darles una sorpresa.

Hasta el día siguiente no llego a Luxemburgo. De nuevo me agacho como si fuera atarme los cordones del zapato para darle un beso al suelo. Tantas horas en el aire hace que uno piense en lo peor.
Paro un taxi, le doy la dirección de mi casa y mientras el taxista me lleva hasta mi casa no puedo dejar de pensar en Aarón, Alysa, mi familia, hasta me pregunto cómo se encuentra Rosi.

Al llegar a mi apartamento abro la puerta despacio al haber escuchado un ruido. Paso sigilosamente agarrando un bate de beisbol que tengo escondido en el paragüero. Con cuidado dejo la maleta en el suelo, me quito las zapatillas para no hacer ruido, camino hasta mi habitación haciendo oídos en la puerta. Alguien se lo está montando en mi cama. Abro la puerta sin hacer ruido escuchando como mi hermana se lo está montando con... ¿El Richard?
Mis ojos se abren a más no poder, por mis venas navega una sensación de querer matar al Richard y darle una hostia a mi hermana por montárselo en mi cama.

—Vaya que buena bienvenida me van. —Oh que pena les cortado lo mejor.

Con cara de pocos amigos veo como el par comienza nerviosos a vestirse, mientras yo sigo con expresión de querer matar primero al Richard y después a mi hermana.

—Vaya que calladito tenéis esto par de dos. —Agarro el bate comenzando a dar pequeños golpes en la palma de mi mano echándole una mirada negra, azul y gris al par de dos.

—Evan, ¿Cuándo has llegado? Digo no te esperábamos, nos ha pillado de sorpresa.

—Si te hubiera avisado Sara me hubiera perdido el recibimiento que me teníais preparado. En dos segundos os quiero ver en el salón y me vais a explicar que significa esto. Y tú Richard, has dejado de ser mi amigo.

Camino hacia el salón dando golpecitos con el bate en mi mano, camino de un lado a otro mientras llegan vestidos el par de folladores.

—Evan esto tiene una explicación. —El Richard intenta darme una explicación ¿De qué? De cómo se estaba tirando a mi hermana y en mi cama.

—Mira cierra la boca picha floja. Es que no tenías otra mujer para echar una pólvora que tenía que ser mi hermana. Por favor me has traicionado, somos como hermanos, conoces a Sara desde que gateaba, cabron no me merezco que me hagas esto. Te juro que te mato.

QUIERO ALGO DE TI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora