1. Cleo

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No puedo prometer compromiso, pero sí intentar hacer este confinamiento más llevadero para todos. Esta es una historia que me ha hecho reír bastante en mi cabeza, visitar a viejos personajes, y repensar todo el misterio que incluía la Saga Pandora (y amo armar). 

Iré subiendo aquí lo que escriba por lo que dure mi encierro en Paris, e intentando que nos divirtamos un poco entre todos.

No pierdan el tiempo, divulguen la información, confirmen los rumores. Hay otra historia en el mundo de Pandora, y esta vez es la oportunidad de pasar un rato con los chicos malos.

Como siempre, no se olviden de votar y/o comentar al final.

Xoxo,

Sofi

***

Ritmo.

Cleo encendió el pequeño parlante de bolsillo que había dejado sobre el escritorio. No había tenido tiempo de escuchar el nuevo álbum de Dua Lipa, tendría que compensarlo. Sonrió al darse vuelta y encontrar a Mister Nobody dando vueltas sobre su silla, sus manos en alto mientras intentaba atrapar las luces en el techo. Así no era como había imaginado pasar su jueves por la noche.

—I've always been the one to say the first goodbye —cantó ella cogiendo la silla con el hombre por los brazos y dándola vuelta para dejarla de espaldas a la consola. Mister Nobody solo rió como un niño, sus pupilas estaban completamente dilatadas—. Had to love and lose a hundred million times...

Movió sus caderas al ritmo de la música. El hombre ciertamente no estaba apreciando su canto. Cleo rió como si compartiera un secreto con él. Se aseguró que las botas del guardia estuvieran atadas juntas, y le dio un último giro a la silla al despedirse de él. Tuvo cuidado de no patear la linterna que había puesto en el suelo en su camino de salida, el caleidoscopio sobre el haz de luz haciendo que estrellas bailaran en la oscuridad.

Las drogas habían sido fuertes para el guardia.

Cerró los ojos, escuchando la canción sonar en todos los parlantes del edificio. No se contuvo, moviendo sus pies al ritmo y bailando con cada paso. Podía sentir las percusiones rebotando en sus huesos, su sangre calentarse, la ligereza que solo acompañaba aquello. Pretendió estar en una discoteca, moviéndose en silencio, sabiendo que Mister Nobody estaba demasiado drogado como para prestarle atención a las cámaras.

—I would've stayed at home, 'cause I was doin' better alone.. —ronroneó bajando las escaleras principales.

Cientos de vitrinas e indicaciones pegadas a los muros la recibieron. No era un dato muy conocido, pero a causa de la cuarentena el British Museum había decidido reducir su personal nocturno. Ella no pudo contener su sonrisa al momento de echar la capucha sobre su cabeza y seguir avanzando.

Se sentía como estar en su casa. Las cámaras sin supervisión, las alarmas apagadas, los guardias drogados. Había esperado toda una vida por una oportunidad así, su sueño más preciado desde que era solo una niña. Sería capaz de quedarse por horas allí, disfrutando de las invaluables obras a solas. De día los incontables visitantes hacían que el lugar perdiera su encanto.

Se deslizó como un gato dentro de la sección egipcia. Tanto como le gustaría quedarse allí, no tenía tiempo que perder. Alguien chequearía a Mister Nobody y notaría que el principal encargado de seguridad no se encontraba en sus mejores condiciones. Un despido indebido no era algo que le quitaría el sueño a Cleo.

Se detuvo tan solo un instante frente a una vitrina en medio de un salón. Miró el sarcófago dentro e hizo una leve reverencia. Inhaló profundamente, sintiendo el mayor de los respetos.

Cinco de OrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora