[AVISO: Esto será enfocado en las inseguridades de Guillermo alias Willyrex. Estos capítulos pueden ser salteados, ya que no aportaran una gran cantidad de cosas a la trama, sino que este capítulo y los dos siguientes son para conocer más a los tres enamorados. ]
El dolor de cabeza, que con su agudeza invadió todos sus pensamientos, se hizo presente apenas abrió los ojos. Y sus perlas esmeralda solo brillaron frente a la luz del Sol que golpeaban de manera suave. Sacudió sus cabellos albinos con sus manos de una manera débil, que ahora se veían de un tono coral debido a el ambiente. Quería hablar, pero su garganta dolía y lo haría mucho más si emitiera el más mínimo sonido.
Guillermo solo se levantó del colchón, que ahora para el se sentía suave, o al menos, solo la parte superior de su cuerpo para observar su alrededor. Estaba desorientado, ¿qué pasó anoche? Solo recuerda haber hecho una no tan inocente broma, siendo cómplice con Rubén, y haber tomado algo de vino. Oh, demonios.
Sintió sus mejillas calentarse mientras pensaba cosas ahora no tan inocentes. Vio al híbrido dormido, babeando, y al pelinegro de ojos púrpura roncar levemente con la boca abierta. Las sábanas estaban desordenadas y al borde de caer de la cama.
Se levantó, aunque no quisiera. Su inseguridad respecto a ellos dos y lo que habrán hecho, solo subía mediante más desorden veía por toda la casa.
"¿Samuel y el...? ¿Acaso yo hice algo malo o...?"
Murmuró con voz rasposa, mientras se frotaba los ojos que ahora estaban cargados de preocupación. Se preguntaba miles de veces si soltó algo que no debía o hizo algo de lo que probablemente si supiera, la culpa lo comería vivo.
Camino al pasillo para toparse con la televisión aún prendida, reproduciendo uno de esos documentales que pocos veían. Había algunas botellas rotas esparcidas por el suelo, y el olor a vino barato infestaba su nariz. Solo recordaba esos ojos amatista mirarlo fijamente con una mirada llena de preocupación, y eso le daba más para desconfiar.
El solo se juzgaba internamente por haber hecho esa estupidez que en su momento tomaba por una graciosa y pesada broma.
"Rayos..."
Dijo en un hilo de voz mientras su cabeza le daba una mala jugada. Solo tomó las botellas y buscó el tacho de basura, ese pedazo de plástico no tan barato que cambiaba de lugar cada vez que visitaba a De Luque.
"¿Guillermo?"
Se sobresaltó al escuchar esa voz, única y definitivamente, no le quedaba muy bien considerando su aspecto.
"¡Samuel! Estaba ordenando."
Exclamó, en una voz ya no tan rasposa, expresando nervios y algo de dudas en esta. Al ver al pelinegro sonreír y esos hermosos ojos achinarse al hacer ese movimiento, se pudo calmar un poco.
"Vege, ¿qué-qué hice yo anoche?"
Solo lo miró con dudas deseando internamente que el pelinegro no se haya asustado con los sentimientos de el albino, o se haya enfadado con alguna tontería.
"Solo decirme lo que tenías que decir."
El pelinegro se acercó al de ojos esmeralda mientras extendía los brazos, este solo lo miraba con un rostro inseguro y preocupado. Todo ese peso en la espalda de Diaz se fue al sentir esos finos y fuertes brazos rodearle la espalda, y sentir esa barbilla apoyarse en su hombro.
"Yo también te quiero, y también siento lo mismo por Rubius. Tu no estás de más."
Sonrió ampliamente al oír eso. Golpeó su inseguridad con dos oraciones que se expresaban con sinceridad y con fineza, sentía esa determinación entre ellos y eso lo hacía sentirse mejor consigo mismo. Allí sintió que su mundo se hacía mucho más claro con ellos presentes.
Recordó por unos segundos como dio su primer paso en Karmaland, el nuevo y renovado pueblo del que se fue hace vario tiempo atrás. La única razón por la cual quiso volver fue por Samuel, quería estar con el, quería ser parte de su mundo como el pelinegro era parte de el suyo.
Todo eso cambió cuando Rubén apareció, cometiendo ilegalidades, siendo parte de la Hermandad Oscura -ahora encubierta como una taberna- y socializando con todos.
El, al principio, se sentía desconfiado de Rubius, había algo en el que le irritaba. Debía ser su relación con Samuel, que hasta día de hoy, se desarrolla de una manera positiva. O quizás el hecho de que normalmente el se llevaba gran parte de la atención. Tal vez le molestaba que se relacionara más con De Luque la mayoría de veces.
Recordó que el trató de ser igual a el híbrido, siendo buena onda y tratando de llamar la atención. Esto no sirvió de mucho para su autoestima, y las inseguridades comenzaron a atacarle como olas agresivas, eso se sintió desconocido para el albino, no era normal para el, el no quererse, no sentirse suficiente, sentirse reemplazado.
Esa había sido la etapa más dolorosa de su estancia en Karmaland.
"No te preocupes, no haz dicho nada fuera de lug- Bueno, depende de ti si es o no, de hecho."
Sintió al pelinegro reírse suavemente, mientras acariciaba la espalda de el albino, que ahora solo estaba dudoso.
"Samuel, ya dime que dije."
Soltó una risa alta, pero corta. Mientras se separaba del de ojos púrpura, los cuales ahora se clavaban en la mirada de Diaz, y este solo sentía que se derretía.
"Dijiste que me querías, y...¿qué te besaste con Rubius? Oh, y también Doblas me contó que se besaron, pillos."
Ahí fue donde Willy se tensó, mirando fijamente a De Luque, que se extrañó por la reacción de el albino.
"¿No estás...molesto o algo?"
Ahí fue cuando el pelinegro supo atacar, no de manera agresiva, planeaba calmar y tratar bien al albino, que desde hace mucho tenía inseguridades como esas. No sabía como un chico de ojos hermosos, un chico electrizante, magnético, astuto, silencioso, carismático y único podía tener esa clase de inseguridad. Pero no lo culpaba, no todos se aman a ellos mismos.
"Nah, sinceramente no me molesta en absoluto. Creo que tienes el derecho de hacer lo que quieras con tu vida."
Cuando vio que los temblores de el albino habían terminado, ahora lo miraba algo curioso y confuso.
"¿A qué te refieres con eso? ¿Sabes algo?"
El tono interrogante de Guillermo le hizo reír, no sabía por qué estaba tan alerta a las preguntas. ¿Debía saber algo de el en particular? ¿Rubius lo sabía, y por eso estaban tan cómplices esa noche?
"No, tontito, hablo de que deberías aprovechar tu vida. Ya que eres algo tonto -Vegetta escuchó un "¡Hey!" Y río internamente-, único, hermoso y creo que deberías saberlo.
Guillermo no sabía de donde venía tanta amabilidad y tanto elogio, pero se sentía bien, empezó a sentirse, querido.
Ahí recordó como empezó a desarrollar sentimientos por el híbrido de igual manera, luego de tanto odiarlo y muchos intentos de copiar su personalidad.
No recuerda cómo, pero de la nada, vio en sus ojos determinación, vio como el simple color verde se volvía un hermoso menta para el. Ahí fue donde observó la rebeldía en su cabello desordenado, la calidez vista en su tacto entre la gente, su capacidad de socializar era admirable. De repente, el chico dejó de tener imperfecciones para el albino. Cosa que solo le era más y más confuso.
"Gracias, Triple Sie-"
"No soy Triple Siete."
Interrumpió con rapidez el pelinegro, mientras su semblante cálido cambió a uno serio por cuestión de segundos. A esto, Willyrex estalló de risa, y no literalmente.
Ahí fue donde recordó. El beso entre Samuel y el, el contacto de sus labios contra los de el híbrido, sus brazos rodeando a los dos chicos. Recordó cada momento que lo hizo sentir en el Cielo, en el paraíso, como si fuera la única fantasía en la que valía la pena vivir.
Samuel le mostró pasión, orden en las cosas, le mostró fuerza, protección y fineza. Rubén le mostró calidez, cariño, determinación y lealtad.
El iba a demostrarle a esas dos pruebas vivientes de la perfección, lo que el podía dar.
Se sintió amado de nuevo, sintió amor propio de nuevo, y pudo sentir esa calidez al pecho volver una vez más.
"Te amo."
Soltó sin dudarlo el albino, con la mirada perdida.
"Oh, yo también."
Sonrió el pelinegro, que por dentro, sabía que no era a el a quien le decía. Pudo ver los brazos de Willy levantarse para darse un abrazo.
"Ven aquí, chiqui."
Ahí fue donde Diaz pudo expresarse sin decir una sola palabra. Ahí fue donde pudo soltar todo el dolor que había acumulado a través de todo. Ahí fue donde lloró, en brazos de el de ojos púrpura, mientras sentía como el volvía a tener energía. Aunque el dolor de cabeza tampoco le dejara pensar con claridad y probablemente empeore llorando a mares, el lo ignoraba completamente. Estaba ahí, finalmente con la primer persona en darle el apoyo que tanto escaseaba en la vida de Guillermo.
"Estoy aquí, Guillermo, estamos aquí."
Y así, de alguna manera, se volvió a sentir completo.
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"τнοѕє єγєѕ" ɾմաíցҽԵԵα [KARMALAND]
RomanceSabían compartir. Se habían enamorado. Todo encaja, ¿no?