Luces

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"Strong as you seem
Bold as you behave
You will always obey"




Se había vuelto tan callado que podían pasar horas sin que notaran que estaba en casa. Se sobresaltaba al encontrárselo en los pasillos, chocarlo a veces en la cocina pero pasaba tan deprisa que no le daba tiempo a siquiera una palabra. No lo escuchaba marcharse a la escuela y al no coincidir en los horarios de salida, no notaba a qué hora volvía. La comida tibia lo recibía pero no la sonrisa de Zenitsu preguntando por su día. El abuelo notó el cambio también pero fue desestimada su petición de que charlaran. Sólo estaba cansado, se excusó, cerrando la puerta y el adulto quiso insistir. Pero notar que Tanjirou llevaba cerca de dos semanas sin aparecerse por la casa le hizo saber en parte la tristeza del muchacho. Veía con una amarga ternura el secretismo que también guardaba Kaigaku, al final de cuentas hermanos solapándose uno al otro. Pero comenzaba a preocuparle que simplemente Zenitsu parecía nunca estar en ningún lado. Tan callado, con la cabeza siempre agachada y temblando al más mínimo ruido. No respondía si le hablaban o apenas lo hacía con frases cortas, desganadas, mientras luchaba, porque podía ver el verdadero trabajo que le costaba, porque la comida entrara a su organismo cuando lo obligaba a sentarse a cenar como la familia que eran. Sólo entonces respondía con una amarga sonrisa y un casi desafiante destello en los ojos, como si tuviera algo qué decir al respecto, pero simplemente no encontraba el interés suficiente para hacerlo. 


-Zenitsu- tocó por quinta vez la puerta de su habitación, comenzando a desesperarse. Esta vez no se lo iba a permitir, era la tercera vez que lo dejaba colgado esperando a que fueran con la psicóloga que , pacientemente, comprendía cita a cita pospuesta. Chasqueó la lengua, yendo hasta la habitación del abuelo al sitio donde guardaba las llaves de todas las puertas, encontrando la de Zenitsu y volviendo- no me importa lo que estés haciendo, ya fui muy paciente contigo- abrió la puerta, encontrándose al muchacho recostado en el suelo. Dormido, con los audífonos puestos. Resopló, vacilando. Se veía tan tranquilo. Pero no podía seguirlo consecuentando tanto- tienes diez minutos para bañarte y cambiarte, no puedo seguir cambiando tu cita -


-Si tanto interés tienes ¿Por qué no vas tú y me dejas en paz?- susurró, sin agresiones, sin ese tono agudo que usaba cuando bromeaban entre ellos. Tan plano y suave que sonó incluso más hiriente- no me interesa perder mi tiempo,cierra la puerta cuando te marches- se giró sobre el costado, dándole la espalda. El muchacho dio los pasos que los separaban, inclinándose para tomarlo del brazo y levantarlo. Esperaba que Zenitsu protestara o gritara, pero algo en la forma laxa en la que se dejó sujetar, sin oponer ninguna clase de resistencia le hizo aflojar el agarre, viendo a su hermano volver al suelo como una muñeca de trapo, acomodándose de nuevo sobre su costado sin verlo.


-No puedo estar cambiando la cita hasta que te decidas a ir, habías prometido que lo intentarías-


-Lo estoy intentando- bostezó, buscando con la mano los audífonos. Kaigaku suspiró, negando con la cabeza. Se recostó a la espalda de Zenitsu, como tantas otras veces, rodeando su cintura como tantas otras veces, besando su hombro como tantas otras veces.Zenitsu se congeló, sintiendo su respiración alterarse al borde de hiperventilar, temblando - no me toques- 

Rojo CerezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora