[Aviso: Este capítulo se enfocará en Rubén alias Rubius. Este capítulo y el siguiente pueden saltearse, ya que no aportarán muchas cosas a la trama, sino que servirán para conocer más a los tres enamorados]
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Abrió los ojos, de manera agresiva y rápida, tan rápida que tuvo que volver a cerrarlos en cuestión de segundos. Sus orejas solo se movían, escuchando murmullos que estaban lejos, luego escuchó el ruido de una puerta cerrándose.
Ahí fue cuando Rubén no tuvo tiempo de procesar que había pasado la noche siguiente, sino que su memoria solo llegó a ese desgarrador momento en el que dejó de creer en el amor.
"¿Mangel? ¡Mangel! ¿A dónde vas?"
El híbrido solo tenía una mano en el pecho, la mirada fija en su novio, que ahora se estaba marchando por la puerta, con las maletas cargadas de equipaje que el oso no pudo llegar a ver.
"Perdóname, Rubius, encontrarás a alguien que te valore y te ame como te lo mereces. Encontré el amor en otro lugar, y ahí es donde voy."
El de lentes solo se volteó a verlo con una mirada cargada de tristeza y pena, pero para el, no había marcha atrás, había un pelirrojo esperándolo. El albino, dejó caer las lágrimas que se acumulaban en sus ojos menta, que ahora perdían poco a poco, la característica mirada alegre y energética.
"Mangel...¡Mangel!"
Solo gritaba lo más que podía mientras lo veía marcharse, maldiciendo en voz baja mientras bajaba la cabeza, encontrándose con el suelo. En cuanto volvió a ver, el chico desapareció de su vista, siendo apenas visible a lo lejos.
"Mangel..."
Se negaba a hablarlo con alguien, excepto con cierto psicólogo, el único del pueblo, con el que tenia una buena amistad. Recuerda haber explotado la casa del de anteojos como venganza, con sus mascotas, y objetos dentro. Con el tiempo, eso se disolvió y pudieron ser amigos, pero aún no podía dejarlo ir.
Suspiró, dolido, mientras cerraba sus ojos fuertemente. Se levantó lo más rápido que pudo, aunque quisiera quedarse en la cama que ahora le era la cosa más cómoda del mundo.
Se sentía frío, se sentía como si el estuviera solo en la casa. Eso no le daba miedo, no iba a ser un cobarde solo por un desamor, le aterraba que le volvieran a dejar, y más que las dos personas que amaba lo hicieran.
Caminó por el pasillo tocando la pared, tratando de no tropezar, su garganta se sentía caliente. Por precaución, no habló ni estimulo ningún sonido. Pasó al comedor, cuyo televisor estaba apagado, y todo estaba ¿limpio? Samuel se habrá quedado hasta tarde sacando toda la basura, suponía el oso.
Buscó por la cocina, la habitación, el patio, el tejado, todas las habitaciones existentes en la casa de Vegetta, pero no había encontrado a nadie, estaba completamente solo. Ya aclarando su garganta con un vaso de agua, buscó con la mirada el baño. Se iba a dar una ducha, tenía planeado salir al pueblo a buscar a sus dos enamorados.
"Joder...Es inhumano que mi cabeza no duela ni esté echando vómitos por donde camino, tío."
Sonrió de lado, mientras abría la puerta del sanitario, con una toalla que se encontró por ahí, probablemente era la de De Luque.
Se quitó la ropa de manera agresiva, no le gustaba hacerlo lentamente, quería ir al pueblo lo más antes posible. Quizá se encuentre a Fargan o a Alexby patrullando en falda, quienes podrían saber a donde fueron. Puso un pie en la bañera, que estaba limpia, no sintió vergüenza o pena por meterse a duchar en casa ajena y sin permiso, tenia confianza con el pelinegro y estaba totalmente solo.
Apretó un botón, que por ser rojo, el híbrido asumió que era del agua caliente, y luego de unos sonidos raros, el agua cayó en su cara de una manera rápida, sentía como caía de su rostro hacia su cuerpo, como las gotas impactaba suavemente en su cara. No le molestaba la temperatura, amaba el calor. Ahí fue donde derramó dos o tres lágrimas para desahogarse y seguir con su día.
Ahora estaba ahí, tocando y moviendo su cabello con sus manos llenas de shampoo mientras, con la mirada perdida, trataba de no tocar sus orejas. Su cuerpo estaba lleno de espuma, juraba haberse sentido con ropa encima.
"¿Fargan sabrá dónde están?"
Solo murmuró para el mismo, mientras terminaba de acariciar su pelo y veía toda la espuma que lo había vestido, ya en el suelo lleno de agua, escurrir.
Apretó el botón y veía como las tiras de agua se hacían cada vez más finas, hasta desaparecer por completo. Tomando la toalla y envolviendo su cuerpo en ella, salió de la ducha con cuidado.
"Al toque, mi rey"
Se río de su propia imitación del "Altoke mi rey" y salió del baño para dirigirse a su habitación.
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"τнοѕє єγєѕ" ɾմաíցҽԵԵα [KARMALAND]
RomanceSabían compartir. Se habían enamorado. Todo encaja, ¿no?