Oh, dear, I'm nervous!

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Ya estaban posicionando el telescopio, que estaba extrañamente pesado para los tres amigos. Luego de cuatro minutos haciendo esfuerzo innecesario, lograron apoyarlo sobre la cruz que habían hecho en el suelo para guiarse, según Samuel.
"¡Bien hecho, grupo!"
Exclamó con gracia el oso, mientras compartia miradas con Guillermo, quien le sonreía de manera leve.
"Claro, si somos los mejores en esto, cabezón."
Al soltar ese comentario, los tres rieron. No estaban sincronizadas, pero era glorioso para los oídos de Vegetta. Al sentir una mano, cálida y suave, en su hombro, el pelinegro solo le sonrió mientras un leve sonrojo se posicionó en sus mejillas. Rubén estaba extrañamente más tranquilo, el suele ser muy energético, ¿habrá pasado algo mientras no estaba?
"Ahora, dejemonos de romancesitos, sentémonos a ver las estrellas, que quizá y tenemos la suerte de ver un meteorito."
Dijo gracioso Willy, quien con una sonrisa, se sentaba dándole espacio a los dos chicos. Samuel y Rubén rieron levemente con nervios al escuchar eso.
"Por supuesto, tío, que emoción ver esto."
Respondió, con cierta emoción, el oso que mientras lo decía, se sentó al lado de Diaz. Le hizo señas a De Luque, señalándole que se siente. Eran tres amigos, en su completa comodidad, mirando las estrellas.
El de ojos púrpura se acomodó al lado de ellos, realmente no les importaba en qué posición estaban, tenían una perfecta vista a las estrellas. Miraba con atención los ojos de los albinos, observando como las estrellas se reflejaban como si fueran brillantes lunas.
Atrapó la mirada de Rubén, quien le sonrió de manera leve, con un sonrojo notable.
"¡Miren, chicos!"
Gracias al buen ojo de Willy y a su pequeño grito, los chicos solo pudieron concentrarse en el mismo punto, en una estrella que se movía de manera brusca y rápida hacia el suelo en una trayectoria diagonal, efectivamente, una estrella fugaz. En Karmaland había muchas, tanto como unos pocos meteoritos.
"¡Que guapo, tío!"
Dijo el oso, observando la estrella caer.
"Efectivamente, somos el mejor trío de Karmaland."
Se dijo a sí mismo, en voz alta, el pelinegro. Willy solo lo miraba, sonriente y callado. Conectaron sus perlas por unos cortos periodos de tiempo, que eran hermosos, pero dolorosos al mismo tiempo.
Ellos se tenían cerca, el solo rozaba de vez en cuando al albino de ojos esmeralda, que a cada pequeño tacto, se enamoraba más.
Se sentía bien, amarlo, tenerlo a su lado, poder tocarlo y ser su mejor amigo. Pero era doloroso pensar que gustaba de alguien más, rechazó a un chico tan perfecto como Samuel para tenerlos a ambos, ¿no debería ser eso suficiente?
Este apoyó su mano en la de Samuel, mirándolo con ojos llenos de energía, de carisma, el expresaba amor desde sus ojos. De Luque solo se dedicó a mirarlo, también sonriente. Se acercó de manera suave,  de manera opuesta a la timidez. Y sus labios conectaron, como si fuera por mero impulso.
Se sentía el magnetismo, la fineza, la suavidad, la pasión, todo de ellos combinaba en una pequeña acción. No tomaron sus manos, no hicieron ninguna otra acción, así estaba bien para ellos. Por más de esta perfección que Samuel sentía, por más que Guillermo se sintiera en el mismo paraíso, faltaba calidez, tacto, energía, faltaba cierto oso. Ellos se separaron lentamente, mirándose sonrientes. Solo voltearon a ver las estrellas de nuevo, como si nada hubiera pasado.
Doblas no parecía haber estado al tanto de esa conexión que tuvieron, estaba atento a el cielo y la gran cantidad de estrellas fugaces que caían, reflejándose en el cielo de un azul oscuro, saludando a la blanca y hermosa Luna. 
El híbrido solo apoyó su cabeza de manera suave, lenta pero segura, en el hombro de el pelinegro. Este solo sonrió.
Tenía todo lo que necesitaba ese día, tenía las dos pruebas vivientes de la perfección a su lado.
"Chicos, hoy dormimos aquí, eh."
Dijo con gracia De Luque, quien ya estaba algo cansado, pero no lo suficiente como para querer dormirse ahí y ahora. Quería mantenerse ahí por la simple razón de que era una buena excusa para tenerlos cerca.
"¿En serio? ¿Con arañas y todo?"
Respondió gracioso, con otra pregunta, Rubius, quién estaba bien despierto aún.
"Sí, que tenemos a Don Mamadísimo aquí."
Dijo Willy, dándole un codazo a Vegetta, quien río ante esto.
"Claro, claro que sí."
Rieron ante esto, y luego dejaron un suave silencio, para resaltar el hermoso paisaje que se presentaba ante ellos.
Que inocente es el amor juvenil, ¿no?

"τнοѕє єγєѕ" ɾմաíցҽԵԵα [KARMALAND]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora