Samuel solo posicionó en la cama a su amigo albino, que estaba profundamente dormido. Por más que quisiera dormir con el, necesitaba ocuparse de el híbrido, que ahora había desaparecido de la habitación.
"¿Doblas?"
Preguntó en un grito que, a la vez fue susurrado para no despertar al de ojos esmeralda, mientras caminaba por el pasillo revisando cada habitación, a medida que no iba encontrando a el de ojos menta, su preocupación aumentaba, imaginándose que ahora estaba siendo atacado por criaturas por haber ido afuera de la casa. Se sentía un niñero cuidando niños revoltosos.
"¡Lolito!"
Sintió como alguien rodeaba su cuello con el antebrazo, era Rubén, que reía y sonreía de manera rara y confusa, mientras lo llamaba con nombres incorrectos. Cosa que hacía reír a Samuel.
"Rubius, hay que ir a dormir que mañana te tienes que despertar temprano para irte."
"¿Para qué? Estoy feliz aquí."
Dijo, con una mirada algo vacía, se reflejaba tristeza. El pelinegro no supo que responderle ante eso, así que volvió al tema.
"Rubius, debes irte y lo sabes."
Respondió luego de unos segundos, tenía un rostro serio, por más que quisiera que se quede, el debía irse, odiaba cuando la gente se quedaba por mucho tiempo en su hogar.
"Sí, lo sé, pensé que me amabas, Willy me lo dijo."
Dijo, en un tono dramático y lloriqueando falsamente. Vegetta no cayó con esa actuación, por más que estaba bien actuado, pero eso no fue lo que atrajo la atención de el pelinegro.
"¿Willy te lo...? ¿Qué?"
Preguntó con sorpresa, no pensó que el secreto que le había confiado haya caído la misma semana que se lo había dicho. Ahí fue cuando su desconfianza, que por instinto aparecía, empezó a atacar su mente. Si le confiaba todos sus secretos, ¿cuántos más habrá contado? ¿Sabe Rubius algo más?
"Sí, no te preocupes, yo también te amo, triple siete."
La voz del noruego, que sonaba ronca y se expresaba en un tono coqueto, llegó a los oídos del de ojos púrpura, interrumpiendo sus pensamientos cargados de desconfianza. El pelinegro río ante esa respuesta, por fin había acertado en su nombre.
"No soy triple siete, Rubén- ¡Ya vamos a dormir!"
Dijo entre risas Samuel, que solo empujaba, con considerable fuerza, al oso que lo miraba fijamente.
"Amo verte reír. Me hace sentir de nuevo con vida."
De Luque paró en seco. Procesó sus palabras, cuales se repetían una y otra vez en su cabeza.
"¿Con vida? Doblas, estás vivo."
"No se siente así si no estás conmigo, si no están conmigo."
"Estás borracho, Doblas, luego te arrepentirás de esto."
Río el pelinegro en voz baja, amaba recibir esas palabras de parte de los albinos. Pensó que sería una catástrofe que terminaría en algo más que solo palabras, o algo más elevado de nivel, pero no fue así, recibió palabras de amor, que sonaban sinceras, con hermosos ojos complementando esas perfectas combinaciones de letras que lo hacían derretirse.
"Pero así me sentí con Mangel. No me harás lo mismo que el me hizo, ¿no? No te irás con Willy, ¿cierto?"
La voz del noruego comenzó a cambiar a un tono desesperado, ahí fue donde Samuel entendió lo que estaba pasando. Rubius estaba aún dolido por el hecho de que Mangel, su amor no correspondido de hace mucho, esté comprometido con Lolito.
"No, Doblas, no lo haré. Nos quedaremos justo aquí, contigo."
Sonrió de manera sincera. El pelinegro no planeaba para nada, dejar a el híbrido solo. El chico era una de sus primeras propiedades tanto como Guillermo, no podría abandonar a ninguno, al menos, no por elección.
Recibió esa calidez en el cuerpo de nuevo, de manera repentina, algo agresiva pero interesante y suave. Estaba rodeado por los brazos del albino, que cerraba los ojos y se dejaba caer encima de De Luque.
Samuel no correspondió, simplemente sonrió levemente mientras tomaba al noruego entre brazos y lo llevaba de la misma manera que llevó a Willy. Apostaba a que el de ojos menta se había dormido profundamente, pues se escuchaban ronquidos fuertes de parte de él.
"Buenas noches, osito."
Lo recostó sobre su cama, posicionando al híbrido justo al lado de Guillermo, que también estaba profundamente dormido. El se recostó, de manera cautelosa y sigilosa, mientras sonreía al ver a sus dos enamorados estar en paz.
Conocía las inseguridades de el de ojos esmeralda, y ahora estaba conociendo las de el de ojos menta. ¿Qué mejor manera de demostrar su amor ayudandolos a enfrentar sus problemas?
El amor juvenil, sintiéndose tan real como la vida misma.
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"τнοѕє єγєѕ" ɾմաíցҽԵԵα [KARMALAND]
RomanceSabían compartir. Se habían enamorado. Todo encaja, ¿no?