17. Cleo

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Hola!

En serio necesito dejar de actualizar a la medianoche, sobre todo cuando al día siguiente trabajo... Espero que todos estén bien estos días. Son tiempos turbulentos, pero lo cierto es que poco se ha logrado en la historia en silencio. ¿Si no nos atrevemos a gritar, cómo pretendemos ser escuchados? Tenemos el derecho a reclamar lo que es justo, sin temor a lo que puedan decir los demás. Y es importante el no callar ante injusticias.

Como siempre, si el cap les gustó no se olviden de votar y comentar al final! Y seguirme en twitter en SofiDalesio e instagram en SofiDalesioBooks

La pregunta de (mi) medianoche es la siguiente: quién creen que es más peligroso de nuestros cinco criminales?

xoxo,

Sofi

***

Una parte de ella nunca se había sentido bien haciendo visitas. Había nacido y vivido en Hallex desde siempre, y posiblemente moriría allí también. Como todos los Santorini desde que se habían instalado en Inglaterra. Había crecido viendo a su padre y abuelo recibir visitas en su casa, ofreciendo biscotti y hablando de millones como si fueran centavos. Algunas veces, Leo Santorini incluso la había tenido sentada en sus rodillas mientras negociaba con criminales de lo peor.

Su padre siempre había sido claro al respecto. No se debía temerles a los monstruos, y el único modo de vencerlos era enfrentándolos. Él nunca se había molestado en mantenerla en secreto. Al contrario, a cuantas más personas pudiera encantar con su pequeña hija, mejor. Todo con tal de asegurarse que nadie jamás se atreviera a considerarla un medio para herirlo, y que si ese fuera el caso, entonces más de uno respondería en su ayuda.

Leo Santorini no era sanguinario. Era algo incluso peor. Tenía encanto. Él vivía bajo el lema de la familia Santorini de no interferir de ningún modo en los negocios de otro, a cambio pedía simplemente lo mismo. Y tenía amigos poderosos, del tipo que nadie querría molestar, por lo que era mejor no buscar problemas con él.

Cleo mantuvo su cabeza en alto al bajarse de su motocicleta. Su padre le había enseñado a guardar los mismos buenos tratos. También le había enseñado a defenderse, fuera con sus palabras o sus garras. Pero, de todos modos, a ella seguía sin gustarle hacer visitas.

Se sentía a salvo en Hallex con todos sus grandes espacios abiertos, amplios jardines llenos de esculturas, el personal doméstico que le servía ciegamente... ¿Pero entrar en el terreno de otro? Conservó las llaves cuando un valet se ofreció a guardar su motocicleta bajo techo ante la amenaza de lluvia. Guardó silencio cuando una empleada la recibió y guió hasta la sala más pequeña. Se sentó en el sillón que le indicaron, de espaldas a la salida como correspondía. No tocó ninguno de todos los macarons en la pequeña mesa delante de ella.

Odiaba hacer visitas, porque allí un paso en falso podía ser el último. Cada gesto podía ser una trampa. Cada reacción un error de su parte. Mantuvo su cabeza en alto, intentando no dejarse intimidar. Estaba segura que tomar el té con la reina requería menos protocolo y preparación.

Era una emperatriz. No se dejaría doblegar.

Cogió su móvil, suspirando al ver los mensajes de su padre y respondiéndole que estaba bien. Él no necesitaba saber en dónde se encontraba ni inquietarlo por sus reuniones. Y ella no necesitaba sacar su lado malo. Leo Santorini siempre había sido liberal y le había permitido todo lo que ella deseara. Bueno, casi todo. Él era demasiado protector en cuanto a no permitir que Cleo cometiera su mismo desliz.

—¿Haces esperar siempre a todas tus visitas? —Cleo guardó su móvil en cuanto Dorant entró en la sala y se sentó en el sillón frente a ella.

Cinco de OrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora