Capítulo 10

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Como cada domingo es día de hacer el super, decidimos que era el mejor día para tener todo listo para la semana. A veces intentamos ir las tres, pero cuando no es posible solo van dos o incluso una de nosotras, siempre y cuando tengamos comida en la despensa y el refrigerador, no importa quien vaya.

Mimi y yo estamos entrando en el apartamento con las bolsas del super y una bola de pelos viene corriendo en mi dirección.

-¡Ramón!- grito mientras dejo las bolsas en la isla de la cocina y tomo al cachorrito con mis manos mientras me tumbo en el piso a jugar con él.

-¿Qué hace aquí?- pregunta Mimi sentándose a mi lado.

-Necesitaba un baño y comida, así que lo traje y ya no pude dejarlo ir- dice Katie encogiéndose de hombros.

-Ojalá pudiéramos tenerlo aquí por siempre.

Siento que una lágrima se forma en mis ojos cuando digo esas palabras al ver la cara de esta cosita tan pequeña e indefensa, intentamos darle comida y agua y bañarlo de vez en cuando, pero no es lo mismo, necesita un hogar.

-Esperemos que sea pronto, recuerden que gracias a este amiguito conseguimos que se les permitiera ingresar con mascotas a las visitas.

Mimi tiene razón, antes de que Ramón llegara al edificio ni siquiera las personas externas podían ingresar con una mascota, y después de mucha insistencia conseguimos que quitaran esa estúpida regla. Así que nosotras tratamos a Ramón como una visita muy querida.

-Si, pero es tan injusto que no podamos tenerlo- suspiro ante las palabras de Katie.

Después de un rato de jugar con nuestro invitado favorito y de decidir que esta noche se quedará con nosotras me pongo de pie.

-Me tengo que arreglar.

Estoy caminando a mi habitación cuando siento un golpe en la cabeza.

-¡Aaauch! ¿Qué rayos les sucede?

Me agacho y tomo el cojín que hace unos momentos me golpeó del suelo y se lo lanzo a Katie que es la que está más cerca del sofá y sé que fue ella la que me lo aventó.

-¿Qué rayos te sucede a ti? ¿Se puede saber el motivo por el que tengas que arreglarte?

-Voy a salir- les digo encogiéndome de hombros tratando de sonar lo menos preocupada del mundo cuando por dentro estoy toda alterada porque no sé a dónde voy a ir y que debo de ponerme.

-¿Tienes una cita?- Mimi suena muy entusiasmada con la idea. Y sus caras son de total sorpresa.

-No pongan esas caras, no es una cita.

-Si tú lo dices, ¿con quién se supone que vas a salir?

Me quedo callada un momento y siento que comienzo a sonrojarme y eso es todo lo que ellas necesitan.

-¡Oh por Dios! ¡Sebastian te invito a salir!

-Si, Mimi después de que ayer le dieras nuestra dirección y que le dijeras que estaba aquí sola, vino, me beso y me invitó a salir.

-¿¡QUE!?-las dos gritan al mismo tiempo y de pronto las tengo en frente de mí y sueltan un par de palabras más, que no logro entender entre tantos gritos.

Sé que no van a guardar silencio así que hago lo único que funciona en estos casos, las tomo del brazo con mi dedo pulgar e índice y les doy un pequeño pellizco a cada una.

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