4. Hermes

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Hola!

En serio me ando dejando la vida intentado escribir y editar rápido para mantenerlos entretenidos mientras sigamos encerrados... Espero lo anden disfrutando al menos. Opiniones hasta el momento? Teorías? Reacciones?

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final!

Xoxo,

Sofi 

***

El aire nuevo era mejor de lo esperado.

Estaba soleado en Londres. Increíble. El hecho que nadie lo abofeteara al bajar del avión era un plus. Por supuesto, su buena racha solo duró un rato. Tan pronto como puso un pie fuera de Heathrow, un auto negro se detuvo frente a él y dos hombres de traje lo forzaron dentro.

Hermes mantuvo la sonrisa en su rostro, sus manos en alto para demostrar que no era una amenaza. Bien, tal vez hubiera recibido un permiso ciertamente falsificado para conseguir un viaje de New York a Londres, pero ellos no tenían modo de probar aquello. ¿Y qué harían? ¿Arrestarlo por tomar un vuelo comercial? Había hecho cosas peores.

—En serio estoy agradecido por el aventón, chicos —dijo Hermes—. No quiero ni imaginar cuánto me habría salido un taxi desde el aeropuerto a la ciudad, y mejor ni pensar en usar el transporte público.

Los hombres de traje clavaron el freno en una intersección, y con la misma brutalidad lo sacaron del vehículo y sentaron en un café. Hermes no se quejó. La esquina lucía linda, la mesita estaba bajo el sol, el trayecto había sido gratis. La fortuna le había sonreído, y estaba agradecido por ello, a pesar de estar rodeado de agentes armados seguramente esperando cualquier excusa de su parte para dispararle.

El joven sentado frente a él ni siquiera le dio una mirada antes de beber otro sorbo de su café. No era la primera vez que se veían cara a cara, aunque no había imaginado que él sería el primer rostro conocido que encontraría al otro lado del gran charco. Hermes se echó hacia atrás en su silla. El sol en su rostro se sentía bien. El silencio de esa ciudad se sentía bien. El hecho de ya no tener ninguna atadura se sentía bien.

—¿La embajada estadounidense recibe así a todos sus ciudadanos? —preguntó Hermes.

—Solo si representan una amenaza para el Estado —respondió el joven agente.

—¿Y los ingleses permiten que actúes de este modo en su territorio?

—No es tu asunto.

—Tomo eso como un no —dijo Hermes y el agente le mostró su móvil.

—Dame un solo motivo, y avisaré al MI6 en el acto.

—Ya hemos pasado por esto, agente Lincoln —Hermes le mostró una de sus mejores sonrisas—. No puedes probar nada.

—Tu novia ha declarado. Dice que tú eres el responsable.

No pudo evitar ahogar una risa, llevándose una mano a la frente para que el agente no viera la verdad en sus ojos. Por supuesto que esa perra lo había delatado, no había esperado lo contrario de su parte. ¿Y él había tenido la decencia de dejársela a la autoridad? Tal vez debería haberla metido en problemas con la mafia.

—Ex-novia —corrigió Hermes—. Y si no me equivoco, ya quedó demostrado que yo no tuve nada que ver con ese incidente. Tengo una coartada.

—Demasiado perfecta. ¿No crees? —el agente Lincoln se apoyó sobre la mesa—. Estuviste visible toda la noche por el sistema de seguridad. Tienes un testigo que lo respalda y pasó el detector de mentiras. Cuando el incidente sucedió, estabas ocupado.... Ocupado... Con...

Cinco de OrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora