Capítulo 15

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Maldita sea. Rechino los dientes separándome de Alysa viendo cómo Rosi se limpia sus manos en el mandil con una sonrisa de oreja a oreja.

— Qué gusto me da de verlos así de bien.  — Pongo mis ojos en blanco pensando para mis adentros si hubiera tardado un hora en interrumpir se lo hubiera agradecido y to'.

— Ven Evan a comer con nosotras, hoy he preparado tu plato preferido, tierteg.

— Mi querida Rosi, como voy a vivir sin sus guisos y los de mi madre.— Rodeo a Rosi por sus hombros mientras ella empuja la silla de Alysa.

— Evan, no me gusta verlos peleados, debéis de madurar y no, que parecéis niños de patio peleando todo el rato.

— Sabe Rosi,  si no discutimos no somos personas. Además, discutir con Alysa ya se ha vuelto en un ritual. Si no discuto con ella me entra hasta mono y todo.

— Capullo. Si estás deseando  de sacarme de mis casillas.

— Víbora. — Rosi pone paz entre nosotros aconsejándome de cerrar la boca.

Me río para mis adentros echándole un vistazo Alysa.
Hoy luce distinta, con una camisa amarilla a juego con su cabello dorado y unos ojos que me miran con algo de cariño, pena que su linda lengua estrope todo el encanto del cual ella no se da cuenta que tiene.

Terminada la comida ayudo a Rosi a limpiar la cocina mientras Alysa se va a descansar.

A solas, Rosi me confiesa lo preocupada que se siente por Alysa y su empeño por ser madre. Trato de quitarle importancia al asunto dándole esperanzas de cómo ella podrá salir adelante por supuesto no la vamos a dejar sola.
Rosi termina de barrer el suelo, clava sus ojos en mi muy seria, comienza a decirme algo que me deja preocupado.

— Evan, si te digo esto es porque te tengo confianza y Alysa no quiere que nadie se entere. Los médicos le dijeron que podía tener el niño, pero también su vida corre peligro. Debe hacerse muchos exámenes dado en las condiciones que está.

— ¿Me estás queriendo decir, que por qué se le haya metido en la cabeza de tener un bebé, se está jugando su vida? — Me pongo recto sin salir de mi asombro.

— Exacto. Por eso quiere que seas tú el padre, por si algo le ocurre que te hagas responsable de él.

— Pero...no puede ser, Alysa es fuerte y aunque no pueda caminar no es muy grave su parálisis para...— No puedo creer las palabras de Rosi. En un principio me llegué a cuestionar que lo hacía por querer ser madre, pero nunca hubiera imaginado enterarme de algo así.

— Evan, Alysa te necesita más que nunca. No la dejes sola por favor. Ella confía en tí, eres su ángel diabólico como me dice muchas veces.

Me levanto con la mirada puesta  en una foto donde está ella con su padre hace años.
Agarro la foto observándola con más detenimiento, pues en ella se ve una Alysa sonriente con aquel brillo en su mirada que me enamoró cuando apenas cumplía los diecisiete años. Ella llevaba poco tiempo en Luxemburgo, me acuerdo cuando la vi por primera vez, hacia frío y sus labios teñían un rojo cereza y una piel blanca como la nieve haciendo que sus mejillas tomasen color enseguida.
En el momento que la vi, comencé hacer el payaso para atraer su atención.
Aquel día no pude pegar el ojo, hablé con el Richard contándole mil veces lo mismo. No podía dejar de expresarme de ella. Alysa había llegado a mi vida como un rayo de luz en mitad de un océano negro.

Dejo la foto con mucho cuidado, aquello  ya es pasado.
Aquellos días en los que íbamos cogidos de la mano, le compraba helado, la besaba a escondidas por miedo a que alguien pudiera decirlo a nuestros padres o nos echamos fotos en el fotomatón están guardados en una caja muy al fondo de mi corazón.

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