21. Hermes

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Hola! Buen domingo!

Pequeño recordatorio que esta semana estaremos votando un Hermes en el insta SofiDalesioBooks. Qué otro tipo de actividades les gustaría ver allí? Cómo creen que podría mejorar entre redes y escritura? Ni yo sé de dónde ando sacando el tiempo, pero ando intentando ser más presente y crecer online como escritora. Algún consejo?

Ustedes también pueden ayudarme, siguiéndome en todas mis cuentas y recomendando mis historias. ¡Y síganme en Wattpad si todavía no lo hacen! Algo tan simple como pasarse por Goodreads a ponerle estrellas a Pandora y Valentino, o dejar una reseña, no tienen idea de cuanto ayuda. Y sobre Nana, recuerden que depende de la editorial, así que es a Nova Casa a quien deben escribirle.

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Twitter: SofiDalesio

Como siempre, no se olviden de dejar sus votos y comentarios!

Y sobre mi pregunta: qué creen que es lo que le pasó a Hermes en su pasado?

Xoxo,

Sofi

***

Tenía que haber mejores cosas que hacer un viernes por la noche, que asistir a una exhibición de joyas mesopotámicas. A juzgar por la expresión de Cleo, ella también lo creía. De todos modos no era como si Hermes tuviera algo más que hacer que acompañarla a cazar un agente.

Nunca le había interesado en lo más mínimo la historia. Sabía de todo, lo suficiente para mantener cualquier conversación, y siempre se había tomado el tiempo y la dedicación necesaria para preparar un trabajo del modo más perfecto posible. Estudiar su blanco, memorizar sus gustos, ser un experto en cual fuera la materia de la charla. Pero aquello se sentía más como una tarea escolar, algo que memorizar y repetir para conseguir una buena nota. No le interesaba.

Cleo Las era lo opuesto, capaz de quedarse horas sentada en un museo escuchando hasta el último detalle de las audioguias por puro interés. Pero solo un específico tipo de historia. Curioso, conociendo la nula relación que tenía con su progenitora. Tal vez su padre hubiera creído que tenía la tarea de interesarla por esa otra parte de su herencia también. Era la única explicación que Hermes encontraba. Y tal vez una pequeña Cleo hubiera preferido sus leyendas sobre maldiciones y dioses, y mitos de oro, para rellenar el claro vacío en su vida o ignorar lo que significaba.

Ochenta y cinco libras más envío era un precio muy cruel para ponerle a una cría. Incluso el tráfico de niños se manejaba en miles. No un negocio que a él alguna vez le hubiera interesado, o hecho algo más que provocar nauseas. Pero de nuevo, al momento de un trabajo, no podía ponerse quisquilloso, aunque eso implicara sonreír y conversar con personas que lo enfermaran.

—¿Por qué los ingleses tienen que hacerlo todo al revés? —preguntó él, Cleo no lo miró mientras conducía—. En serio. Las leyes de tránsito, sistema métrico, palabras...

—Este país existió antes que el tuyo, eres tú quien hace las cosas diferentes —respondió ella y resopló—. ¿Siquiera por qué estás aquí?

—As me andaba mirando de un modo asesino y ahora que ya confirmamos de lo que es capaz...

—¿Y tú no hiciste nada para buscarte aquello?

—Por supuesto que no, soy un encanto.

—Nadie es tan idiota como para creer esa mentira —comentó Cleo.

—Te sorprendería —respondió Hermes.

—Personas inteligentes, tontos no cuentan —dijo ella y casi sonrió.

Cinco de OrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora