2. Houdini

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Hola!

Siguiendo algunos consejos, me he hecho una cuenta de instagram en donde subiré cosas únicamente relacionadas con mis libros y de este modo separarla de mi personal (ademas de ahorrarme la vergüenza de familiares y amigos viendo cosas relacionadas con mis libros...). Pueden seguirme en SofiDalesioBooks 

Como sin importar cuanto lo repita, al parecer no todos están al tanto de que esta historia existe, no dejen de repetirlo y compartirlo también en sus redes! Intentemos divertirnos entre todos durante esta cuarentena (en lo posible de manera legal, no como nuestros protagonistas).

Como siempre, no se olviden de vota y comentar!

Xoxo,

Sofi

***

A veces se sentía otra persona.

Le gustaba estar solo, o tanto como se podía estarlo en una ciudad tan grande y caótica como Londres. Con sus casi nueve millones de habitantes resultaba difícil sentirse a solas. Aunque el tiempo de confinamiento estaba ayudando. Las calles no resultaban tan atestadas como de costumbre, los turistas faltaban, los locales estaban cerrados.

Russell Square se encontraba particularmente activa esa mañana, nada sorprendente. Ahora que la única excusa para salir de casa era el ejercicio o la compra de alimentos, de pronto parecía que la mitad del Reino Unido había decidido comenzar a entrenar para una maratón.

No era algo que le atrajera en lo más mínimo. Houdini siempre había detestado el hacer deporte. Correr, particularmente, le parecía una tortura. ¿Acaso nadie se detenía a pensar en el daño irreversible que aquello provocaba a las rodillas? No quería llegar a los setenta años, solo para quejarse del dolor en sus articulaciones por una juventud de carreras. No quería no llegar a los setenta años, por empezar.

Apretó sus labios al continuar dibujando. El carboncillo lo había manchado hasta los codos, pero por primera vez en días el sol era visible y no pensaba desaprovechar aquella oportunidad. De todos modos los policías estaban demasiado ocupados con el incidente al otro lado de la calle como para ir a increparlo por andar fuera.

Las sirenas no dejaban de sonar. Incluso a esa distancia, podía escuchar los gritos y los flashes de las cámaras. La manzana entera parecía rodeada por camionetas de los canales de noticias, reporteros luchando por traspasar la cinta policial, agentes de tránsito intentando mantener el orden.

—¿Molesta si acompaño?

No dijo nada cuando el joven se sentó a su lado en el banco. Tenía una taza de café en mano, y un periódico bajo el brazo. La portada era la misma que la de todos los demás esta mañana: Robo de historia en el British Museum. Debía estar más cerca de sus treinta que sus veinte, lo cual solo lograba que Houdini sintiera la probable década de diferencia como un pesado tercer acompañante.

No lo demostró. Mantuvo su atención en el dibujo, incluso cuando la presencia del joven era innegable. Miró a un lado su sombra en el suelo. Era un buen perfil, con una nariz respingada y cabello bien peinado.

—¿Sabes quién soy? —preguntó él.

—Tú pediste esta reunión —Houdini continuó dibujando—. En cuanto al nombre...

—El nombre es As —el joven bebió un sorbo de su vaso.

—Un alias.

—¿No lo tenemos todos?

Era algo imposible de negar. En sus pocos años dentro de ese mundo, jamás había conocido a alguien que se presentara por su verdadero nombre, como si fueran superhéroes jugando a tener identidades secretas. Excepto que la situación era lo opuesto. Nunca había conocido a ningún superhéroe, o persona buscando verdad y justicia de ese lado.

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