¿El destino es cruel? Por supuesto. Camille está segura de ello. Ella no confiaba en que podía llegar a amar hasta que llegó alguien que le hizo ver las cosas de otra forma pero, ¿qué pasa cuando esa persona te falla? El destino hace su mejor jugada...
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No tengo idea de qué hacer, y Sebas lo nota. Me toma de la mano y hace que me ponga de rodillas sobre la cama, poniendo mi cara a la misma altura que la suya.
-Estas nerviosa. - Esa debería ser una pregunta, aunque él lo dice como afirmación.
-No lo estoy. - Intento parecer relajada levantando un poco más mi cabeza.
Me toma de la cintura y me acerca más hacia él.
-Claro que sí, estás haciendo esa cosa con tu lengua.
-¿Qué es esa cosa con mi lengua?
-Cuando te pones muy pero muy nerviosa comienzas a chuparte los labios.
Me quedo pensando intentando recordar hacerlo, la verdad es que nunca lo había notado.
-¿No te habías dado cuenta? - Interrumpe mis pensamientos dándome un tierno beso.
-No, no tenía idea.
-Pues lo estabas haciendo sin parar.
-Lo siento. - Bajo mi mirada.
-Ey- levanta mi barbilla y me mira a los ojos- no tienes por qué disculparte por nada. Yo también estoy nervioso.
-Ay si claro, no tienes que mentir para hacerme sentir mejor Sebas.
-No estoy mintiendo. Siempre que estoy contigo me entran los nervios al pensar que te puedo lastimar o hacer daño.
-Sebas, yo sé que tú nunca me harías daño o me lastimarías a propósito.
-No, si por mi fuera nunca en mi vida lo haría, pero a veces me pongo a pensar en que algo podría pasar.
Veo preocupación en sus ojos y me molesta que por mis nervios haya arruinado el buen momento que estábamos teniendo hace rato. Nunca había sentido esta necesidad de estar con alguien conectado de una forma más íntima, solo ha sido con Sebas.
En los últimos días me ha regalado unos momentos de placer que estoy segura ningún otro hombre me hubiera podido dar de la misma forma que él, pero en todos esos momentos él nunca se ha corrido conmigo, y aunque él no me lo diga yo sé que los hombres tienen necesidades, y quiero devolverle el favor, aunque por el momento prefiere que no follemos. Si, uso follar porque esa es la palabra, además de sexo, que considero correcta de usar en esta situación.
-¿Podríamos dejar de pensar un rato y regresar a la acción por favor? - Lo tomo del cabello y lo acerco a mi boca. Coloca sus manos en mi trasero, jadeo y eso le da entrada a su lengua.
-¿Qué quieres hacer Cami?
-Quiero devolverte el favor, ya te lo dije. - Separo mi boca de la suya y empiezo a bajar mi cabeza hacia su polla. Antes de llegar si quiera a su ombligo, me levanta por debajo de los brazos y me regresa a mi posición.
