10. Cleo

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Hola!

En serio me ando dejando la vida escribiendo rápido para hacer actualizaciones seguidas, hacía tiempo que no tenía un ritmo similar. Así que en serio, en serio, en serio, mi ego literario necesita leer de sus comentarios y reacciones. Es una tontería, pero creanme que me dan mucha energía para escribir.

Así que he aquí mi pregunta de esta vez: Qué creen que es exactamente lo que sucedió entre Hermes y Cleo en el pasado?

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final! Y de compartir esta historia con todo fan de la saga pandora que conozcan para asegurarse que la conozca también!

Xoxo,

Sofi

***

Legoland resultaba mucho más grande y aburrida de lo que Cleo había imaginado, no era como si ella alguna vez en el pasado se hubiera detenido a observarlo. Conocía el edificio. Su abuelo le había regalado una réplica en uno de sus primeros cumpleaños, señalando los puntos ideales donde poner bombas, para luego mencionar que seguramente serían asesinados antes de siquiera terminar de planear ese ataque y que no valía la pena. El equilibrio, le había explicado el hombre en toda su sabiduría, era un sacrificio necesario.

No había entendido entonces, tampoco había sabido mucho sobre lo que hacían su padre y su abuelo. Negocios. Transacciones. Karma. Habían utilizado muchas palabras distintas para intentar explicárselo. Karma había estado bien. Le gustaba la idea de que las personas se lo merecían, que ella jugaba su pequeño papel en el mundo para que todo el mal regresara a su culpable. Después de todo, alguien tenía que hacerlo. Y a Cleo le atraía el peligro.

De todos modos, Legoland seguía siendo un nombre ridículo.

Entrecerró los ojos, observando a través de sus binoculares el gran edificio. Pura piedra blanca y cristales azules. A esa distancia, casi parecía del mismo tamaño que su juego de legos. Imaginó que sería tan simple como derribarlo con sus dedos. Pero el Thames estaba de por medio, y unos cuantos metros más en diagonal para no ser tan evidentes.

Arrodillada en la parte de atrás del automóvil, ella solo podía pensar en que el Servicio Secreto poco tenía de secreto si todos conocían sus cuarteles. Sin contar que sus otros cuarteles se encontraban literalmente al otro lado del río. Las altas torres pintaban de negro el agua. ¿Quién ponía ambos edificios tan cerca?

—¿Esto es seguro? —preguntó Houdini desde el lugar del conductor.

—Si te mantienes abajo como te indiqué, sí —respondió Cleo—. Estamos fuera del alcance de las cámaras de ellos, y mientras no te muevas tampoco te verán las de las calles. Además, eres un experto escapista. ¿No?

—Sí, pero eso suele implicar huir, no estar quieto —dijo él.

—Tómalo como la previa al escape.

—¿Sin Siri? —su voz se elevó una octava.

—Es verdad, se está tomando demasiado tiempo.

Lo cual a Cleo no le inquietaría, de no ser porque todos los hackers eran peculiares. Ella había mencionado algo sobre tener que conseguir cosas, Cleo no había insistido. Era un pacto silencioso. Nadie se metía en los asuntos de otros. Del mismo modo que Houdini tampoco la había cuestionado al decirle dónde aparcar ni al verla coger sus binoculares. Casi estaba agradecida con la pandemia actual, ahora se podía dejar un vehículo en cualquier lugar sin ser sospechosos o peor, correr riesgo de una multa.

Los agentes secretos parecían no estar al tanto de la directiva de quedarse en casa, o tal vez no conocieran tal cosa como el descanso. En la casi hora que llevaban allí, ya había visto a varias personas entrar y salir, desde lo que parecían adolescentes sentados compartiendo un sandwich en las escaleras, hasta una pareja de adultos discutiendo al punto que la mujer le había lanzado algo al rostro. Había acertado.

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