Samuel De Luque, un chico de cabello negro y ojos púrpura, se encontraba caminando un viernes por las calles repletas de personas bajo la noche, desinteresado por su alrededor. Estaba concentrado en su teléfono, mientras con una mano, deslizaba y veía una que otra imagen de Instagram sin prestar atención. Con la otra, bebía café con tal de no dormirse en el trayecto de lo cansado que estaba de la universidad.
Estaba yendo camino a su casa, estaba cansado, realmente necesitaba tomarse una siesta. Apuró el paso mientras se abría paso a empujones. Hasta que sintió una cálida mano en su mano.
"¡Hombre, Vegetita!"
Era Rubén Doblas, un chico de ojos verde menta, híbrido oso-humano, uno de sus mejores amigos, que también parecía ser víctima del cansancio por sus oscuras ojeras. A veces se preguntaba de dónde sacaba tanta energía.
Le sonrió de manera sincera pero de manera débil, estaba muy cansado para siquiera mover un músculo de su cara.
"Rubius, mi amigo..."
Rubén solo lo miró y río, sabía que tan agotado lo tenía la universidad. Así que decidió no darle tanta charla.
"¿Quieres que te acompañe a tu casa?"
Samuel, tocando levemente los cabellos negros que le molestaban, pensó un poco, bueno, no pensó en nada, solo respondió vagamente.
"Como quieras, lo que te haga feliz..."
Por más de que tenía los ojos en frente, sintió la sonrisa de su amigo. Sonrió levemente mientras se le cerraban los ojos de la pesadez.
"Claro, solo no te caigas del sueño"
Río el oso mientras le daba un suave codazo a su cansado compañero.
Samuel, o como todos le decían, Vegetta solo río de manera corta ante eso.
Siguieron hablando de tareas, el odio que tenían a los profesores, de sus compañeros, y todos los temas posibles, pues el camino era bastante largo y a De Luque se le había pasado el autobús.
Ya casi estaban cerca, solo quince pasos más y ya llegarían a la puerta. Cosa que sería el paraíso para De Luque en ese momento.
"Ya casi llegamos, aguanta un poco"
Dijo con una sonrisa el albino.
"No sé cómo mantienes esa energía, sinceramente."
Dijo riendo levemente el pelinegro, mientras acariciaba la cabeza de Rubén, que río ante su comentario. Los dos tiñeron sus mejillas de un leve color rosa y sonrieron de nuevo con algo de nervios.
Llegaron a la puerta. Oh, Samuel agradece a los mismísimos dioses. Era momento de decir adiós a su mejor amigo.
"Parece que este es el adiós, Doblas."
Notó una clase de tristeza en la mirada del híbrido, pero decidió no darle mucha importancia.
"Claro, ¡cuándo quieras, Vegetta!"
Se dieron un cálido y largo abrazo, Samuel sentía la calidez de los brazos de Rubén sobre el, ninguno de los dos quería soltarse. Pero el de ojos púrpura podía dormir encima de él de lo cansado que estaba.
Así que, mostrándole a Rubius que debía soltarse, bajó sus manos. El Albino imitó su acción.
"Bien, adiós, Triple Siete..."
"No soy Triple Siete."
Rieron juntos mientras Samuel se acercaba a su puerta y la abría con su llave.
Se dieron una última mirada, y el se hundió en sus ojos. ¿Cómo nunca los había visto de manera atenta?
Brillantes como miles de diamantes juntos, llenos de energía como si fuera una suave tormenta de truenos, llenos de determinación como un furioso león, que mostraban hermosa e inocente alegría. Era la prueba viviente de la perfección.
Oh, no, Dios. Había caído a sus pies en ese instante.
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"τнοѕє єγєѕ" ɾմաíցҽԵԵα [KARMALAND]
Любовные романыSabían compartir. Se habían enamorado. Todo encaja, ¿no?